Borràs hace aguas: su sector dentro de Junts, en pleno hundimiento
En cuestión de meses, fieles a Laura Borràs han protagonizado polémicas y dimisiones del partido que, sobre el papel, aún preside
A Laura Borràs le encaja como anillo al dedo la expresión latina ‘sic transit gloria mundi’. La locución señala que los momentos de gloria suelen ser efímeros y transcurrir con cierta rapidez. Y esto exactamente lo que le ha ocurrido a Borràs dentro del partido que todavía preside: ha pasado de ser prácticamente su ‘alma mater’ a ver como su ámbito de influencia se ha reducido a la práctica inexistencia.
No hace tanto tiempo que Borràs era uno de los pilares vertebradores de la nueva formación de Carles Puigdemont. Pese a que su relación con el ‘expresident’ es complicada desde hace ya años, Puigdemont era consciente de la ascendencia que Borràs mantenía entre las bases de la formación. Por esa razón no hubo guerra abierta cuando la expresidenta del Parlament se postuló para liderar el partido interna y externamente.
Laura Borràs, de la primera línea a la nada
En 2021 fue elegida candidata de Junts a la presidencia de la Generalitat y, un año más tarde, presidenta del partido. Borràs y su sector de acólitos han representado la vertiente más activista y menos política de Junts. Defendían una tendencia política próxima a la socialdemocracia y una priorización del eje nacional —irredento apoyo a la independencia— alejada del pragmatismo y del apego a la gestión y a la política del día a día.
Su familia antagónica era la liderada por Jordi Turull y que procedía, mayoritariamente, de la antigua Convergencia. Línea política de centroderecha, defensa de la independencia, pero sin olvidar la importancia del poder cotidiano, y política tradicional, alejada del activismo. Es el sector que ha acabado imponiéndose en Junts y dominando completamente su estructura, con el apoyo tácito de Carles Puigdemont.
Y si ello ha ocurrido es por múltiples causas, entre las cuales se encuentra la condena de inhabilitación a Laura Borràs por falsedad documental y prevaricación. La sentencia, publicada hace un año, hizo que Borràs fuera desapareciendo progresivamente de la primera línea política. Tanto, que desde el 23-J Junts ha tomado un protagonismo inédito por su acuerdo y posteriores rifirrafes con el PSOE, y, pese a ello, no ha habido rastro de la presidenta del partido.
Jaume Alonso-Cuevillas, la última dimisión
La condena a Borràs y su desaparición de la primera línea han ido de la mano del hundimiento de varios de los rostros que le eran fieles. Su entorno más inmediato, la guardia pretoriana de Laura Borràs —incluso desde antes de que fuera elegida presidenta del Parlament— ha protagonizado polémicas que han desgastado profundamente su perfil individual, pero también el de su familia política. Tanto es así que, hoy por hoy, el todopoderoso sector Borràs puede darse prácticamente por liquidado.
La última deserción la ha protagonizado el hasta ahora diputado de Junts, Jaume Alonso-Cuevillas, que ha abandonado su escaño. La razón oficial de la dimisión es laboral, pero lo cierto es que Cuevillas era uno de los diputados ‘juntaires’ alineado con el minoritario sector Borràs. La división con la mayoría del grupo, más cercano al ‘turullismo’ que propugnan sus líderes Albert Batet y Mònica Sales, se ha hecho evidente en los últimos meses.
Los diputados ‘borrasistas’, pues, constituyen una minoría absolutísima en el grupo parlamentario. La fragmentación se hizo explícita primero, con la polémica de Aurora Madaula y, más tarde, con el abandono de Cristina Casol.
Madaula abre la guerra y Casol dimite
Ambas diputadas, de la órbita de Laura Borràs, han sido los rostros de la división interna del grupo parlamentario. A finales de noviembre, Madaula, que también es secretaria de la mesa del Parlament, denunció “violencias silenciosas” en su grupo parlamentario. Varios diputados estallaron contra su compañera de grupo, que estuvo de baja laboral hasta hace escasas semanas.
El caso está siendo investigado internamente por el partido y por la Oficina de Igualdad del Parlament. En paralelo, hace unas semanas se archivó una denuncia de la diputada Cristina Casol (JxCat) por acoso dentro del grupo. Tras no dar credibilidad a lo denunciado, el partido la expulsó del grupo parlamentario y es, a día de hoy, diputada no adscrita.
Este es hoy el mapa de la órbita ‘borrasista’: con Cuevillas fuera del Parlament, Casol fuera del grupo parlamentario y Madaula dentro, pero enfrentada a la mayoría de diputados ‘juntaires’. Puigdemont, vía Turull —y Batet y Sales en el Parlament—, ha logrado ordenar los sectores que convivían en su partido y reducir a mínimos la influencia de Laura Borràs.
Dalmases, el escudero de Borràs puesto en duda tras su polémica en ‘FAQS’
Entre los diputados de Junts per Catalunya próximos a Laura Borràs se encuentra un nombre destacado: el de Francesc de Dalmases. Fiel escudero de Borràs —suele acompañarla a todos los actos públicos a los que asiste—, Dalmases ha mantenido un perfil bajo en las polémicas de Madaula y Casol. Su alineación con ambas y Borràs es indiscutible y su distancia con la línea oficialista del partido viene de lejos.
Concretamente, en verano de 2022 protagonizó una sonora bronca a una periodista en el programa ‘FAQS’ de TV3. Ello causó una investigación interna en Junts, tras el malestar de varios lugartenientes de la formación, que concluyó que Dalmases había intimidado a la periodista. Todo acabó con su dimisión como vicepresidente del partido en otoño de 2022, algo que supuso un primer golpe al sector Borràs.
Desde entonces, la distancia entre Dalmases y el grueso del grupo parlamentario es evidente. Cuevillas, Dalmases, Casol y Madaula son el ejemplo flagrante de la pérdida de peso del sector ‘borrasista’. Otros diputados —Pere Albó, Ester Vallès, Joan Canadell o Antoni Castellà—, a menudo considerados cercanos a la familia política de la expresidenta del Parlament, mantienen a la vez un pie en la línea oficialista ante el hundimiento.
Ante este panorama aterrador, el recorrido político de Laura Borràs parece condenado al ocaso. La presidencia del partido, un cargo que hoy por hoy parece más nominal que efectivo, es un último clavo al que pueda agarrarse quien sostuvo durante años las masas de Junts. Aunque nada es descartable en política, y menos en el mundo ‘procesista’, el ‘borrasismo’ da evidentes señales de disolución.
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