Una persona con cabello rizado hablando frente a un micrófono con un fondo amarillo.
POLÍTICA

Marta Rovira, la última dirigente procesista que reniega del procés

La exsecretaria general de ERC ha reconocido que no tenían nada preparado el día después del referéndum

Marta Rovira se ha despedido de su cargo como secretaria general de ERC este lunes, en una larga comparecencia de dos horas. Su intervención generó mucha polémica por los ataques a Oriol Junqueras, con quien ha compartido la dirección del partido estos últimos años. Pero la dirigente republicana dijo también una frase que pasó más desapercibida, y que viene a reconocer el engaño de los dirigentes procesistas.

Marta Rovira con chaqueta roja hablando frente a dos micrófonos.

“Siete años después, con perspectiva, me pregunto si no tener ningún acuerdo para el 2 de octubre de 2017 era un reflejo de la falta de compromiso y credibilidad política que algunos le daban al 1-O”, afirmó. También dijo que “después del referéndum comenzó la deriva”. Y criticó a los dirigentes del procés por no haber sabido hacer las cosas estos últimos años, pidiendo a Carles Puigdemont y Oriol Junqueras que se vayan.

En su intento por atacar a Junqueras, Rovira reconocer que no había nada preparado más allá de agitar las calles y llevar el país a un callejón sin salida. Algo que también han señalado otros exdirigentes del procés, y que también las bases independentistas llevan tiempo denunciando. Por eso la crisis de confianza que atraviesa el procesismo, que ha llevado a muchos votantes a la abstención o a nuevos partidos como Aliança Catalana.

No tenían nada preparado

Marta Rovira reivindicó el legado del 1-O, pero también reconoció que no tenían nada preparado y que algunos líderes (en referencia a Junqueras) se escondieron. Aunque tampoco salva a Carles Puigdemont, a quien también ha pedido que de un paso al lado para permitir la regeneración del movimiento.

Rovira se suma así a la lista de exdirigentes procesistas que tarde o temprano han acabado reconociendo el gran engaño que fue el procés. Ella misma ha reconocido que después del referéndum empezó una lucha feroz por el poder que llevó a los partidos procesistas a olvidarse de la independencia y servir sus propios intereses. Como todos los dirigentes que acaban renegando del procés, Marta Rovira se quita de la ecuación como si no hubiera estado al frente de ERC estos últimos trece años.

Cada vez va quedando más claro que aquellos días decisivos los dos máximos dirigentes del procés, Oriol Junqueras y Carles Puigdemont, cambiaron de parecer sobre la vía unilateral. Ni uno ni el otro eran partidarios de cruzar la línea. Uno se escondió en el monasterio de Montserrat, mientras el otro optó por una fórmula intermedia consistente en proclamar la independencia de Cataluña para acto seguido suspenderla.

Un país devastado

Los dirigentes procesistas que durante meses hablaron de estructuras de estado, en realidad no habían preparado nada para un escenario como el de los días posteriores al referéndum. Aquello dejó a un país al borde de la fractura social, intervenido por el 155 y con el gobierno en la cárcel o en el extranjero. Un error de cálculo fatal, que con los años los propios dirigentes procesistas han ido destapando por sus propias rencillas personales.

La implosión de ERC a la que asistimos ahora refleja con la máxima crudeza el acelerado proceso de descomposición del procesismo. Por un lado encarna todos los errores que se han cometido estos años y la crisis electoral derivada de la retirada de la confianza por parte de los votantes independentistas. Pero también la lucha por el poder, que sigue con la guerra sucia entre Marta Rovira y Oriol Junqueras.

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