Montaje con un primer plano de Pedro Sánchez y un plano medio de Oriol Junqueras aplaudiendo y Carles Puigdemont sonriendo
POLÍTICA

Europa para los pies a Pedro Sánchez y a Puigdemont

¿Tragará el procesismo con la promesa vana sanchista de llevar el catalán a Bruselas?

Lo que ha resultado sencillo en el Congreso no lo va a ser tanto en el Parlamento Europeo. Si en la Carrera de San Jerónimo lo de a la fuerza ahorcan ha servido para que el PSOE haga de su capa un sayo, en Bruselas no tienen necesidad. Lo confirmaba Le Monde este domingo: ni el catalán, ni el euskera ni el gallego van a ser oficiales en la Eurocámara.

¿Qué sucede con otros casos de plurilingüismo?

Irlanda, con el inglés y el gaélico irlandés como lenguas oficiales, tiene a sus dos idiomas reconocidos como idiomas oficiales de la UE. Luxemburgo, donde son oficiales el alemán, el francés y el luxemburgués, sólo tiene reconocidos a los dos primeros como idiomas oficiales. Bélgica no tiene problemas porque el francés, el holandés y el alemán se hablan en otros estados. Finlandia, tampoco, porque allí se habla finés y sueco.

 

España solicitó en 2004 y con Zapatero la oficialidad del catalán el euskera, el gallego y el valenciano, pero la petición no fue aceptada. Con todo, hoy los ciudadanos pueden usar cualquiera de estas lenguas (habrá que ver si lo es el valenciano) para dirigirse a la UE. Ahora, el ministro de Exteriores José Manuel Albares ha vuelto a pedir la oficialidad de catalán, euskera y gallego para contentar a los procesistas. Lo hace porque Sánchez necesita sus votos, pero en la UE no están por la labor.

Plano medio de Francina Armengol y Pedro Sánchez riendo y aplaudiendo

27 síes

El Reglamento número 1 que emana del Tratado de Funcionamiento de la UE indica que las instituciones europeas tienen 24 lenguas oficiales. Para modificarlo es necesaria la unanimidad. Y más lenguas suponen más dinero, algo que ni Alemania, ni Austria ni los Países Bajos ven con buenos ojos. Sánchez, de nuevo, intenta llevar a los procesistas al huerto cuando les promete que podrán hablar catalán en Bruselas.

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Los problemas domésticos del presidente en funciones, y todo lo indica, dan igual a los jerarcas comunitarios. El problema es que las urgencias de Puigdemont parece que no le harán pagar por su nueva promesa vana. ¿Querrá ERC hacer esta veza de poli malo? ¿Seguirán los nuevos apóstoles de la filosofía del peix al cove haciendo pasar churras por merinas?

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