Montaje de fotos de Alberto Núñez Feijóo con el logo del Partido Popular de fondo
POLÍTICA

Feijóo, cuesta abajo y sin frenos

El líder del PP se deja a sí mismo en evidencia y empieza a cavar su propia tumba

Alberto Núñez Feijóo está cada vez más acorralado. Y él, en lugar de disimularlo o de intentar revertir su situación, aún lo acentúa más. Desde que ganó (insuficientemente) las elecciones, el líder del PP ha ido buscando fórmulas para asaltar la Moncloa. Y lo ha hecho delante de toda España, que ha podido ver en directo los giros de estrategia constantes y desesperados que han ido trazando desde Génova.

Pero lo único que ha conseguido el gallego son dos cosas. Por un lado, aplazar el golpe de realidad que tarde o temprano tienen que asumir en la sede del PP. Por el otro, dilapidar casi todo el crédito político que se ha forjado en su extensa carrera en las instituciones.

Alberto Núñez Feijóo en un acto de campaña del PP

No se puede negar que Alberto Núñez Feijóo lo ha intentado todo para poder sumar 176 escaños en la investidura del próximo día 26 y 27 de septiembre. Pero la realidad es la que es. Y tantos giros de guión lo único que han provocado es que la credibilidad del líder popular se encuentre costa abajo y sin frenos.

El último capítulo de este descenso lo ofreció este miércoles, en la reunión que mantuvo con Pedro Sánchez. Feijóo propuso al candidato socialista un pacto para que gobernase el PP durante dos años y después convocar de nuevo elecciones. Una propuesta que, más allá de recibir la negativa instantánea del PSOE, básicamente deja en evidencia ante toda España la desesperación que hay en Génova.

Feijóo intentaba así un último intento desesperado para que los socialistas permitieran su investidura. Unos socialistas que ya se frotan las manos al ver que el PP ya no sabe qué hacer más para llegar a los 176 apoyos en la investidura. Y es que Feijóo, con esta propuesta, queda claro que los populares ya no saben qué hacer para tener mayoría en el Congreso.

Montaje de fotos de Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo con los colores del PSOE y el PP de fondo

Primero pidieron al PSOE que se abstuviera en la investidura de Feijóo, cortando así su relación con Vox, su socio previsiblemente más estable. Después volvieron a tender puentes con el partido de Abascal, para más tarde marcar otra vez distancias con ellos e intentar sumar el apoyo del PNV. El PP ha intentado de todo para convencer a los nacionalistas vascos, que han repetido por activa y por pasiva que no piensan ni hablar con los populares.

Guerra interna por su opinión sobre los procesistas

Más descarado es el cambio de rumbo respecto a los partidos procesistas catalanes. Ante la desesperación por llegar a Moncloa, el PP llegó a considerar como interlocutores válidos a ERC y Junts. Tras varios años acusando al PSOE de arrodillarse ante ellos, era ahora el propio Feijóo el que estaba dispuesto a rebajarse. I después de esto, han vuelto a la "guerra", oponiéndose a que los de Puigdemont tengan grupo parlamentario propio en el Senado

Además, este cambio radical de criterio respecto a los procesistas ha abierto una guerra interna en Génova. Alejandro Fernández ha criticado abiertamente a la dirección del partido mientras esta ya piensa en sustituir al diputado catalán al frente de la dirección del PP en Cataluña.

El presidente del PP catalán, Alejandro Fernández, interviene durante el último pleno de la legislatura, en el Parlament de Catalunya, a 26 de julio de 2023, en Barcelona

Y la lista de despropósitos puede seguir si contamos, por ejemplo, las disputas que se generaron con Vox a la hora de formar gobierno en Extremadura. O las que aún hay en Murcia, donde todavía no se han puesto de acuerdo y una repetición electoral está más cerca que nunca. Y todo, mientras sí que pactaba con los de Abascal en territorios como Baleares o Valencia.

Su afán por llegar a la Moncloa ha provocado muchos cambios de opinión en el PP. Tantos, que a día de hoy es difícil saber si prefieren pactar con el PSOE, si prefieren hacerlo con Vox o si incluso están dispuestos a tender la mano a los independentistas con tal de llegar a Moncloa. Más que nada, porque su opinión puede cambiar mañana mismo.

La desesperación ha dejado al descubierto a un Feijóo al que ya no le quedan vías por explorar. Solo un milagro provocaría que saliese vencedor de la investidura de finales de septiembre. Y con sus últimas propuestas parece claro que incluso él mismo ya empieza a asumir que los números no dan. Y que seguramente la única forma que tiene de salvar su carrera política sea llegando a una hipotética repetición electoral.

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