
Josep-Lluís Trapero, el gran señalado por la rebelión de los mossos
La brutal agresión a seis agentes en Lérida ha abierto una guerra entre los agentes y los mandos
Josep-Lluís Trapero fue una de las grandes sorpresas en las designaciones del nuevo gobierno catalán capitaneado por Salvador Illa. Su elección tenía como objeto evidenciar la superación del Procés. Como nuevo director general de los Mossos d’Esquadra, Trapero asumió el mando político de la policía catalana.

Durante su anterior etapa como mayor, estuvo en el ojo del huracán por su connivencia con el gobierno procesista durante el 1-O. Ahora vuelve a estar en la picota por el señalamiento de los propios agentes. Le acusan de haberles dejado solos en sus reclamaciones de más seguridad.
La sensación es que igual que en 2017, Trapero es rehén del poder político que le ha puesto en su cargo. Esto le obliga a secundar el relato oficial que relativiza la inseguridad en Cataluña y la violencia contra la policía. Pero al hacerlo se pone en el centro de la diana de la rebelión de los agentes contra sus mandos y el poder político.
Trapero, al servicio de Núria Parlon
La agresión a seis policías en Lérida ha desencadenado una guerra entre los agentes y sus mandos operativos y políticos. Los agentes se sienten abandonados en un contexto de auge de la violencia y la delincuencia en Cataluña. Sienten que tienen que hacer frente a situaciones de alto riesgo sin seguridad jurídica ni apoyo de los mandos.
Lo que más ha molestado han sido las declaraciones de los responsables diciendo que lo de Lérida son “hechos aislados”. El más señalado es Trapero, que ni les ha defendido ni ha acudido a la concentración este lunes. Esto le ubica claramente al lado del poder, que intenta vender el relato de la mejora de la seguridad.

Hay que recordar que el gobierno de Salvador Illa apostó por una cambio de rumbo en la consejería de Interior, y prometió "doblegar la curva delincuencial". Trapero llegó a su cargo al mismo tiempo que la consejera Núria Parlon, y ambos tienen una excelente relación. De ahí que Interior (Parlon) y la dirección de los Mossos (Trapero) actúen bajo los mismos intereses.
Esto refuerza la idea de que Trapero está actuando de peón del Govern en la cúpula de los Mossos. Su misión es transmitir una mejora de la seguridad y el orden público que sin embargo, según los agentes, es ficticia. De ahí que ahora le señalen como traidor.
La seguridad contra el poder
La crisis tiene un profundo calado porque pone en evidencia el fracaso en la gestión de la seguridad pública por parte del Govern. El relato no está yendo acompañado de resultados. Y hechos como Font de la Pòlvora, Salt, Mataró y La Mariola demuestran que Cataluña se encuentra cerca de un punto de no retorno.
Ante esta grave situación los mandos policiales, al servicio del poder político, tratan de transmitir una visión optimista de la realidad. Algo que los sindicatos niegan. Advierten de que la situación es mucho peor de lo que se transmite, y que Cataluña está rozando la tragedia.
Trapero es ahora la cara visible de ese poder que durante años ha sacrificado a los agentes del cuerpo en aras de los intereses políticos. Esto incluye, no hay que olvidarlo, los partidos que blanquean e incluso jalean la violencia contra la policía. Lo cual refuerza la idea de que más allá del relato de Illa, Cataluña sigue en manos del procesismo.
Más noticias: