
Junts y Lluís Llach, intercambio de favores a la desesperada
Waterloo sale en defensa de la ANC tras el ridículo de Montserrat, y esta blinda el espacio electoral de Puigdemont
Siempre se ha especulado con la cercanía entre la Assemblea Nacional Catalana y Junts. Pero nunca se había evidenciado de forma tan clara como estos días.
El partido de Carles Puigdemont ha salido en defensa de la ANC tras su fracaso en el escrache contra el Rey Felip VI en Montserrat. A cambio, el sector oficialista de la ANC, encabezado por Lluís Llach, ha impuesto un cambio estatutario que impide que la entidad se convierta en un partido político.

De esta forma, Waterloo y la ANC unen fuerzas para proteger sus intereses en un momento muy delicado. El partido de Carles Puigdemont se encuentra atrapado en la crisis del PSOE mientras se hunde en las encuestas, tanto en Madrid como en Cataluña. La ANC, por su lado, consuma su fractura interna mientras pierde músculo social de forma imparable.
Junts rescata a la ANC de irrelevancia
Junts ha rescatado a la ANC de la irrelevancia social esta semana, utilizando el Parlament como altavoz para ocultar el fiasco de Montserrat.
La convocatoria de la ANC volvió a pinchar con apenas un centenar de personas. Aun así, la entidad soberanista le ha dado la vuelta denunciando una supuesta violencia policial y considerando una victoria el haber hecho entrar al monarca por la puerta de atrás.
Pese al fracaso evidente, los partidos procesistas (Junts, ERC y la CUP) han invitado a Lluís Llach esta semana al Parlament para pedir la dimisión de la consejera de Interior, Núria Parlon. Quien más vehemente ha sido en la denuncia ha sido, como no, Junts. Acusan a Interior de agresiones a los manifestantes y de haber puesto en riesgo la vida de uno de ellos que sufrió un infarto.
La consejera Parlon recriminó al diputado Francesc de Dalmases haber intentado romper el cordón policial. Este respondió de forma lacrimógena y con las habituales proclamas como "los catalanes no tenemos rey".
Con este show en el Parlament, Junts consiguió dar altavoz a un acto que congregó a cien personas y que suscita cero interés en Cataluña. También salvó a Lluís Llach de un nuevo sonrojo, pues pasó del fracaso a pedir la dimisión de la consejera.
Está claro que Puigdemont quiere tener a la ANC cerca, o más bien dicho, al sector oficialista de la ANC.
La ANC devuelve el favor a Junts
Pero este apoyo de Junts no es gratuito, y la ANC responde blindando el espacio político de Junts con una reforma estatutaria.
El sector oficialista liderado por Lluís Llach impulsó una reforma de los estatutos para cerrar el paso a los críticos que aspiraban a convertir la ANC en una lista electoral. Esto suponía una amenaza directa a los partidos procesistas. De hecho, el líder de esta facción, Josep Costa, nunca ha escondido su intención de desafiar el monopolio de estos partidos -entre ellos Junts.
La lista cívica hubiera fragmentado aún más el espacio político y habría perjudicado a Junts, que comparte afinidad política y por lo tanto electorado con la ANC. En plena disputa con Aliança Catalana, la lista cívica suponía aún más desgaste para un Puigdemont en declive.
Es verdad que la reforma fue sometida a votación telemática para los socios. Pero los críticos han acusado a la dirección de haber roto la neutralidad haciendo campaña descarada por el 'Sí' durante un mes entero. Objetivo cumplido, la reforma ha salido adelante.
Todos estos movimientos demuestran que partidos y entidades procesistas están en plena descomposición, y que ahora se necesitan más que nunca. El espacio de Junts, que incluye a la ANC y el Consell de la República, está especialmente tocado. Ahora toca intercambiar favores a la desesperada, incluso si eso implica el riesgo de rozar el ridículo.
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