Primer plano de Pedro Sánchez con cara de preocupación y primer plano medio de Carles Puigdemont riendo. De fondo, una foto de la Mesa del Congreso de los Diputados

POLÍTICA

Junts se carga la ley de amnistía y constata que la legislatura no tiene sentido

Junts per Catalunya vota en contra en la votación final y la ley de amnistía vuelve a la comisión de Justicia. Dos meses y medio después de investir a Sánchez, la legislatura colapsa

La XV legislatura de España va camino de convertirse en una serie de Netflix. Tras una votación para la Mesa in extremis y una investidura donde Carles Puigdemont se bajó los pantalones ante Sánchez, la votación en el Congreso para aprobar la ley de amnistía ha vuelto a evidenciar que esta legislatura nace coja. No olviden que entre el inicio del mandato y este 30 de enero, el PSOE regaló las competencias de inmigración (sin concretar demasiado) a Junts. Y todo esto en tan solo dos meses y medio.

Pero no nos desviemos del tema. La votación de la ley de amnistía debía ser un puro trámite para Frankenstein. El problema debería haber llegado después, tras su aprobación. Pues nada de eso, los problemas han llegado mucho antes.

Junts per Catalunya le ha cogido gusto a jugar al chantaje y llevar al límite cualquier votación. La política en sus manos parece un juego donde se van repitiendo las conductas. Esta vez con la amnistía de por medio. Pedro Sánchez ya había aceptado enmiendas las últimas semanas y llegó a introducir delitos de terrorismo que no fueran "violaciones graves de derechos humanos". Fue una línea roja que Ferraz superó porque es lo que hay mientras el PSOE necesite los votos de Puigdemont.

Montaje con un primer plano de Carles Puigdemont y otro de Míriam Nogueras con cara seria. De fondo, una imagen difuminada de varios escaños del Congreso de los Diputados

La propuesta de ley, pues, salió de la Comisión de Justicia con los votos a favor del Frankenstein 2.0, entre ellos los de Junts per Catalunya. Eso sucedió hace solo una semana. Pues este 30 de enero, Míriam Nogueras -la voz de Puigdemont en el Congreso- ha amenazado desde primera hora que su formación votaría en contra de la ley si no se aceptaban nuevas enmiendas. El PSOE se ha mostrado inflexible por primera vez y la propuesta de Junts no ha prosperado, de modo que se rompían las negociaciones entre los dos partidos.

El argumento de Junts per Catalunya es que hace falta ampliar aún más los delitos que cubre la ley de amnistía. Los movimientos de varios jueces las últimas semanas estrechan el cerco a Carles Puigdemont y Marta Rovira, buscando todo aquello que la ley de amnistía no recoge. Es lo que tiene cuando el poder legislativo señala y acusa al judicial, que a veces se rebota y responde.

El problema es que hasta para el PSOE se hacía imposible aceptar las nuevas enmiendas de Junts, imagínense. Y el resultado final era el esperado: la ley de amnistía no ha prosperado y vuelve a su casilla de inicio, a la Comisión de Justicia. 

Pedro Sánchez sentado en el congreso con expresión pensativa y mirando hacia abajo

La ley de amnistía puede volver, pero la legislatura el Gobierno Sánchez queda aún más tocado

Es evidente que Junts y el PSOE pueden seguir pactando y la ley de amnistía puede volver a votarse en el Congreso. El proceso se dilata, pero no ha terminado desde el punto de vista técnico. Otra cosa es qué sucede con una legislatura tocada de muerte. Porque la ley de amnistía era aquello necesario para que la legislatura avance. Sin ley no habrá presupuestos y el Gobierno queda colgando de un hilo.

Y, aunque Puigdemont y Sánchez vuelvan a ser amigos y haya cesiones y pactos, queda claro que así no se va a ningún sitio. La política es otra cosa, implica planificación y hacer los deberes. El Gobierno del Estado no puede depender de lo que piense cada día Carles Puigdemont.