ANC: Auge y caída del independentismo cívico
El error de los partidos fue promocionar a figuras de la sociedad civil que creían que podrían controlar
La crisis interna en el seno de la Assemblea Nacional Catalana (ANC) ha señalado el agotamiento de un proyecto que nació para canalizar el llamado independentismo cívico y ha acabado consumido en las mismas lógicas de los partidos procesistas. El sainete vivido el pasado fin de semana, con la elección de Lluís Llach para la presidencia y su bloqueo por la aparición de un candidato alternativo deja a la entidad al borde del colapso. Eran muchos quienes tras lo ocurrido pedían directamente la disolución de la ANC.
Lluís Llach representa a un sector mayoritario dentro de la ANC que persigue la unidad del independentismo bajo el liderazgo de Carles Puigdemont. Sin embargo, en el secretariado nacional persiste un sector minoritario procedente de la anterior dirección que, capitaneados por Uriel Betran, defienden la lista cívica contra los partidos procesistas como Junts. Pese a que Llach fue de largo el candidato más votado, el sector minoritario bloqueó su elección con la presentación de un desconocido candidato alternativo llamado Josep Punga.
Esto desató la guerra entre los dos sectores con acusaciones cruzadas -el sector minoritario acusó a Llach de arrogante y los afines a Junts tildaron a Punga de maleducado. En el fondo está el debate sobre hacia dónde tiene que ir la ANC y qué papel debe jugar en pleno proceso de declive y descomposición del independentismo. Los de Llach creen que la ANC debe retomar la unidad en lugar de enfrenarse a los partidos como pretendía la lista cívica, pero sus rivales ven en su candidatura un intento de Puigdemont de fagocitar la plataforma en su particular pelea con Esquerra Republicana de Catalunya.
Entre los partidarios de Lluís Llach están los defensores del papel de la ANC como referente de la sociedad civil y motor de la movilización de las bases independentistas. Entre ellos hay exdirigentes como Jaume Marfany, Pere Pugès y Miquell Sellarès, que acusaron a la anterior cúpula liderada por el tándem Dolors Feliu-Uriel Bertran de querer convertir la ANC en un partido político. A su vez, estos son acusados de querer convertir la ANC en un satélite de Junts y defienden la autonomía de la entidad al margen de los partidos.
Carme Forcadell y Jordi Sànchez: el auge de la ANC
El nacimiento de la Assemblea Nacional Catalana se enmarca en los inicios del Procés, en 2012, cuando los partidos impulsaron la idea de integrar a los líderes de la sociedad civil en el entramado político procesista. Lo hicieron con la convicción de que esto permitiría no solo ampliar la base del Procés sino también dotarlo de prestigio y poder de movilización. Era además una apuesta por la democratización del movimiento independentista, algo de gran importancia en un momento en el que se intentaba exportar la causa catalana al mundo.
La presidencia de Carme Forcadell, de 2012 a 2015, representó el auge de una entidad que consiguió canalizar las aspiraciones de la sociedad civil independentista. Fue un momento de gran agitación, con convocatorias masivas como la Marcha Por la Independencia (2012), la cadena humana (2013) y la Vía Catalana de 2014. Forcadell, procedente del municipalismo en el entorno de ERC y de entidades como Òmnium Cultural y Plataforma per la Llengua, adquirió notoriedad hasta convertirse en una de las principales líderes del Procés.
Hasta el punto de que dio el salto a la política primero como diputada de Junts pel Sí y después como Presidenta del Parlament. Forcadell fue relevada por Jordi Sànchez, procedente del entorno de IC-V y del activismo social. Sànchez lideró la entidad durante los años duros del procés, en un momento en el que la ANC no solo había ampliado su base sino que también había dado un paso más en la radicalidad de sus posicionamientos como fuerza de choque del desafío de los partidos a la legalidad.
Elisenda Paluzie y la gestión de la frustración
El ingreso en prisión preventiva de Jordi Sànchez, acusado de sedición, abrió una nueva etapa en la ANC marcada por la gestión de la frustración. Para liderar esta nueva andadura eligieron a Elisenda Paluzie, procedente del ámbito universitario y del independentismo cívico como impulsora de plataformas como Sobirania i Progrés. La nueva presidenta de la ANC marcó una línea dura en un contexto marcado por el juicio a los líderes del Procés y la explosión de violencia tras la sentencia, en octubre de 2019.
Paluzie impuso una retórica supremacista con el menosprecio sistemático a los españoles, y fue investigada por decir que los disturbios “hacían visible el conflicto”. Defensora de la vía unilateral como única salida al conflicto catalán, supo acompañar el momento de rabia y frustración del independentismo con un discurso de autoconsumo. Pero alimentó también el distanciamiento con los partidos en el inicio del declive del movimiento, acuciado por las restricciones de la pandemia y el agotamiento por la decepción.
La elección de Dolors Feliu en 2022 no consiguió frenar el proceso de desmovilización que ha convertido a la ANC en un reducto sin ningún tipo de influencia social y política. Bajo su mandato se ha intensificado aún más el distanciamiento respecto a los partidos, que ha tenido como culminación el intento de encabezar una lista cívica en las elecciones al Parlament. En enfrentamiento entre las dos tendencias en torno a la elección del nuevo presidente son el triste epitafio de una entidad nacida para convertir el independentismo en un movimiento de masas y está a punto de morir presa de sus propias contradicciones.
Pero además, el fracaso de la ANC demuestra el clamoroso error de los partidos de creer que podían integrar a los líderes civiles en el juego político sin que tuviera consecuencias. La realidad es que el Proceso alumbró la proliferación de todo tipo de personajes frikis como Joan Bona Nit y Toni Albà, pero también a gente procedente de la sociedad civil a quienes al final los partidos ya no podían controlar. Lo irónico de todo esto es que quienes protagonizaron el último sainete de la ANC el pasado fin de semana son los mismos que un día jugaron a algo tan serio como desafiar un Estado.
La ANC, tocada de muerte
Al cierre de este artículo, se ha conocido que la ANC permitió a Lluís Llach presentarse a las elecciones a la presidencia pese a haber pagado las cuotas de socio fuera de plazo. Así lo ha desvelado el diario Ara, y el propio Lluís Llach ha dicho que hará las aclaraciones oportunas este sábado en el acto de proclamación del nuevo presidente. La vulneración del reglamento electoral compromete aún más la legitimidad de la entidad, que queda definitivamente tocada de muerte.
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