¿Una Generalitat sin partidos procesistas?

Cuenta atrás para las elecciones catalanas. En menos de un año -como mucho serán a principios de marzo de 2025- tocará ir a votar para escoger el nuevo Parlament de Catalunya. De allí saldrá el nuevo president de la Generalitat, que por primera vez podría llegar a Sant Jaume sin un pacto con partidos procesistas. Parece muy complicado, es verdad, pero no imposible. 

Hasta hace poco se atisbaba imposible pensar en un Govern sin que Junts o ERC formaran parte de él. La ley electoral beneficia a los partidos independentistas, de modo que con menos votos, cuentan con más escaños. La deriva a la izquierda en Cataluña añade dificultad a un pacto sin el procesismo. Sin embargo, algunas cosas han cambiado, algo se ha movido y hasta los opinadores más procesistas asumen que hay una alternativa. 

Es muy difícil, ciertamente. Junts y ERC sumarán unos 40/45 diputados mínimo de 135, de modo una de las dos formaciones está llamada a formar gobierno con el PSC. Esta sería la lógica política si tenemos en cuenta los últimos 20 años y lo que ha sucedido desde el primer tripartito. Lo que sucede, es que hay otros actores ahora mismo y se podría dar el caso de un acuerdo, aunque sea de investidura, que alejara a los de Junqueras y Puigdemont del poder.

Nuevos actores, ¿Pactos inéditos?

Es política ficción y sería necesario que las reglas del juego fueran distintas. Sin embargo, en los mentideros de Barcelona es una opción que nadie descarta. Imagínense por un momento que la legislatura española colapsa, que el caso Koldo tiene más capítulos y Pedro Sánchez se ve obligado a convocar elecciones. No es algo fácil, pero muchos asumen ya que solo habrá unos presupuestos, de modo que la legislatura podría llegar a su fin en un año, justo cuando haya elecciones en Cataluña.

Si esto sucede, las alianzas del PSOE con ERC y con Junts desaparecen. No hay favores a devolver, no hace falta votar unos presupuestos que no son tuyos. Salvador Illa tendría, pues, las manos libres para escoger su camino en caso de que gane las elecciones.

Si seguimos con esta política ficción, podría suceder que sumara entre 40 y 50 diputados. Son muchos, es cierto y ahora mismo tiene 33 diputados, pero no es ninguna locura. No hay percepción que Esquerra pueda remontar en las encuestas y los Comuns siguen sin encontrar su puesto en Cataluña. Si además aceptamos que Ciudadanos no tiene opciones reales de entrar en el Parlament, el PSC podría superar los 40 diputados.

En este ejercicio, le podemos poner la cifra de 45 escaños. Le faltan, pues, 23 para lograr la mayoría absoluta. La lógica sería mirar para la izquierda o buscar la complicidad de Junts. Sin embargo, partimos de la base de que el contexto en el Congreso es distinto y Salvador Illa recibe, imagínense, una oferta irrechazable.

Muchas encuestas marcan que el PP de Alejandro Fernández podría obtener unos excelentes resultados ahora mismo. Su discurso, azote de la izquierda y el procesismo, cala en un electorado conservador y moderado, huérfano ahora mismo. Pongamos por caso que el PP suma 15 diputados -el CEO del Govern le daba entre 12 y 17-. Sería plausible que los populares ofrecieran sus votos a Illa para evitar un acuerdo con el procesismo.

Al PSC le faltarían, pues, 8 escaños. Vox, según muchas encuestas, estaría alrededor de los 8 diputados, mientras que los Comuns se situarían entre 10 y 14. No sería difícil que Slavador Illa pudiera sumar 68 votos favorables o hasta más síes que negativos. Es un escenario hipotético, es cierto, pero por primera vez, es algo plausible y podría suceder en meses. Quizás así se entienden todos los anuncios que ERC lanza desde el Govern desde hace semanas: ven peligrar verdaderamente su posición actual.