El adiós de Ernest Maragall ahonda la crisis de ERC y acorrala un poco más a la cúpula
Marta Rovira y Oriol Junqueras quedan un poco más expuestos y la imagen del partido un poco más deteriorada
Ernest Maragall anunció ayer su baja de ERC por el escándalo de los carteles y la gestión del mismo por parte de la dirección. Militante del partido desde 2018 y cabeza de lista en las municipales de Barcelona, Maragall ha criticado que no se hayan esclarecido algunos aspectos del caso ni se hayan tomado responsabilidades “individuales u orgánicas”.
Su renuncia hace más profunda la herida abierta en la formación republicana y acorrala un poco más a la dirección, cada vez con menos salidas.
Es significativo que Ernest Maragall anunciara su adiós del partido en absoluta soledad (solo le acompañó un miembro de la dirección) y el silencio posterior de la cúpula del partido. Esto contrasta con la puesta en escena de la dimisión de Sergi Sabrià, flanqueado por un amplio elenco de dirigentes -entre los cuales el propio Maragall. Todo esto no contribuye sino a empeorar la imagen del partido, ya muy maltrecha.
Sí ha habido reacciones desde otros sectores del independentismo, que ven la marcha de Maragall como un síntoma de la descomposición de Esquerra. El paso dado hace un poco más visible la fractura del partido y la pésima gestión del escándalo de los carteles.
Todas las miradas se giran ahora hacia Marta Rovira y Oriol Junqueras, que tras la renuncia de Sergi Sabrià y Ernest Maragall quedan más expuestos y menos legitimados.
El caso, lejos de esclarecerse
Todo esto, en un momento de zozobra en el que sectores cada vez más amplios del partido piden a Junqueras y Rovira un paso al lado. La dirección de Esquerra ha intentado cerrar en falso el escándalo de los carteles ofensivos con el alzheimer y los hermanos Maragall. Pero diariamente aparecen nuevas noticias y testimonios que lo ensucian todo un poco más, mientras las bases siguen pidiendo explicaciones y responsabilidades.
Ayer mismo, el dirigente de ERC señalado por la cúpula, Tolo Moya, acusó a Marta Rovira y a Ernest Maragall de utilizarlo como cabeza de turco para enterrar el escándalo. Afirma que la intención siempre fue blindar a Sergi Sabrià, a quien el caso salpicaba de lleno. Asegura que primero intentaron silenciarle por las buenas, y cuando se negó a aceptar el papel de cabeza de turco, fueron a por él denunciándolo y cesándolo de su cargo.
Ayer mismo, El Nacional publicó en exclusiva la entrevista a uno de los tres jóvenes que colgaron los carteles ofensivos contra los hermanos Maragall. Según ha explicado, recibieron instrucciones de pegar los carteles en sedes de ERC y en centros de enfermos de alzheimer. Cada nueva información mancha un poco más la imagen del partido, acorralado por la existencia de una estructura paralela de agitación y contrapropaganda pagada con fondos de la formación.
Deshojando la margarita de la investidura
Con el escándalo de los carteles acechando, la cúpula del partido controlada por Marta Rovira sigue negociando la investidura con el PSC. El equipo negociador de ERC ha subido el precio de la investidura con un ultimátum a los socialistas: o un nuevo pacto fiscal, o repetición electoral. En el PSC mantienen la calma, conscientes de que Esquerra tiene mucho más que perder que ellos en caso de ir a unas nuevas elecciones.
Por si acaso, los republicanos están buscando un candidato a contrarreloj por si hubiera que volver a acudir a las urnas. La elección del candidato ahondaría un poco más la división entre el sector de Marta Rovira y el de Oriol Junqueras, llamados a disputarse el control del partido en el congreso de noviembre. Rovira maneja nombres como Marta Vilalta y Roger Torrent para armar una candidatura alternativa a la de Junqueras y seguir manejando los hilos desde la sombra.
Pero dentro del partido cada vez son más quienes piensan que la única salvación para ERC es liquidar a la vieja guardia y hacer fuego nuevo. El sector crítico más activo es el Colectivo Primero de Octubre, liderado por el exdirigente Joan Puig, que pide nuevos liderazgos y un cambio radical de estrategia. Ante la presión creciente, el sector liderado por Marta Rovira se convence cada día más de que su única salida es investir a Salvador Illa y capear la crisis desde el gobierno de la Generalitat.
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