Oriol Junqueras se compara con Lluís Companys y Francesc Macià
El candidato a presidir ERC ha esperado con paciencia a que llegara este momento para volver a controlar el partido
Oriol Junqueras quiere lo suyo. Después de la travesía en el desierto que empezó en 2017 y que termina ahora, el antiguo dirigente de ERC quiere disfrutar del poder (en caso de ganarlo). Su intención, pues, no es hacer ningún paso al lado o dejar espacio para una renovación de caras dentro del partido.
Así lo ha dicho en una entrevista para Nació y que ha tenido bastante recorrido por redes sociales. “No se me habría ocurrido nunca que alguien le hubiese dicho a Francesc Macià o a Lluís Companys: 'ahora que hace tiempo que andas por el mundo, déjalo estar'”. Para Junqueras es al contrario: es precisamente ahora cuando él tiene que estar en primera línea.
“Nadie lo ha hecho, no lo han hecho los vascos con Arnaldo Otegi, o Junts con Jordi Turull o Carles Puigdemont”, dice Junqueras. “Sería muy poco explicable que lo hiciera alguien de ERC si no lo ha hecho nadie el mundo”, concluye. Finalmente, y con la indefinición que le caracteriza, Junqueras dice que a él le gustaría que “ERC reconecte con la sociedad catalana y reconstruya confianzas”:
Junqueras y sus silencios
Queda claro entonces que Junqueras hace mucho tiempo que espera su momento y que nunca pensó en dejar la política. El antiguo vicepresidente de Puigdemont se ha tomado estos años de un modo paciente hasta que llegara la actual situación. Es decir, un partido en caída libre que ha dado lugar a una de las guerras internas más cruentas que se recuerdan.
Porque no hay que olvidar que, durante los últimos meses, ERC nos ha dejado imágenes como las de los carteles del Alzheimer, muñecos falsos para simular ataques y filtraciones de toda clase. Mientras tanto, Junqueras se mojaba lo más mínimo. Sobre la decadencia electoral del Govern de Aragonès no dijo nada y, sobre la guerra interna, tampoco.
Es de esperar que, como ha hecho Puigdemont, Junqueras también quiera explotar todo el imaginario en torno a su inhabilitación y estancia en prisión. A diferencia de Puigdemont, eso sí, Junqueras ha evitado forzar la máquina para no quedarse en la tierra de nadie en la que ahora está el expresidente.
La gran incógnita que sí afecta a la política catalana en su conjunto es cómo gestionará Junqueras la alianza con el PSC y Salvador Illa. Como en casi todo lo demás, Junqueras también se ha guardado sus cartas sobre este asunto. Si vuelve Junqueras, que es lo más probable, con él volverá el clásico juego corto del procesismo.
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