Montaje deLaura Borras, Aurora Madaula, Cristina Casol y Jordi Turull

POLÍTICA

La gran purga: cómo se ha fraguado el golpe de la vieja guardia en Junts

El sector oficialista se ha cargado a las corrientes internas para controlar y derechizar el partido

Ante el proceso de descomposición del independentismo derivado del fracaso del Procés, la vieja guardia convergente ha decidido dar un cambio de rumbo a Junts. El proyecto nació para ser un espacio transversal, pero ese espacio ya no existe. La partida se juega ahora en una creciente polarización que aviva la tensión entre las corrientes internas.

El partido lleva tiempo enfrascado en una lucha intestina entre el sector oficialista, liderado por el secretario general, Jordi Turull, y el entorno de la presidenta Laura Borràs. Pero las denuncias de dos diputadas por machismo han dejado al descubierto una operación que va mucho más allá. Se trata de un golpe de la cúpula contra las dos corrientes que desafiaban su supervivencia en plena crisis del procesismo.

De CiU a Junts

Para entender el golpe hay que retroceder hasta 2012, cuando Artur Mas puso en marcha el Procés. El Govern de Convergència i Unió estaba contra las cuerdas, asediado por la crisis económica y la conflictividad social. ¿Recuerdan aquella imagen del President aterrizando en helicóptero en un Parlament rodeado de manifestantes?

El Procés independentista era en realidad un proceso de regeneración del nacionalismo conservador y de CiU en particular. En 2015 Convergència (CDC) rompió con Unió (UDC), y formó coalición con ERC en las elecciones con Junts pel Sí. Aquel proceso llevó a la fundación del Partit Europeu de Catalunya (PDeCAT), que junto con CDC integraron en 2017 la plataforma electoral Junts per Catalunya.

Artur Mas con Carles Puigdemont dándose la mano con fotógrafos a su alrededor

En 2018 los convergentes registraron oficialmente el partido político Junts per Catalunya. El PDeCAT, con Artur Mas al frente, quedó como el reducto del sector más liberal de la vieja convergencia. Junts, liderado por Puigdemont, se convirtió en una plataforma transversal que incluía desde los convergentes más radicalizados hasta los recién aterrizados en la política, como la propia Laura Borràs.

Las tres corrientes de Junts

Tras el fracaso del Procés y el paso de sus dirigentes por la cárcel, Junts celebró en octubre de 2021 un congreso trascendental. En aquella reunión se acordó la unidad del espíritu del 1-O, de acuerdo con el principio de transversalidad. En base a ese principio se establecieron tres corrientes internas dentro del partido.

Junto a la corriente liberal que encabezó Ramón Tremosa y que aglutinaba a la vieja guardia convergente, surgieron la corriente socialdemócrata y la corriente de izquierdas. Cristina Casol fue elegida para liderar a los socialdemócratas, mientras que Aurora Madaula se puso al frente de las izquierdas.

Montaje con un plano medio corto de Aurora Madaula hablando en la tribuna del Parlament y otro plano medio corto de Laura Borràs con la boca ligeramente abierta

Contra todo pronóstico, los socialdemócratas se impusieron a los liberales como corriente mayoritaria entre la militancia. Esto abrió una lucha por el poder, no solo por las diferencias ideológicas sino también por la forma de hacer política. Se trataba del enfrentamiento de la nueva política, representada por los advenedizos, frente a la vieja política, con perfiles políticos y antiguas formas de proceder.

La venganza de la vieja guardia

Perfiles como el de Laura Borràs funcionaron en un contexto de radicalidad que no exigía más juego político que las grandes declaraciones y el postureo. Cuando ha habido que bajar al barro de la negociación, estos personajes han empezado a molestar. Y esto ha coincidido con la necesidad de un viraje ideológico.

Así es como el sector liberal, apoyado por importantes poderes económicos, ha conseguido retomar el control del partido. Los antiguos dirigentes convergentes, encabezados por Jordi Turull y Josep Rull, consiguieron la bendición de Waterloo. Junto a Carles Puigdemont, han puesto en marcha una operación para apartar a Laura Borràs de la toma de decisiones.

La expulsión de Cristina Casol del grupo parlamentario ha sido el primer paso para acabar con la corriente interna mayoritaria. El siguiente paso es liquidar a los izquierdistas de Aurora Madaula, para acabar con la purga de la disidencia. Ya sin obstáculos, los liberales podrán dar rienda suelta a la tentación reaccionaria que en un contexto de polarización del independentismo apuesta por acercarse a la extrema derecha.