Plano corto de Pere Aragonès y Oriol Junqueras con rostro serio
POLÍTICA

La otra cara del escándalo de ERC: el Procés siempre fue una lucha por el poder

Quienes se erigieron como guardianes de la moral están quedando ahora en evidencia

Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) está experimentando uno de los procesos de implosión más salvajes de un partido catalán en los últimos tiempos.

En apenas un año ha dilapidado no solo el poder político conseguido en la última década sino también la reputación y la credibilidad cosechadas durante un siglo de historia. El escándalo de los carteles vejatorios hacia Pasqual y Ernest Maragall con el alzheimer de por medio es el triste colofón del proceso de destrucción del espacio republicano.

El hecho de que existiera en ERC una estructura paralela dedicada a la guerra sucia, y que el propio partido lo tapara, revela muchas cosas. Entre otras, que pese a estar disfrazado de grandes eslóganes y buenos propósitos, el Procés nunca dejó de ser una lucha por el poder.

Una lucha entre ERC y los herederos de CiU para controlar el espacio nacionalista que se estaba descomponiendo tras la reforma del Estatut.

Guerra sucia por el poder

La corta experiencia de la coalición Junts pel Sí, empujada por la necesidad, fue insuficiente para enterrar la guerra fratricida entre la izquierda independentista y la derecha nacionalista conversa al separatismo. El proceso de destrucción del espacio político en Cataluña ha sido tan salvaje que ha abierto también duras luchas internas en los partidos.

Eso se ha hecho más evidente en el espacio de la extinta CiU, donde han surgido múltiples partidos como el PDeCAT y un gran proyecto, Junts, con tres corrientes internas.

Plano medio de Marta Roviera junto a Oriol Junqueras

Pero tampoco ERC se ha visto exento de la división.

Oriol Junqueras ha sido una figura incontestable durante el auge del partido que le llevó a cosechar resultados históricos en Cataluña. Las tensiones internas permanecieron ocultas durante un tiempo, pero el desgaste en el Govern y los últimos fracasos electorales han hecho que explotara todo de golpe.

Ahora, la secretaria general, Marta Rovira, disputa la sucesión a Oriol Junqueras mientras otro sector crítico pide paso para limpiar el partido y retomar el rumbo independentista.

El espacio cada vez más reducido de poder, el descarrilamiento del Procés y la desorientación política, han recrudecido la guerra dentro del independentismo, tanto entre ERC y Junts como dentro de las propias organizaciones. Y esto ha obligado muchas veces a jugar al límite del reglamento y utilizar estrategias cuanto menos poco éticas.

Algo que no sería tan llamativo si no fuera porque los líderes procesistas siempre vendieron el Procés no solo como una lucha por la independencia de Cataluña sino también como la vanguardia de la democracia y la transparencia frente a la tiranía y el juego sucio.

Doble moral

Pero aunque en ERC la degradación es más evidente, no es algo exclusivo de esta formación. Sin ir más lejos, Junts también fue escenario no hace tanto de una guerra interna con acusaciones cruzadas de acoso, machismo y autoritarismo. Dos diputadas llegaron a querellarse contra sus propios compañeros del grupo parlamentario, tras lo cual fueron apartadas y sometidas a una comisión de garantías con dudosas garantías de imparcialidad. 

No solo los partidos, también estructuras que en su momento disfrutaron de gran prestigio dentro del independentismo han acabado arrastradas por el fango del juego sucio. Como la Assemblea Nacional Catalana (ANC), donde unos sectores acusan a otros, o el Consell de la República, donde su vicepresidente, Toni Comín, ha sido acusado de golpista y corrupto por los propios afiliados. 

Montaje con fotos de personajes

Precisamente el Consell de la República se ha convertido en el espejo roto del Procés por excelencia: quien iba a erigirse como líder del mundo libre y democrático, Carles Puigdemont, se cargó el órgano legislativo de su chiringuito de la noche a la mañana para evitar las críticas durante la negociación con el PSOE. 

Ahora acusan a Toni Comín, mano derecha de Puigdemont, de utilizar fondos del Consell para gastos personales y favores a amigos y familiares. Lo cual lleva a la conclusión de que el Procés, además de una lucha por el poder, fue también una fuente de enriquecimiento para muchos.

Lo peor es que sus líderes han dejado tras de sí la destrucción del espacio político en Cataluña y una frustración social de imprevisibles consecuencias.

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