El Govern quiere ahora talar bosques para frenar la sequía
La medida ha generado escepticismo en la ya de por sí criticada gestión de la emergencia climática en Cataluña
El último barómetro del Centre d’Estudis d’Opinió (CEO) refleja, entre otras cosas, que la sequía es ya la principal preocupación de los catalanes. La segunda es la insatisfacción política, y cuando ambas se dan la mano, aparece la imagen del Govern. Su gestión de la crisis climática sigue dando mucho que desear a pesar de sus intentos desesperados por aplicar medidas y recuperar el tiempo perdido.
El Departamento de la Acción Climática de la Generalitat anuncia ahora la tala de bosques de las cabeceras de las cuencas fluviales para frenar la sequía. El Govern quiere así poner fin al crecimiento descontrolado de los bosques, que ha disminuido de forma alarmante el caudal de agua hacia los ríos y los embalses. La primera tala se hará en el Ripollès, para generar agua equivalente al consumo anual de unas 2.700 personas.
La última genialidad del Govern genera escepticismo entre muchos que lo ven como un parche más en la catastrófica gestión del agua en Cataluña. El Govern trata de impulsar medidas a la desesperada para recuperar el tiempo perdido de años sin inversiones. La pregunta es ahora si talar árboles servirá realmente para reducir la sequía, o es otro disparo al aire en el cúmulo de irresponsabilidades en torno a esta cuestión.
Menos bosques y más agua
El Departamento de Acción Climática ha alertado de la emergencia forestal que se suma a la emergencia climática del país. La sequía que azota Cataluña estos últimos años ha sido la estocada a la ya de por sí complicada situación de los bosques, tras varias décadas de abandono. La masa forestal ha avanzado hasta ocupar un 64% del territorio, impidiendo que el agua llegue a los ríos y a los embalses.
Los árboles no solo consumen más agua sino que con sus copas frenan la llegada al suelo de una lluvia que se acaba evaporando. Los expertos alertan de que las aportaciones de los ríos a las cuencas de cabecera han disminuido hasta un 10%. Acción Climática concluye que “el crecimiento de la superficie y el aumento de la densidad de los bosques en las cabeceras está reduciendo la aportación de agua en los ríos”.
El Govern prevé destinar más de 3,2 millones de euros en actuaciones de gestión forestal para recuperar litros de agua vitales en esta situación. Forma parte del plan hidrológico de la Agencia Catalana del Agua (ACA) hasta 2027, que incluye intervenciones en las masas forestales más densas. El objetivo son aquellos bosques donde los árboles cubren más del 80% de las superficies, y donde cortando uno de cada cuatro se podría aumentar hasta un 25% el agua que llega a los ríos.
Incertidumbre ante las elecciones
La gestión del gobierno catalán ha sido muy criticada por la falta de inversiones en los últimos años para prevenir la sequía. Una vez declarada la emergencia climática, el Govern impuso restricciones de agua a los ciudadanos y a los agricultores. Lo cual generó muchas críticas, al entender los afectados que estaban pagando los platos rotos de la mala gestión de los gobernantes durante años.
La peor sequía en dos siglos tiene también sus consecuencias económicas, y ante la grave situación están apareciendo todo tipo de soluciones. Como la captación de niebla a través de un innovador sistema, o la misma tala de árboles que ahora planea la Generalitat. Pero todo parece fruto de la simple improvisación, ante un problema que exigirá grandes inversiones y mucho acierto en las decisiones.
La caída del Govern de Pere Aragonès y la convocatoria de elecciones no hacen sino añadir más incertidumbre a la situación de la sequía en Cataluña. El vacío de poder en la transición al nuevo gobierno será más tiempo perdido ante una crisis que pide soluciones inmediatas. Cabe también preguntarse qué medidas tomará la nueva administración, y si llegan demasiado tarde.
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