Esquerra reivindica ahora la concordia entre españoles

Teresa Jordà, nueva diputada en el Congreso de Esquerra, anda muy preocupada. No ve nada bien las últimas declaraciones de José María Aznar, que llama al pueblo a lo que él define como “una movilización cívica e institucional”.

Preocupada por la concordia (que fue posible, pero no gracias a ERC)

A la que fue, entre 2003 y 2011, alcaldesa de Ripoll, el llamamiento del primer presidente del Gobierno que tuvo el Partido Popular no le suena nada cívico. Le parece, de hecho, tal que una llamada a la insurrección mucho más peligrosa que aquella que, en su día, llevó a Quimi Portet y Manolo García al Top 40. Esto, considera, no es pop convencional: más bien sería algo así como ese pop que, si se entona, ya no tiene stop. 

Es tan peligrosa, cree la muy procesista Teresa, que pone en peligro nada menos que “la concordia”. Ciertamente, que sea ella quien usa este término debería inquietar a los siempre teóricamente muy insurrectos militantes de la a tothora intrépida y comprometida amb el territori Esquerra Republicana de Catalunya.

¿Dónde estabas entonces?

¿Por qué? Pues porque, si además de sobre leche cruda, doña Teresa supiera algo de Historia de España sabría algo. Y ese algo es que, en España, hablar de concordia es invocar a Suárez y a los Pactos de la Moncloa. De hecho, hasta en la propia tumba de Don Adolfo en Ávila figura la palabra a modo de epitafio solemne y certero: La concordia fue posible.

Si  Suárez levantase cabeza y viera a Jordà así de modosa, quizá sonreiría; pero, si quien volviera a la vida Heribert Barrera, se vuelve a morir seguro. Y sería así porque él no firmó. Si lo hizo Miquel Roca, de lo que entonces se llamaba CiU y ahora es Junts.

Quizá Jordà haría bien en, de la manera que sea y pueda, invocar al Molt Honorable Don Heribert y preguntarle aquello de dónde estabas entonces que cantaban Portet y García. Le diría que, sin duda, en la insurrección. Ella, por supuesto, está en el procesismo. Por eso, Orriols gobierna en Ripoll.