Montaje de Oriol Junqueras, Pere Aragonès y Carles Puigdemont con una manifestaciñon independentista en el fondo
POLÍTICA

El incomprensible error de cálculo de ERC con Carles Puigdemont

Pere Aragonès ve como Puigdemont marca la agenda, los tempos de la precampaña y ya le avanza en las primeras encuestas publicadas. Los republicanos deberán ir a remolque desde el minuto 0

Hace unos días afirmábamos que Pere Aragonès no podía hacer nada más que convocar elecciones. Intentábamos, además, explicar que no era una mala decisión: ERC no estará mejor en un año y la intención era coger desprevenidos a sus adversarios. Lo que sucede, es que los republicanos estaban convencidos de que Carles Puigdemont quedaba desactivado para el 12 de mayo y parece que sucederá todo lo contrario.

Queda bastante claro que Pere Aragonès no tenía intención alguna de competir en las urnas contra Puigdemont. En la sede de Esquerra se creía que el de Waterloo sería cabeza de cartel de Junts para las europeas y que renunciaría a unas elecciones catalanas. Esta era la esperanza de Junqueras y compañía y, una vez más, han menospreciado el efecto Puigdemont. Dirán algunos que ya sucedió en 2021 y quedó tercero, pero las circunstancias son tan distintas que lo de ahora tiene toda la pinta de girarse en contra de ERC.

Esquerra planteaba las elecciones del 12 de mayo como una "oportunidad" para demostrar "su madurez". Con la ley de amnistía ligada, Aragonès buscaba una campaña alejada de los sentimientos y emociones y centrada en ideología, en política. No entraremos a valorar si la estrategia era acertada, porque, parece que dará igual: la irrupción de Puigdemont lo cambia todo. No hay ninguna duda de ello: el de Waterloo polariza y será la estrella de los debates, aun sin poder estar presente en los platós.

Montaje de Puigdemont i Aragonès con una explosión de fondo

Esquerra vuelve a caer en la trampa de Carles Puigdemont

Parecía claro que el expresident se centraría en las europeas mientras buscaba un candidato para la Generalitat. La convocatoria precipitada ha enfadado a Junts, que ha decidido ir con todo para dejar a Esquerra sin el poder autonómico. Las encuestas de este lunes ya sitúan a Puigdemont por delante de Aragonès y este es el objetivo real de los juntaries: quedar segundo, el premio de consolación. En parte, porque no descartan que puedan gobernar, sin olvidar que una derrota de tu enemigo íntimo es una victoria a medias.

De momento, Pere Aragonès y los dirigentes de ERC evitan hablar de Carles Puigdemont y muestran confianza. Creen que el de Waterloo deberá mojarse en cuestiones ideológicas, como el Hard Rock, sucesiones o la ley trans. Asumen, además, que esto lo va a desgastar. No podían estar más equivocados.

Puigdemont hace años que no hace política. Vive de su liderazgo, de esas proclamas procesistas sin demasiado significado y prometiendo lo que saber que no puede cumplir. "Si vols que torni el president, vota al president", decían en 2017. Y le funcionó. Ahora, vuelven a buscar lo mismo, sabedores que ya marcan el relato de una precampaña que a Esquerra se le ha descontrolado desde el minuto uno.

Es evidente que la figura de Carles Puigdemont no representa lo mismo que hace siete años. Sin embargo, este se confrontará a Pere Aragonès, político con una baja popularidad, sin perfil de liderazgo y con demasiados frentes abiertos. Es más: una batalla fratricida entre ERC y Junts solo puede tener derivadas negativas. 

Montaje de Carles Puigdemont y Salvador Illa con un grafico elecotral de fondo

Cuando los procesistas compiten entre ellos, elevan el tono y vuelven al estado del uno de octubre. Toca subir apuestas, prometer otro referéndum y la luna. Lo que pasa, es que su bolsa de votantes es limitada y queda evidente que entre los dos se juegan los mismos electores. Es decir, solo se pueden hacer daño entre ellos. Sin embargo, si el Procés monopoliza el debate, hay un votante constitucionalista que solo se moviliza en unas elecciones catalanas para votar contrariamente a la independencia. 

Un ejemplo claro: en 2017, fueron a votar casi el 80% de los catalanes con derecho a voto. Cuatro años más tarde, en 2021, solo el 53%. El procesismo, que sabe que no puede movilizar a más gente, debería tenerlo en cuenta. Probablemente, es algo que no le importe a Puigdemont, decidido a ser el centro de todos debates. Sin embargo, perjudicaría mucho a ERC, que solo puede mantener la Generalitat si queda por delante de Junts y muy cerca del PSC.

Definitivamente, el contexto político en Cataluña no es el que Pere Aragonès preveía hace cinco días. La precampaña no la marca el president, sino la figura de Carles Puigdemont, a quien todos quieren confrontarse. Menudo error de cálculo de los republicanos. Una vez más.

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