Oriol Junqueras y Carles Puigdemont se rearman para una nueva batalla
La lucha de egos y la polarización ideológica impiden ahora mismo avanzar hacia la unidad
Durante el Procés se puso de moda aquello de la unidad estratégica del independentismo. La unidad siempre fue algo coyuntural y marcada por la desconfianza y la rivalidad entre los dos grandes partidos soberanistas. Por eso saltó por los aires a las primeras de cambio, cuando el Procés empezó a desinflarse.
Una de las razones por las cuales la unidad nunca cuajó fue la lucha de egos entre Oriol Junqueras y Carles Puigdemont. La reelección de ambos como presidentes de sus respectivos partidos aleja definitivamente la posibilidad de la unidad.
Estos días ha vuelto a hablarse de la unidad estratégica del independentismo. Ha sido ha raíz de la entrevista de Carles Puigdemont en TV3, donde anunció su intención de reunirse lo antes posible con Junqueras. Esto parecía abrir la puerta a la exploración de vías para recuperar la unidad de acción y reactivar el procés.
Esto, ahora mismo, es una quimera. Primero, porque los planes de Puigdemont de reunificar el independentismo bajo su liderazgo choca frontalmente con las aspiraciones de Junqueras. Pero además, porque Junts ha iniciado un claro giro a la derecho mientras que Junqueras quiere culminar el viraje de Esquerra hacia la izquierda.
En resumen, la lucha de egos y la polarización ideológica impiden ahora mismo avanzar hacia la unidad. De hecho, la reunión entre ambos líderes podría producirse mientras uno y otro se rearman para una nueva guerra entre ERC y Junts.
Los planes de Oriol Junqueras
A diferencia de Puigdemont, los planes de Oriol Junqueras no pasan por reagrupar el independentismo bajo su paraguas. Más bien al contrario. Joan Tardà, junquerista de primera fila, ya avanzó sus intenciones de abrir el partido a sectores no independentistas.
Una vez tomado el control del partido, Oriol Junqueras quiere culminar la estrategia que asumió en 2019 cuando estaba en la cárcel. Constatado el fracaso del procés, Junqueras consideró que había que ensanchar la base del movimiento para ganar músculo de cara a futuros escenarios. Esto implicaba distanciarse de Junts para intentar llegar a otros sectores de la izquierda no nacionalista.
Durante la campaña y tras su victoria, Junqueras ha dicho que quiere convertir ERC en el nuevo partido del trabajo en Cataluña. También ha anunciado un plan de captación de nueva militancia para que Esquerra vuelva a ser el primer partido del independentismo.
Esto le lleva inevitablemente a una nueva guerra con Junts, y especialmente con Puigdemont.
El sueño de Carles Puigdemont
Por su lado, Carles Puigdemont libra ahora mismo una doble batalla. Por un lado compite con Aliança Catalana por la hegemonía del nacionalismo conservador. Por otro lado mantiene el pulso con Esquerra, con quien ahora tiene una clara desventaja.
Aunque Junts tiene quince escaños más en el Parlament, la formación postconvergente está aislada. En cambio ERC, pese a la crisis interna y de representación, sigue teniendo capacidad de influencia en Cataluña y en Madrid. Esto le ha permitido forzar la financiación singular para Cataluña y hacer rectificar al gobierno catalán sobre el 112.
Ante esta realidad, Junts ha diseñado una ingeniosa estrategia consistente en presentarse como un gobierno alternativo. Un partido que utiliza su posición de fuerza en Madrid para defender los intereses catalanes que nadie más defiende.
Puigdemont está convencido de que puede acabar forzando al PSOE a aplicar la amnistía y aceptar un referéndum acordado en Cataluña. Si esto sucede, Junts volverá a atraer a los sectores independentistas desencantados en torno a la figura de Puigdemont. Este es su sueño, un sueño en el que no solo no entra ERC sino que es la víctima principal.
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