La jugada de la CUP para seguir marcando la política catalana con 4 diputados

Mientras ERC asume el fin de una etapa y sus malos resultados, la CUP sigue echando balones fueras y justificándose en el contexto. Según afirmaba este miércoles Laia Estrada, la culpa es de la ola reaccionaria, del Govern de Pere Aragonès y de las frustraciones tras el 15-M y el Procés.

Ni pizca, pues, de autocrítica, ni una mínima intención de reconocer que el discurso de la CUP ya no es creíble y está alejado de los votantes. Con tan solo cuatro diputados, los anticapitalistas son cada vez más marginales en la política catalana y van camino de no tocar fondo si son incapaces de entender por qué no se les vota. Ahora bien, los de Laia Estrada creen tener un as en la manga.

La mayoría procesista en el Parlament ya es agua pasada, lo dicen los números. El descalabro de Esquerra y la CUP hace que las tres formaciones tengan ahora tan solo 59 diputados. Los datos no engañan, pero la CUP cree que aún puede marcar la política catalana. O eso se desprende de su última jugada.

La última jugada maestra de la CUP

Los anticapitalistas se reunirán esta mima semana con Carles Puigdemont para conocer sus planes. Junts insiste en la abstención del PSC para favorecer una investidura del de Argerlers, algo que parece improbable. Pese a ello, la CUP quiere poner su grano de arena a la jugada imposible con un acuerdo "antirepresivo" para la Mesa del Parlament.

Hay que reconocer que a marketing político nadie gana a los cupaires. Laia Estrada lanzaba esta propuesta en una entrevista en Catalunya Radio: "Queremos una Mesa que garantice los derechos de los diputados y la poca soberanía que queda en el Parlament" y cree que esto no estará asegurado si los socialistas catalanes consiguen la presidencia de la cámara. 

De este modo, ya se han reunido con Esquerra Republicana y Junts per Catalunya. Ahora tienen pendiente de reunirse con Jéssica Albiach, para intentar cerrar un acuerdo para conseguir una Mesa del Parlament 'antirepresiva'. Es más, según la CUP, estaría bien que fuera ERC quien ostentara la presidencia del Parlament.

No es una jugada cualquiera. Si esto sucede, el procesismo controlará el principal órgano de decisión de la cámara y propondrá candidato. Es, sin llegar a explicitarlo, una invitación de la CUP a Junts y ERC para pactar, para explorar la opción de seguir de la mano y probar una hipotética investidura de Carles Puigdemont.

Hay que decir, sin embargo, que una cosa es la intención de la CUP y la otra la realidad. Los Comuns no llegarán a un acuerdo con Junts, de modo que el procesismo se quedaría con 59 votos y empujaría al PSC a ponerse de acuerdo con los Comuns y el PP por separado para la presidencia del Parlament. De este modo, llegaría a los 64 votos.

Este será el primer asalto real de la legislatura y sucederá el lunes 10 de junio. Ese día veremos las alianzas en la elección de la Mesa del Parlament y la CUP ya ha mostrado sus cartas: quiere ir de la mano del procesismo.
 

La CUP sigue en 2017

Más allá de la realidad, lo significativo es que Laia Estrada verbaliza su voluntad de seguir ancorados en 2017. Hablar de represión y situar al PSC fuera o pedir un acuerdo con Junts, ERC y los Comuns, demuestra no entender demasiado el contexto actual.

La CUP se había acostumbrado hasta hace poco a condicionar, a exigir y a ser necesaria. Desde 2022 que no lo es, pero no ha aprendido la lección y sigue culpando a fuerzas malignas de sus malos resultados.

Lo extraño no es lo del 12 de mayo, no son los cuatro diputados actuales. Lo que fue poco común era que una formación antisistema condicionara la política catalana, como hizo la CUP desde 2015.