Montaje de un hombre con gafas de realidad virtual
POLÍTICA

El metaverso catalán por el que el Govern pagó miles de euros no dura ni dos años

En enero de 2022, la Generalitat vendió el proyecto como "un paso más hacia la república digital": dos años después, el CatVers cierra siendo un sonoro fracaso


Muchos por suerte ya no se acordarán, pero Jordi Puigneró fue Vicepresident de la Generalitat y era visto por muchos como un gurú tecnológico. Una de sus medidas estrella fue crear el Centro de Blockchain junto a la Cámara de Comercio de Barcelona, que por aquel entonces controlaba el procesismo. La idea era lidera el uso de esta tecnología. No se les ocurrió mejor idea que poner delante de este nuevo organismo a Quirze Salomó, el empresario que presidía Nostrum, la cadena de comida catalana que se fue a la quiebra con casi 10 millones de euros en pérdidas acumuladas. No sé sabe demasiado bien por qué ni cuándo, pero Salomó ya hace un año que no preside esta entidad.

Nada podía salir mal y el CBCat (Centro Blockchain de Cataluña) iniciaba sus pasos en 2020. Su propuesta estrella fue el CatVers, un metaverso catalán y el proyecto más importante de "la revolución tecnológica catalana". Era eso que decía Jordi Puigneró de la "república digital". Presentaron el CatVers el enero de 2022, asegurando que serviría para defender la lengua y la cultura catalanas en internet.: "Cataluña, como nación, tiene la oportunidad de ser pionera en este mundo, como ocurrió con Wikipedia. Creemos que con el metaverso podemos repetir una historia de éxito similar", aseguraba su entonces presidente, Quirze Salomó.

Un metaverso es un mundo virtual y la idea era que el Catvers fuera eso. Era tan ambicioso que se quería que la experiencia inmersiva fuera aún mejor que la real y es en este sentido que se contó con inversión púbica. Esta era, claro, la teoría.

Como es habitual, el lanzamiento contó con bombo y platillo de la prensa indepe y se invitó a todo el mundo a formar parte. La idea era que, ya en 2022, las universidades impartieran docencia en el CatVers. Se aseguró, además, que "era muy probable" que el metaverso catalán tuviera una moneda propia. Como si fuera un astronauta, Jordi Puigneró estaba exultante el día de la presentación: "Hoy damos un pequeño paso desde la perspectiva tecnológica, pero creo que es un gran paso en la construcción de la nación digital catalana". 

Mónica Roca, la presidenta de la Cámara de Comercio, se alineaba con Puigneró: "Cataluña ha estado a la vanguardia de las otras revoluciones económicas y en este capítulo de la historia, también debe desarrollarlo".

El CatVers, crónica de una muerte anunciada

No se podía saber, ¿verdad? El CatVers no ha durado ni dos años, ha gastado centenares de miles de euros públicos sin saber en qué, y ha cesado sus actividades. La Generalitat invirtió 400.000 euros iniciales en el organismo, 50.000 de ellos para el metaverso, con la intención que el CatVers pudiera crear "empleos y progreso". Atentos, que ahora llega lo mejor: el mismo Puigneró aseguraba que Cataluña "no quiere vivir de las subvenciones, sino del talento". 

El CatVers ya nació entre múltiples críticas. Quería promover el catalán, pero los controles y explicaciones estaban en inglés. En la presentación ya se vio que algo fallaba: parecía un juego de los Sims sin opciones más allá de pasear por una sala. Los nombres que se podían escoger estaban en inglés y para "trabajar" -poder hacer reuniones con otros miembros- en este metaverso uno debía pagar 20 euros al mes más otros costes. Solo hace falta ver la presentación para darse cuenta de la surrealista apuesta:

Presentació oficial CatVers

El proyecto no llegó en ningún momento a contar con usuarios. Eso sí, 200 instituciones se adhirieron al CatVers: ayuntamientos, diputaciones, universidades, medios de comunicación y hasta la UE Sant Andreu. La única que puso dinero, que se sepa, es la Generalitat, con miles de euros, y al final ha durado un poco más que la república de Puigdemont, pero no demasiado. Es por estas cosas que el procesismo casi ya no tiene credibilidad: venden ideas y proyectos como si Cataluña fuera un país moderno, a la vanguardia de las cosas, y acaban costando un dineral que no sirven para nada.

Ahora que se ha anunciado que el Centro Blockchain de Cataluña cesa su actividad, estaría bien saber en qué se han gastado el casi medio millón de euros públicos de todos nosotros. Aunque alguna sospecha se pueda tener.

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