Más problemas para la CUP: su gobierno en Gerona podría romperse
La crisis de gobierno municipal evidencia las contradicciones cupaires y dentro del propio independentismo
El último año ha sido especialmente duro para la CUP, que tras los fracasos electorales de las municipales y las generales ha sufrido un nuevo revés en las catalanas. Uno de los pocos feudos donde consiguió resistir en las municipales del 28 de mayo del año pasado fue Gerona. Un pacto de última hora con Junts y ERC permitió al cupaire Lluc Salellas seguir como alcalde al frente del gobierno de la ciudad.
Gerona y Lluc Salellas en particular son desde hace tiempo el faro que guía una CUP cada vez más aislada y desorientada. No es extraño pues que los rumores de ruptura del gobierno municipal en Gerona hayan hecho saltar las alarmas en los cuarteles generales de los anticapitalistas. Saben que perder el trono gerundense significaría otro duro golpe a la estabilidad y la viabilidad del proyecto, en pleno proceso de refundación.
El principal motivo de tensión en el gobierno de Gerona radica en la incompatibilidad de los proyectos de CUP y Junts. Los postconvergentes, hartos de la radicalidad cupaire, han lanzado una seria advertencia.
Lo ha hecho la vicealcaldesa Gemma Geis, en una comparecencia donde ha hecho balance del primer año de gobierno de coalición. Ha aprovechado para advertir de que la ciudad se encuentra en una “encrucijada” en la que tiene que apostar por ser un referente a nivel europeo para la próxima década. Algo que a su parecer no contribuye el ‘no’ a todo de la CUP y sus discursos contra el turismo.
Además, la vicealcaldesa ha dicho que el gobierno tiene que avanzar a una sola velocidad en una clara referencia a los cupaires: “No quiero para el gobierno de mi ciudad lo que he vivido en la Generalitat, pero tampoco nos quedaremos si se cruzan las líneas que he mencionado”, dijo Geis.
Gemma Geis ha reivindicado la recuperación del centro para reimpulsar Gerona, en contra de los extremos de la CUP. Algo que demuestra la incompatibilidad de proyectos entre dos formaciones a las que solo une el independentismo.
Sigue abierta la crisis en la CUP
Los malos resultados electorales han hecho más profunda la herida abierta en la CUP por sus dos corrientes enfrentadas, la socialista (Endavant) y la nacional (Poble Lliure). Pero además, tras perder cinco diputados en el Parlament ha aflorado una crítica de las bases a la gestión de la dirección. Consideran que los dirigentes han convertido una organización de masas en un partido sectario, endogámico y sin conexión con los problemas reales de la gente.
Algo que se ha criticado es precisamente la consolidación de una línea política basada en el ‘no’ a todo sin alternativas ni políticas propositivas. Su ausencia de impacto en la política nacional ha acabado de hundir el proyecto: en el momento en el que la CUP ha dejado se ser percibida como un instrumento útil, sus votantes han decidido optar por otras opciones o abstenerse.
Las contradicciones se han manifestado también en la gestión del día a día de Gerona, último gran feudo que les queda a los cupaires. A Salellas le está tocando lidiar con el espinoso problema de la masificación turística. Un tema complejo porque la CUP es radicalmente turismofóbica, pero desde la alcaldía a Salellas le toca dar un discurso de orden condenando por ejemplo los actos vandálicos de la izquierda contra comercios dedicados al turismo.
La CUP se rompe y su debilidad interna le impide afrontar con más calado las contradicciones políticas en Gerona y en la política nacional. Porque en solo unos días los anticapitalistas tendrán que votar también en el debate de investidura, con las propuestas de PSC y Junts encima de la mesa. Descartado el apoyo a Salvador Illa, la CUP sigue debatiéndose entre investir a Puigdemont o forzar nuevas elecciones.
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