Junts vuelve a la realpolitik y ya se entiende con el PSC
El partido de Carles Puigdemont y Jordi Turull alcanza un significativo acuerdo por los presupuestos en Tarragona
Las elecciones municipales del 28 de mayo de 2023 y los pactos postelectorales dejaron a Junts en una situación catastrófica. Sin poder territorial, con el partido fragmentado y con Carles Puigdemont haciendo la guerra por su cuenta en el extranjero, el partido quedaba condenado a la irrelevancia en el nuevo escenario político. El gran señalado de aquella debacle fue Jordi Turull, cuya posición de máximos dejó a Junts fuera de los principales órganos de gobierno en ayuntamientos y diputaciones.
Los resultados electorales del 23-J ofrecieron una nueva oportunidad para Junts para ser decisivos, esta vez en Madrid. Carles Puigdemont decidió aprovecharle, pese al evidente coste político en el flanco independentista. La derrota en las elecciones catalanas del pasado 12 de mayo marcaron un final de ciclo que precipitó el congreso nacional de octubre, en el que Carles Puigdemont ha acabado con la división interna y ha asumido el poder absoluto del partido junto a Jordi Turull.
Junts ha abierto una nueva etapa marcada por el pragmatismo. No renuncia a la independencia, pero teniendo en cuenta el contexto actual apuesta por abandonar la política ficción y centrarse en gestionar el día a día de la política en el Congreso de los Diputados y en el Parlament.
La situación le obliga a ejecercer una oposición dura con el PSC, sobre todo para plantar cara a Salvador Illa pero también para diferenciarse de ERC. Lo cual no exime a los juntaires de, en la línea de esta nueva etapa basada en el pragamtismo, explorar vías de acuerdo con el PSC para ser influyentes en Cataluña. Puigdemont, y sobre todo Turull, parecen haber aprendido de los errores del pasado reciente.
Importante acuerdo con el PSC en Tarragona
Junts ha pasado de la consigna de “nada con el PSC” a cerrar un acuerdo con los socialistas para los presupuestos de 2025 en el ayuntamiento de Tarragona. El grupo municipal de Junts aprobará las cuentas del ayuntamiento gobernado por el PSC, tras cerrar un acuerdo que incluye inversiones por valor de 5,4 millones de euros. Aunque Junts no se plantea por ahora entrar en el gobierno municipal, ambas formaciones han mostrado una gran sintonía y han celebrado el acuerdo.
Este pacto tiene más significado de lo que parece, porque el alcalde de Tarragona, Rubén Viñuales, es especialmente odiado por los independentistas. El motivo es su pasado como concejal y líder de Ciudadanos en la ciudad. El propio exalcalde de Tarragona de ERC, Pau Ricomà, utilizó recientemente una foto de Viñuales cuando era portavoz de Ciudadanos para deslegitimar el acuerdo de su partido con el PSC en la Generalitat.
Que Junts se avenga ahora a aprobar los presupuestos del PSC de Tarragona, mostrando además tan buena sintonía, significa que algo ha cambiado. Si hace un año y medio sacrificaban el poder territorial por los eslóganes, ahora bajan al barro de la política municipal para ser influyentes asumiendo las contradicciones.
El acuerdo en Tarragona demuestra también que pese a sus diferencias, PSC y Junts comparten también modelos parecidos en temas como el orden público y la seguridad.
Ganar influencia y aislar a ERC
Mantener un perfil duro en el Parlament y explorar vías de acuerdo en los territorios, allí donde sea posible. Esta es la consigna de Junts para volver a ser influyentes en la política catalana y, de paso, aislar a ERC.
Los de Puigdemont son conscientes de que el acuerdo de investidura con Salvador Illa dio vida a ERC cuando peor estaban, y aisló a Junts cuando trataba de volver a la primera línea. Saben también que necesitan revertir esta situación. Si la alianza de izquierdas se consolida, Puigdemont podría quedar eternamente condenado a la oposición.
El acuerdo en Tarragona es un claro síntoma del cambio de rumbo de Junts hacia un mayor pragmatismo. Pero la cosa va más allá del ámbito local: en el Congreso están acercando posiciones para aprobar las cuentas de Pedro Sánchez y en el Parlament, aunque parece más difícil, tienden la mano para negociar algunas carpetas.
Carles Puigdemont cuenta con volver tarde o temprano del exilio, y para entonces necesita un partido más fuerte y siendo influyente en cuantas más estructuras de poder mejor. Hace un año y medio perdieron la Diputación de Barcelona, y ahora se convierten en aliados estratégicos del PSC en la séptima ciudad más grande de Cataluña y una de las cuatro capitales de provincia.
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