Montaje de Marta Rovira y Lluis Llach mirándose de frente
POLÍTICA

Guerra abierta entre ERC y la ANC a las puertas de la Diada del 11-S

El procesismo, más dividido que nunca a menos de tres semanas de una de sus citas clave

Faltan menos de tres semanas para la Diada del 11 de septiembre, una de las grandes fechas (si no la que más) del independentismo catalán. Y, si una cosa está clara a las puertas de esta jornada reivindicativa es el procesismo la afronta más dividido que nunca.

La eterna guerra entre Junts y ERC se ha trasladado al conjunto del movimiento procesista. El motivo es que, básicamente, gran parte de las llamadas organizaciones civiles del procesismo se ha posicionado del lado de Carles Puigdemont en la batalla entre los dos partidos que lideraron el ‘procés’. Y el caso que evidencia más esta situación es la de la ANC, la Assemblea Nacional Catalana.

Lluís Llach hablando frente a un micrófono.

Aunque ya viene de antes, desde que Lluís Llach fue proclamado presidente de la ANC, esta entidad se ha convertido en una extensión de los postulados de Puigdemont. De hecho, el excantante lleva semanas cargando duramente contra ERC y su decisión de investir a Salvador Illa. Incluso organizó una manifestación en Barcelona para protestar por ello (aunque fue un pinchazo absoluto con la asistencia de poco más de 2.000 personas). Pero el posicionamiento de Llach de alinearse con las tesis de Junts y criticar a los republicanos va más allá.

El presidente de la ANC, por ejemplo, también se hizo suya la propuesta juntaire de que Junts y ERC se presentaran juntos a una repetición electoral que habría provocado una no-investidura de Salvador Illa. Hace semanas que, cuando habla Lluís Llach, cuesta distinguir si lo hace el presidente de la ANC o no un portavoz del partido de Puigdemont.

“Independentista no es quien se define como tal, sino quien lo practica. ERC se define como independentista, pero no lo practica”, decía Lluís Llach hace unos días en una entrevista a Vilaweb. En un comunicado, la ANC también afirmaba que los republicanos eran los culpables de haber roto la unidad independentista. Una afirmación curiosa, ya que parece que esta supuesta unidad se habría roto ahora, cuando ERC y Junts llevan años tirándose los platos por la cabeza.

Un hombre mayor con camisa azul aparece en primer plano, mientras que en el fondo se ven varias personas de pie frente a un podio con un cartel amarillo.

Lo que está claro es que al otro lado del ring no se han quedado callados. A pesar de que gran parte de la cúpula ha optado por no abrir una guerra pública con Lluís Llach, hay algunos dirigentes que no se han querido quedar callados. “Suerte de estos caudillos que tienen acreditado saber quién es fiel y quién no”, respondía el Joan Queralt, diputado de ERC en el Congreso.

También otras figuras como el presidente de ERC en Pineda, Hugo Ernesto Guffanti, han alzado su voz: “Llach dimisión por botifler”, decía hace unos días. También pedía su dimisión Pep Marata, hasta hace unos meses presidente de ERC en La Garriga: “Lluís Llach dimisión por incompetente y sectario”.

También muchos militantes de base han protestado por la deriva pro-Junts de la ANC desde que Lluís Llach se ha hecho con la presidencia de la entidad. Ya en su día, su nombramiento fue visto como el último intento juntaire de controlar esta plataforma. Y el tiempo ha dado la razón a quiénes lo sospechaban. Y es que, en los últimos tiempos, la ANC (con Lluís Llach a la cabeza) no ha hecho más que ponerse del lado del partido de Puigdemont para atacar a su rival procesista.

De hecho, ya hace años que el propio Llach se ha posicionado claramente a favor del discurso puigdemontista, siendo incluso uno de los miembros destacados del Consell de la República, otro chiringuito procesista que ejerce de lobby juntaire dentro del mundo del procesismo.

A menos de tres semanas para la Diada, veremos cómo se concreta la división procesista en los actos organizados por la ANC. Lo que está claro es que el procesismo afronta esta fecha clave en una situación delicada: habiendo perdido el poder, completamente dividido y con acusaciones cruzadas para ver quién es el más indepe.

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