Montaje con las caras de Gabriel Rufián y Joan Ignasi Elena, ambos con expresiones serias.
POLÍTICA

¿Nadie quiere a Gabriel Rufián y Joan Ignasi Elena?

Mientras ERC está en plena guerra interna, los dos dirigentes mantienen un perfil discreto

ERC está en guerra interna. El sector liderado por Oriol Junqueras y el sector liderado por Marta Rovira luchan desde hace semanas para hacerse con el control de la formación. Todo se decidirá en el congreso que, si no hay cambios, se celebrará el 30 de noviembre.

La inmensa mayoría de dirigentes, exdirigentes y militantes se han ido mojando a favor de alguna de las dos partes. Sin embargo, tanto Gabriel Rufián como Joan Ignasi Elena están manteniendo un perfil bajo en esta batalla fratricida.

Joan Ignasi Elena, durante una sesión en el Paralment

Se trata de algo curioso. Los dos forman parte del núcleo afín a Oriol Junqueras. De hecho, ni Rufián ni Elena firmaron el manifiesto ‘antijunquerista’ que impulsó Marta Rovira. Y que contó con los apoyos de gran parte de la actual dirección. Lo firmaron desde Pere Aragonès hasta Laura Vilagrà, Raquel Sans y centenares de dirigentes y exdirigentes más.

Eso sí, ni el diputado en el Congreso ni el exconsejero del Interior se han pronunciado públicamente a favor del exvicepresidente de la Generalitat. Y eso que son dos de los dirigentes más destacados con los que Junqueras cuenta en su corriente.

Es más, Oriol Junqueras ha anunciado que el día 21 de septiembre presentará públicamente su candidatura a volver a presidir ERC. El acto contará con las intervenciones de la eurodiputada Diana Riba y de su marido y exconsejero de la Generalitat Raül Romeva. También de varios pesos pesados del mundo territorial de Esquerra. Entre ellos, Arés Tubau (Rubí), Laura Castel (Tarragona) o Bernat Soler (Lérida). Pero ni rastro de Gabriel Rufián y Joan Ignasi Elena.

Es cierto que, aunque lleve más de una década presidiendo ERC, Oriol Junqueras no puede presentarse con aires renovadores al lado de personas como Rufián y Elena, que llevan ya unos años siendo algunas de las caras más visibles del proyecto. Pero estamos hablando del líder del partido en Madrid y del exconsejero del Interior y número 5 en las listas del pasado 12-M en las elecciones al Parlament.

Gabriel Rufián con camisa blanca y corbata azul sentado en una sala, con la mano en la barbilla y expresión pensativa.

Gabriel Rufián ya dijo hace semanas que la batalla interna en el partido le parecía un juego de niños. Y, desde que estalló la guerra, ha hablado entre poco y nada del asunto. Quizás porque él mismo, a pesar de su ego, quiere estar en un segundo plano o quizás porque Junqueras quiere aparentar renovación, su ausencia en el debate interno es bastante significativa.

Que la figura de Rufián no tiene el tirón que tuvo en su día quedó demostrado en dos de las últimas elecciones. En las municipales, se presentó como alcaldable de ERC en su Santa Coloma de Gramenet. Tenía el objetivo de evitar una nueva mayoría absoluta de la ahora consejera del Interior, Núria Parlón. Fracasó, y la dirigente del PSC pudo revalidar su aplastante mayoría en esta localidad por cuarta vez seguida.

Gabriel Rufián encadenó otro fracaso ni dos meses después, en las elecciones generales. Era el cabeza de lista de los republicanos en las generales y Esquerra perdió 6 diputados y casi medio millón de votos.

Joan Ignasi Elena, cuestionado

A pesar de formar parte del Govern y ser el número 5 en las últimas elecciones al Parlament, no está claro si la figura de Joan Ignasi Elena suma o más bien resta. Fue uno de los fichajes estrella de Junqueras del ala catalanista del PSC, pero sus continuas polémicas han dejado su reputación en entredicho. Aunque se empeñe en ser negacionista delincuencial, ha dejado su cargo al frente de la seguridad en Cataluña con la delincuencia disparada y en máximos de la última década.

Mientras Rufián hace su guerra particular en Madrid, el caso de Joan Ignasi Elena es distinto. Siendo el número 5 en las listas al Parlament, se trata, teóricamente, de una de las personas de ERC que debería tener más peso en esta legislatura. Sin embargo, ya veremos cómo acaba. En dimisión, como hizo Pere Aragonès, es difícil. Y es que una persona que lleva más de tres décadas viviendo de la política (fue diputado por primera vez en 1992) no dejará tan fácilmente lo que ha sido el principal sustento en su vida.

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