Primer plano de Pablo Echenique con cara de susto
POLÍTICA

Para Podemos, es lo mismo criticar a Irene Montero que justificar violaciones

Eso dice Pablo Echenique

 

Pablo Echenique se emplea a fondo desde que ha dejado de tener sitio en el Congreso. No lo hace como científico ni, tampoco, como el dirigente de Podemos que es aún pese a que cada día sean más los que se olvidan de él. Lo hace, según todo indica, con un solo objetivo.

Y ese no es otro que uno bien triste: superarse en su particular proceso de autodemolición política. Ahora escribe un párrafo más de su último capítulo como dirigente intentando echar una mano a Irene Montero. Al hacerlo, lamina otro poco más del prestigio que pueda quedarle.

Por no tener, ya no tiene el pobre ni gracia siquiera

 

Poco queda ya del político brillante, no hay por qué no admitirlo, que gustaba de cantar jotas procaces durante sus cenas entre amigos. Aquello –reconozcámoslo, no pasa nada- tuvo cierta gracia, pero lo de ahora no la tiene en absoluto. Según el de Zaragoza, no se puede criticar a Irene Montero a propósito de la ley del sólo sí es sí y sus inesperadas consecuencias. Hacerlo, considera él, es un disparate.

¿Por qué lo es? Para Pablo, hacerlo equivale a justificar la violencia machista. Según él, la lógica de cualquier invectiva dirigida a Montero es la misma que hay tras frases como “la violé, pero la culpa es de ella por ir provocando”. A un Doctor en Física se le pide, cómo mínimo, algo más de punch e ingenio.

 

Twitter, ese vertedero

Al final, más que de Pablo, la culpa es de la dictadura que impone Twitter, que ya era un vertedero antes incluso de que lo comprase Elon Musk. Lo dicen hasta los expertos: si las redes sociales son un bar, Twitter es, dentro de ese bar, la puerta del retrete en la que se escriben frases supuestamente ingeniosas.

Sin atril desde el que pontificar, el exdiputado quiere seguir siendo protagonista. ¿Cómo lo hace? Bueno, más bien lo intenta: emplea Twitter y lo hace porque, ahora en verano, todavía es fuente de inspiración periodística. Lo hace, eso sí, con poca gracia y mucho esfuerzo. Más vale que lo deje: el curso empieza tras la Diada y pronto dejará de haber espacio para sus desbarres.

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