A Pedro Sánchez le chantajea hasta Esquerra
La visita a Pere Aragonès fue una exigencia de los republicanos como condición para la investidura de Illa
Pedro Sánchez visitó ayer a Pere Aragonès en el palacio de la Generalitat, en una visita oficial marcada por las negociaciones de investidura entre ERC y el PSC. Los presidentes escenificaron el traspaso del Ingreso Mínimo Vital y trataron otros compromisos del gobierno español con el gobierno catalán.
Una visita que los republicanos han podido vender como la demostración de que ERC vela por el cumplimiento de los acuerdos firmados con los socialistas.
De hecho, según revela El Confidencial, la visita de Pedro Sánchez ha sido una exigencia de ERC para avanzar en las negociaciones de investidura. Tanto fuentes republicanas como del propio PSOE han confirmado al digital que la visita oficial fue orquestada por Esquerra. Querían demostrar que se trabaja para llegar a un acuerdo, y los socialistas aceptaron como gesto de buena voluntad y para visibilizar el buen entendimiento entre ambas formaciones.
La información de El Confidencial revela la debilidad del Gobierno de Pedro Sánchez, que se ve chantajeado incluso por un partido en descomposición como ERC. Refleja también el funambulismo del presidente del Gobierno con Esquerra y Junts, apoyándose en uno o en otro en función de donde sopla el viento. Si durante la primera fase de la legislatura reforzó sus relaciones con los de Puigdemont llegando casi a marginar a los republicanos, ahora atraviesa una crisis con Junts y le interesa volver a estrechar vínculos con ERC.
La sumisión a ERC fruto de la necesidad
A nadie se le escapa que la investidura de Salvador Illa es fundamental para la supervivencia del proyecto de Pedro Sánchez, máxime tras el órdago de Junts que ha dejado la legislatura en el Congreso en vía muerta.
Por eso Pedro Sánchez se ha fijado como objetivo prioritario atar la formación de gobierno progresista en Cataluña y se está empleando con todas sus fuerzas en ello. Sánchez quería dar un último empujón a Salvador Illa y por eso aceptó la exigencia de ERC de desplazarse hasta el palacio de la Generalitat.
Mucho han cambiado las cosas desde que el propio Pedro Sánchez interrumpió la mesa de diálogo con el gobierno de Pere Aragonès, y con el apoyo de ERC asegurado marcó distancias con el Palau de la Generalitat. Ahora el presidente necesita los 20 diputados de Esquerra en el Parlament para hacer presidente a Illa, e inicia un nuevo acercamiento a los republicanos. Le sirve además para contrarrestar la presión de Junts, que implícitamente le está chantajeando vinculando su apoyo en el Congreso a la formación de gobierno en Cataluña.
El PSOE tenía atado el voto afirmativo de Junts a la senda de déficit, paso indispensable para la tramitación de los presupuestos de 2025, pero a última ahora los de Puigdemont se echaron atrás. Esto deja la legislatura muy comprometida, teniendo en cuenta que el Gobierno de Pedro Sánchez ya ha tenido que prorrogar los presupuestos de este año. Los juntaires quieren marcan perfil duro ante la sumisión de ERC al PSOE, y de paso presionar a los socialistas en un intento a la desesperada de investir a Puigdemont.
Chantajes y ultimátums
Pero no solo Junts chantajea el presidente. Incluso un partido fracturado y con una crisis galopante de credibilidad como ERC se atreve a hacer venir al presidente del Gobierno a Palau y a poner ultimátums a su formación a cambio de la investidura. Pese a la visita de Sánchez de ayer, ERC mantiene la fecha del 31 de julio como deadline para las negociaciones con un todo o nada que pasa por la financiación singular de Cataluña.
En el PSOE son conscientes de que la investidura de Illa es imprescindible para reflotar su presencia territorial tras perder casi todo el poder en las autonomías. Pero al mismo tiempo saben que esto cambiará de forma definitiva los equilibrios de poder entre ERC y Junts en la asimétrica coalición de gobierno en España. La prioridad es cerrar cuanto antes el acuerdo con ERC, pero sin descuidar otro objetivo importante que es retener el apoyo de Junts.
Todo esto demuestra que el PSOE lleva tiempo secuestrado por los partidos independentistas catalanes, cuyos 14 diputados son imprescindibles para que Sánchez siga en la Moncloa. Quien marca la agenda ya no es Moncloa sino el Govern de la Generalitat, y eso muestra la debilidad del Gobierno de España. Lo peor para el PSOE es la sensación de que el Gobierno de Pedro Sánchez durará lo que quieran Esquerra y Carles Puigdemont.
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