La izquierda catalana mira con 'esperanza' a Estados Unidos
El pesimismo por la situación en Cataluña contrasta con su euforia en torno a Kamala Harris
La izquierda catalana no atraviesa buenos momentos. El hundimiento del procesismo y las opciones progres, unido al auge de la derecha y de los nuevos partidos de orden, arrojan un negro panorama que olvida a consolarse con otras batallas. Pasado el huracán venezolano, ahora la izquierda política y mediática lanza su mirada a Estados Unidos convencidos, como hace ocho años, de que está en juego el futuro de la humanidad.
La victoria de Donald Trump en 2016 fue acompañada de una campaña apocalíptica de los medios progres que vaticinaban poco menos que el fin de la humanidad. La sombra del retorno de Trump en las elecciones del próximo mes de noviembre ha puesto en marcha al establishment político y mediático global, también en Cataluña.
Estas últimas horas ha vuelto el exceso de azúcar en torno a los demócratas, como si la victoria de Kamala Harris fuera a solucionar la crisis que persigue a la izquierda catalana.
La euforia se ha desatado con las primeras encuestas que dan un sólido margen a Kamala Harris por delante de Donald Trump, pese a que las encuestas también daban vencedora a Hillary Clinton en 2016.
Estos días los medios afines a la izquierda se han hecho eco del simbólico traspaso de poder de Joe Biden a la candidata demócrata. Y líderes políticos se han descolgado con mensajes edulcorados sobre lo que interpretan como una batalla decisiva por el control de la batalla cultural en el mundo.
De Joe Biden a Kamala Harris pasando por Barack Obama
Estos días Washington se ha convertido en la nueva capital de Cataluña y “esperanza” es la palabra más repetida. Los medios públicos y subvencionados se esfuerzan en construir la imagen idílica de Kamala Harris, mientras reproducen los estereotipos en torno a Donald Trump y olvidan el cuestionable legado de Joe Biden. Su euforia se ha acabado desatando con la reaparición de Barack Obama, símbolo de todas las esperanzas de la izquierda global.
Una de las principales cabeceras digitales del procesismo en Cataluña abría este miércoles con la intervención de Obama y la palabra "esperanza". Se hacían eco de sus palabras cargadas de épica, hablando de "nuevo capítulo", de "una historia mejor" y del "retorno de la esperanza".
En otro de estos portales digitales celebran que "desde que Trump sufrió el atentado sus exectativas no han hecho más que empeorar". Unos y otros realzan la figura de Harris pero también la de Tim Walz, el segundo a bordo de su candidatura. Ni rastro del legado de Joe Biden, por ejemplo con el fracaso de la política exterior, la crisis migratoria y la recesión económica y la inflación, que precisamente pueden acabar impidiendo la victoria de su sucesora.
También los líderes políticos se han sumado a la campaña de glorificación de Kamala Harris, llegando a veces a niveles ridículos. Un ejemplo es el de la exalcaldesa de ERC en Sant Cugat, Mireia Ingla, que se rinde a la candidata demócrata “porque ríe de verdad” y “los ojos no engañan nunca”. Añade que “lo que transmite ella comparado con Trump no tiene ni punto de comparación”.
Más que unas elecciones
Muchos ven en Kamala Harris una especie de Obama 2.0, esta vez con más fuerza si cabe por la doble condición de mujer racializada. Políticos y medios de la izquierda juegan la carta del juego de opuestos, planteando la campaña electoral norteamericana como la batalla entre una mujer racializada y un hombre blanco. Para la izquierda esto son más que unas simples elecciones, ya que representan la posibilidad de frenar o incluso revertir el auge de la derecha en el mundo (Bukele, Milei, Le Pen).
Detrás de la euforia se esconde la cruda realidad de la izquierda en Cataluña, que ha perdido la hegemonía del relato y el debate público. Los partidos están siendo severamente castigados por las electores, que cada vez más perciben a la nueva izquierda como algo superfluo e irrelevante.
Todo esto demuestra, además, que pese a su retórica inflamada la izquierda catalana sigue alineada con el establishment globalista.
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