Junts culmina el giro de su relato en inmigración, del buenismo al pragmatismo
Puigdemont vuelve a las esencias del 'aquí no caben todos' de la extinta CiU
Uno de los éxitos indiscutibles de Aliança Catalana ha sido el haber conseguido marcar el debate en la agenda política catalana. Lo ha hecho hasta el punto de condicionar el relato de un partido como Junts. La irrupción del independentismo identitario, en paralelo al hundimiento de los partidos woke, ha obligado a Carles Puigdemont a dar un giro en su relato.
En la entrevista de este martes en TV3, Carles Puigdemont ha defendido la delegación de las competencias de inmigración para Cataluña. "Si tenemos que gestionar toda la política migratoria de Cataluña, necesitamos ser responsables de toda la cadena de decisión. Desde el control de las fronteras, hasta las órdenes de expulsión o la concesión de un permiso de larga duración", afirmó.
Puigdemont reconoció que "la situación de Cataluña con la inmigración no es comparable al conjunto del estado español". Admitió que el problema migratorio es un "reto".
Pero marcó distancias respecto "quienes rehúyen el problema" y "quienes lo conflictivizan mucho".
Cuando CiU decía 'aquí no caben todos'
Pero Carles Puigdemont y su partido no siempre se han manifestado en estos términos. Basta con echar la mirada atrás para ver cómo cambió el discurso de CiU a Junts en una década, y como Puigdemont está volviendo a las esencias.
En 2011, el Gobierno de Artur Mas nombró a Xavier Bosch como nuevo secretario general de Inmigración de la Generalitat. Bosch había sido diputado de ERC hasta que rompió junto a Àngel Colom para la creación del Partido Independentista (PI). Tras el fracaso de aquel proyecto se subió al barco de CiU.
En su primera entrevista en el cargo marcó la línea a seguir del gobierno convergente con la cuestión migratoria. Se pueden leer frases como "el inmigrante debe tener claro que hay una serie de valores que respetar". O "no es aceptable que aquí circulen personas con la cara tapada".
En el programa de su consejería se pedía "huir del buenismo". Lo cual Bosch explicaba de la siguiente forma: "Nos referimos a eso de que aquí cabemos todos, que todos somos buenos".
"No caben todos", decía Bosch, que establecía como prioridad "la integración de los que ya están" y "conseguir que no venga todo el mundo". De forma profética, pedía "trabajar para que no venga más gente y anticiparnos a las futuras olas migratorias. Si no, nos pillará desprevenidos".
Como ahora Puigdemont, el entonces secretario general de Inmigración decía que "Cataluña necesita una política migratoria propia que nunca ha tenido". Afirmaba también que "la inmigración no es un problema en sí mismo, pero el encaje de llegar muchos en poco tiempo crea problemas". Las nuevas olas migratorias acabaron llegando, pero CiU ya no estaba y en su lugar había Junts.
Cuando Junts abrazó el buenismo
La descomposición de CiU y el Procés llevaron a la recomposición del nacionalismo conservador catalán en un proyecto ideológicamente heterogéneo. Puigdemont avaló la coexistencia de varias corrientes ideológicas, del conservadurismo convergente a la socialdemócrata y la izquierdista. La propia inercia del Procés acabó arrastrando al partido hacia el buenismo del que advertía Bosch.
Justo una década después de aquella entrevista, en las elecciones catalanas de 2021, Junts presentó un programa de lo más llamativo en inmigración. Ponía los derechos humanos en el centro de las políticas migratorias, formulando cinco propuestas:
- Políticas de inmigración y gestión de la diversidad desde la perspectiva intercultural, de género y de transversalidad.
- Garantizar la acogida humanitaria y los derechos de las personas migradas.
- Garantizar el cumplimiento del empadronamiento de las personas migradas, esencial para su integración y ejercicio de los derechos fundamentales.
- Cierre de los Centros de Internamiento para Extranjeros (CIE).
- Elaborar un pacto de inmigración con perspectiva de género.
La situación migratoria de entonces en Cataluña no era tan diferente a la actual. Simplemente, el procés había desplazado el eje ideológico y el partido se había adaptado a las condiciones subjetivas del momento. La entonces presidenta del Parlament, Laura Borràs, cortaba con el pretexto del antirracismo las intervenciones de Vox que vinculaban la inmigración con la delincuencia.
En esto no ha cambiado nada la situación. Josep Rull sigue ejerciendo el veto contra el racismo y la xenofobia sobre Vox y, en especial, sobre Aliança Catalana. Pero mientras su jefe Carles Puigdemont vuelve a las esencias de la vieja CiU culminando la evolución del buenismo al pragmatismo.
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