Lo que nos deja la primera semana de campaña: o procesismo o elecciones
Tras todos los vetos y haciendo caso a los sondeos, no hay alternativa a un pacto procesista entre Junts, ERC y la CUP
Bueno, sin casi darnos cuenta, ya ha pasado la mitad de la campaña electoral. Entre trackings y encuestas estamos distraídos y hemos podido evidenciar que la volatilidad de estas elecciones va en aumento. Pasarán cosas, habrá sorpresas, aunque aún no sabemos exactamente cuáles serán. Podemos intuir que Aliança entrará en el Parlament, que la CUP y los Comuns sufrirán o que Illa gana bien, pero tenemos claro que no sucederá todo a la vez.
Unos comicios peculiares
Son unas elecciones extrañas. La presencia de Puigdemont, el mal momento de la izquierda más izquierda y el cordón a Sílvia Orriols han convertido estos comicios en algo especial, diríamos que extraordinario. El problema es que la incertidumbre se acaba el 12 de mayo, porque a partir de allí ya tenemos todas las cartas encima de la mesa.
Es decir: todos los partidos ya han dicho por activa y por pasiva qué harán tras las elecciones y con quién pactarán. Hay tantos vetos cruzados que solo hay una alternativa: un gobierno procesista si Junts, ERC y la CUP suman 68 diputados, algo que tampoco está claro. El último tracking de Vilaweb le da 6 a la CUP, 28 a ERC y 31 a Junts, de modo que sumarían 65 diputados. Los 3 restantes los tendría Aliança Catalana, vetada, censurada y todo lo malo del mundo por Esquerra y los anticapitalistas.
Pere Aragonès y Carles Puigdemont han descartado hacer president a Salvador Illa. El líder del PSC ha dicho lo mismo de los otros dos, de modo que deberíamos creerlos. Vox no dará sus votos a los socialistas, de modo que Illa no puede buscar los apoyos de todos los no independentistas. Descartada la sociovergencia y un nuevo tripartito, solo queda un acuerdo procesista o nuevas elecciones.
Nuevas elecciones en otoño, el escenario que coge fuerza
Es muy difícil pensar que ERC y Junts se pongan de acuerdo para gobernar y que la CUP vote una investidura de Puigdemont, que parece ir por delante. Siempre en el caso que sumen 68 diputados, que no está nada claro. Es más, hay gente que defiende que tanto a Esquerra como a los juntaires les iría de perlas volver a votar en otoño.
De un lado, ERC seguiría en la Generalitat, tomando decisiones y ostentando todo el poder público. Si a Aragonès le van muy mal las elecciones y la amnistía sigue adelante, no se descarta que pueda ser Junqueras el candidato. El caso es que es muy probable que Esquerra no esté por la labor de pactar con Junts, ni tenga demasiada prisa.
Carles Puigdemont tampoco ve con malos ojos volver a hacer campaña electoral entre octubre y noviembre. Ya estaría en Cataluña y confía que este efecto podría serle beneficioso. Más si no gana contra Salvador Illa. Entonces podría intentar una reválida en cinco o seis meses. Debemos recordar que el de Amer dejará la política activa si no logra la presidencia de la Generalitat.
Y a Salvador Illa ya no le viene de algunos meses, después de dos años de sostener a Aragonès por orden de Moncloa. Siempre se podrá presentar argumentando aquello tan usado de necesitar "más fuerza" para no depender de los otros.
Solo hay una variable que podría ser importante. Si Aliança Catalana entra en el Parlament, como marcan ya muchos sondeos, tendría derechos electorales. Eso quiere decir que si hay repetición, Sílvia Orriols estaría en todos los debates, se le harían entrevistas y tendría dinero público para hacer campaña. Y esto puede provocar pesadillas a algunos.
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