El futuro del Parlament sin una mayoría ‘procesista’
Las encuestas dibujan que ERC, JxCat y CUP no sumarán 68 escaños: ¿qué ocurriría en un Parlament dominado por las fuerzas contrarias al ‘procesismo’?
Pese a la insistencia del Govern de Pere Aragonès, en los entresijos de la política catalana es un secreto a voces. Aunque la legislatura autonómica se agota en el primer trimestre de 2025, parece haber consenso en que los comicios van a celebrarse durante el próximo año. Los alicientes del ‘president’ para el adelanto pesan más que los argumentos para agotar su mandato.
La posible caída de la inhabilitación de Junqueras a causa de la ley de amnistía podría suponer un paso atrás obligado para Aragonès al frente de ERC. Pero más allá de ello, la dinámica de desgaste en la que se encuentra ERC podría conducir a Pere Aragonès a evitar males mayores. Es decir, un adelanto electoral puede ser el torniquete que evite una sangría aún mayor si los comicios se celebran al término de la legislatura.
No cabe duda de que en la mente del presidente de la Generalitat y su equipo ocupa un peso importante el calendario electoral de 2024. Las elecciones europeas del próximo junio —y su probable coincidencia con los comicios en el País Vasco y Galicia— están en la agenda y condicionarán el avance catalán. Sobre todo, en el caso de que Carles Puigdemont vuelva a encabezar la lista de Junts en Bruselas.
La jugada de Aragonès, para evitar un ‘efecto Puigdemont’, podría ser una convocatoria de las catalanas en primavera. Otros foros apuntan que el verano serviría para cerrar el mandato y que los comicios apuntan a otoño. La coincidencia, pues, se encuentra en que se da por hecho que Pere Aragonès adelantará los comicios y que estos tendrán lugar antes de 2025.
La pérdida de la mayoría ‘procesista’ y la centralidad de Illa y el PSC
Más allá de especulaciones sobre la fecha electoral, la proximidad con los comicios sitúa el foco de importancia sobre las encuestas. La publicación de estudios demoscópicos es continua a lo largo del mandato, pero es obvio que en su ocaso adquiere un peso específico vital. Entre todos ellos, destaca el barómetro del Centre d’Estudis d’Opinió (CEO), el CIS catalán.
El último estudio llevaba a una conclusión clara, que no pudieron ocultar ni los medios más afines al movimiento ‘procesista’. La suma de escaños de ERC, Junts per Catalunya y la CUP no llegaba a los 68 diputados, la cifra que marca la mayoría absoluta en el Parlament. En concreto, las tres fuerzas protagonistas del ‘procés’ lograrían, según la suma de sus horquillas, de 52 a 66 escaños.
De cumplirse el pronóstico del CEO, el descalabro de los partidos ‘procesistas’ no tendría precedentes. Supondría la pérdida del control de la cámara legislativa catalana, del que ha dispuesto siempre, y abriría sin duda una nueva etapa en Cataluña. El protagonismo, pues, lo tomarían las fuerzas que han combatido el ‘procés’ desde su arranque, hace ya más de una década.
El gran vencedor de las elecciones sería el PSC, y esto no es algo que apunte el CEO. Se trata de una tendencia que se dibuja desde hace meses en las encuestas. El CIS catalán otorga a Salvador Illa de 39 a 45 escaños, una cifra solo superada, en su franja alta, por Pasqual Maragall en 1999. El histórico resultado de los socialistas los situaría en el centro de la política catalana.
Como es obvio, la pérdida de la mayoría independentista situaría a Salvador Illa en el centro de todas las miradas. El exministro de Sanidad, que ya fue el candidato más votado en las últimas elecciones, podría repetir y lograr la primera victoria en escaños para el PSC. Con este logro, los socialistas afrontarían un reto mayúsculo: la posibilidad de liderar un Govern no ‘procesista’ una década después.
Este escenario tan favorable para el PSC solo tiene un posible escollo por delante. Todas las encuestas publicadas se elaboraron antes del pacto de investidura en Madrid y, por lo tanto, antes del acuerdo de Sánchez y Puigdemont sobre la ley de amnistía.
El pacto, que ha levantado ampollas entre afiliados y simpatizantes socialistas, ya tiene un impacto en el electorado. Las últimas encuestas a escala nacional minan las expectativas socialistas y dan una cómoda mayoría a la derecha. La gran incógnita es si el PSC sufre —y en qué medida lo hace— este desgaste a nivel catalán.
Sociovergencia y tripartito: los dos caminos de Illa…
Sea como sea, la posición de centralidad del PSC en la próxima legislatura parece garantizada. Y llegados a tal escenario, la lógica conduce a pensar que Salvador Illa tendrá que escoger un camino. ¿Por qué pacto optaría para llegar a la presidencia de la Generalitat?
El sentido común parece ofrecer dos opciones muy evidentes, pero quizá no sean las únicas. La primera es el tercer tripartito. Tras los liderados por Maragall y Montilla, ahora Illa podría apostar por un acuerdo con ERC y los Comuns.
Mientras que el pacto con la formación morada estaría cantado, habría que observar la predisposición de ERC en este escenario. Los republicanos se han mostrado siempre, en público, reticentes de un acuerdo con el PSC, para evitar perder ‘empaque procesista’ ante Junts.
Pero una vez desaparecida la mayoría del ‘procés’, ¿mantendrían los republicanos esta posición o apoyarían al PSC? Habría que verlo. Los acuerdos en las diputaciones de Barcelona y Tarragona son ya una enmienda a esta postura.
La alternativa lógica de Illa a un tripartito sería pactar con Junts. La sociovergencia, ya practicada con éxito en el mandato anterior de la Diputación de Barcelona, es una opción ansiada por determinados sectores del partido de Puigdemont. Si Junts sobreviviría internamente o no a un pacto con el PSC ya es otra cuestión.
… ¿o hay tercera vía? El ‘pacto a la barcelonesa’, una posibilidad en el Parlament
Pero la experiencia reciente nos permite dibujar una tercera opción sobre la mesa de Salvador Illa. ¿Sería posible a escala catalana un acuerdo como el que permitió a Jaume Collboni ser investido alcalde de Barcelona?
Nadie tiene la respuesta, lógicamente, pero es una opción que debe contemplarse. Y más, tras lo que ocurrió en el sonado pleno de junio al que Trias entró prácticamente como alcalde y salió despechado. Illa podría encontrar los votos que lo distanciaran de la mayoría absoluta no solo en los Comuns —un acuerdo natural—, sino en el PP o incluso en Vox.
Los de Alejandro Fernández, sobre todo, y en menor medida la formación de Ignacio Garriga, podrían tener la llave para poner fin a los gobiernos procesistas. Investir a Illa manteniéndose en la oposición, un paralelismo de lo que ocurrió en la ciudad de Barcelona, sería una combinación plausible.
¿El PP de Alejandro Fernández se prestaría a esta operación? ¿Cómo encajaría Illa su investidura con unos eventuales votos de Vox? Más leña al juego de la especulación…
El factor Orriols: un Parlament sin mayoría ‘procesista’, pero sí independentista
Y culminamos este ejercicio de escenarios futuribles con una pieza que, aunque todavía no aparece en algunas quinielas, tiene todos los números de entrar con cierta fuerza en el Parlament. Se trata de Aliança Catalana, la formación ultranacionalista, independentista y de orden que lidera Sílvia Orriols, la alcaldesa de Ripoll. Orriols ya ha confirmado que la formación va a presentarse a las próximas autonómicas.
Su discurso, muy combativo con la inmigración ilegal y la delincuencia, cuaja cada vez más en varios ámbitos de la sociedad catalana. Ello y el agotamiento de votantes independentistas que podrían verse atraídos por Aliança Catalana podría contribuir a su entrada en el Parlament de Catalunya.
Aunque su irrupción sería previsiblemente con pocos escaños, lo cierto es que podría condicionar a los ‘indepes’. Si no hay mayoría ‘procesista’ (ERC, JxCat y CUP), pero los pocos diputados de Sílvia Orriols permiten llegar a la ansiada cifra de 68, ¿qué ocurriría?
¿Es posible un cuatripartito independentista con Orriols? ¿De ser así, de qué forma condicionaría Aliança Catalana determinadas políticas del Govern? ¿De no ser así, sería capaz Orriols de votar a un presidente no-independentista para acabar con el ‘procesismo’ que tanto combate?
El final de 2023 nos sitúa, en definitiva, ante un año apasionante. La política catalana, tras más de una década anclada en el ‘procés’, se prepara para un cambio de etapa que parece inevitable.
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