El 'gobierno en la sombra', otro intento de Carles Puigdemont de tapar su fracaso
El líder de Junts, aislado y con el crédito agotado, copia una vieja fórmula sin aportar nada nuevo
En 1999, Pasqual Maragall anunció la creación de un gobierno en la sombra para fiscalizar la labor del gobierno de Jordi Pujol. Lo hizo inspirándose en los shadow cabinet del Reino Unido, donde el jefe de la oposición confecciona un gobierno alternativo para marcar de cerca al ejecutivo. La fórmula fue retomada en 2022 por Salvador Illa, que creó un gobierno en la sombra para apretar las tuercas al gobierno de Pere Aragonès.
Carles Puigdemont anuncia ahora su intención de formar un gobierno alternativo para ejercer una oposición dura al gobierno de Salvador Illa. En realidad, el expresident no hace otra cosa que copiar la estrategia del PSC y demostrar que no ha digerido la presidencia de Salvador Illa. Pero además hay diferencias sustanciales con los gobiernos alternativos de Maragall e Illa, lo cual sugiere una nueva artimaña de Puigdemont para esconder su verdadero fracaso.
En primer lugar, porque Maragall e Illa crearon sus gobiernos alternativos con una fuerza considerable del arco parlamentario. Maragall tenía solo cuatro diputados menos que Pujol y representaba una alternativa real a su gobierno. El caso de Illa es aún más evidente, porque había ganado las elecciones aunque un pacto entre ERC y Junts acabó dando a Pere Aragonès la llave de la Generalitat.
Además de la fuerza real, los gobiernos en la sombra del PSC en 1999 y en 2022 ejercieron contra dos gobiernos con un alto nivel de desgaste. El pujolismo estaba dando sus últimos coletazos cuando Pasqual Maragall formó su gobierno en la sombra, y ERC y Junts venían de la dura derrota del procesismo cuando Salvador Illa creó su propio gabinete alternativo. En ambos casos les sirvió para llegar a la Generalitat en el siguiente ciclo electoral.
Carles Puigdemont, un líder sin ideas
No es este el caso de Carles Puigdemont, que quedó lejos de la fuerza más votada, el PSC, en una clara derrota de su proyecto en las elecciones autonómicas del 12 de mayo. A diferencia de los casos anteriores, tras el pacto de investidura Junts ha quedado como una fuerza aislada en el Parlament. Guste o no, la legitimidad del gobierno de Salvador Illa es aplastante, y a Junts le toca hacer una oposición responsable.
Pero además, Maragall e Illa hicieron oposición a gobiernos desgastados mientras que la presidencia de Salvador Illa inaugura un nuevo ciclo político en Cataluña. El tiempo dirá si la acción de gobierno es acertada o no, pero está claro que el espíritu de este gobierno alternativo que plantea ahora Junts es muy diferente a los anteriores. Parece más un proyecto de salvación personal al estilo más puigdemontista que un proyecto alternativo de país como propusieron en su momento Pasqual Maragall y Salvador Illa.
Pero tampoco es nada nuevo. Puigdemont ya creó el Consell de la República como una suerte de gobierno paralelo tras perder la presidencia de la Generalitat en virtud de la aplicación del 155. El gobierno en la sombra tiene la misma lógica que el gobierno en el exilio para Carles Puigdemont: como no tiene el poder, se lo inventa.
El espejismo de la transversalidad
La creación de un gobierno alternativo tiene también una lectura interna: Puigdemont necesita reforzar su imagen de cara a su elección como presidente de Junts en el congreso de octubre. El expresident sabe que la investidura de Salvador Illa fue un fracaso personal, y necesita resarcirse ahora amparado en la figura de jefe de la oposición. Pero no un jefe de la oposición común, sino el líder alternativo llamado a arrebatar el poder al PSC.
En esa tesitura, Puigdemont vuelve a apelar a su liderazgo como el elemento aglutinador del independentismo frente a la traición de ERC. Un proyecto transversal que se basa en otra fórmula ya inventada, la de la Casa Gran del Catalanisme ideada por Artur Mas. La idea es sencilla, y consiste en ensanchar la base del partido para impulsar un proyecto transversal y unificador del independentismo con el fin de alcanzar la Generalitat.
El problema es que en aquella ocasión Artur Mas ganaba elecciones y disfrutaba de un prestigio y de un contexto a favor de los que ahora mismo carece Puigdemont. Además, Junts es incapaz ahora de ofrecer un proyecto transversal. Si Mas basó su proyecto en la unificación de las distintas sensibilidades del nacionalismo y el soberanismo, Puigdemont basa el suyo en la disputa con ERC y su sectarismo impide incorporar a amplios sectores del independentismo.
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