Montaje con fotos de personajes
POLÍTICA

Esquerra Republicana de Catalunya, un año en caída libre

Crónica de los 12 meses que han hundido a uno de los partidos históricos en Cataluña

Este 28 de mayo se ha cumplido un año de las elecciones municipales en las que ERC perdió 300.000 votos y pasó de primera a tercera fuerza. Aquella debacle marcó el inicio de una crisis en la formación republicana que ha culminado un año después con el hundimiento en las elecciones catalanas del 12 de mayo. El epitafio pueden ser las europeas del próximo 9 de junio, en las que el abstencionismo indepe amenaza con acabar de hundir a los partidos procesistas, y en especial a Esquerra.

Aunque la crisis del procesismo ha golpeado también a Junts, ERC es sin lugar a dudas la gran señalada por el independentismo indignado como responsable del fracaso del Procés. El desastre del 12-M ha señalado el agotamiento del proyecto iniciado hace trece años con la presidencia de Oriol Junqueras y el ascenso de Marta Rovira a la secretaría general del partido, y el fracaso de su estrategia de acercamiento al PSOE. 

Plano medio corto de Pere Aragonès con cara triste y de fondo un cartel amarillo con el logo de Esquerra Republicana

La dimisión de Pere Aragonès y la renuncia de Marta Rovira a la reelección han abierto un proceso de cambio en la cúpula del partido. Ahora solo falta por saber qué pasará con Oriol Junqueras, que parece dispuesto a aferrarse al cargo, y con Gabriel Rufián, uno de los principales señalados por el anno horribilis de ERC. Para entender la descomposición hay que retrotraerse a 2021, cuando bajo la batuta de Junqueras el partido consiguió los mejores resultados de la historia reciente.

Elecciones municipales 28-M: el primer aviso

En las elecciones catalanas de 2021, Pere Aragonès consiguió un resultado histórico para su partido con 33 diputados y más de 600.000 votos. Para entonces, el tándem Junqueras-Rovira había iniciado ya el viraje estratégico consistente en apoyar a Pedro Sánchez y avanzar hacia una distensión con el Estado español. Esquerra había permitido romper el bloqueo político en el Congreso de los Diputados, a cambio de los indultos y la promesa de una mesa de diálogo que tenía que llevar a un nuevo referéndum.

Pero el Gobierno de Pedro Sánchez dio por acabado el Procés con la aprobación de los indultos y la mesa de diálogo quedó interrumpida. Además, en octubre de 2022 se rompió el gobierno independentista con la salida de Junts y ERC se quedó solo al timón, gobernando con 33 diputados de 135. El independentismo vio aquello como una traición de los partidos procesistas y especialmente ERC, socio preferente del PSOE en Madrid.

Semanas antes de las elecciones municipales del 28 de mayo de 2023 empezó a circular por las redes sociales una campaña que pedía la abstención como castigo a ERC y Junts. Aquellas elecciones estuvieron marcadas por la baja participación, y Esquerra sufrió las principales consecuencias. Gabriel Rufián, cuya candidatura en Santa Coloma de Gramenet fracasó estrepitosamente, fue señalado como uno de los responsables de la caída del partido.

Batacazo en las generales

El fracaso electoral alentó las voces internas del partido que pedían un paso a Junqueras, Rovira y Rufián. Pero la inesperada convocatoria de elecciones anticipadas por parte de Pedro Sánchez aplazó el relevo en la cúpula y dio una nueva oportunidad para recuperar el aliento. Junqueras hizo oídos sordos al clamor de las bases y, pese a introducir caras nuevas como Joan Queralt y Francesc-Marc Álvaro, renovó su confianza en Gabriel Rufián.

El abstencionismo, fortalecido por su impacto en las municipales, extendió su influencia en las redes sociales durante la campaña electoral. El resultado fue la pérdida de medio millón de votos por parte de los partidos independentistas, y de seis diputados en el caso de ERC. Tampoco entonces hubo dimisiones, y Junqueras líderó personalmente las negociaciones con el PSOE por la investidura de Pedro Sánchez.

El fracaso en las generales marcó un punto de inflexión en la crisis interna del partido, que dejó cedió a Junts la llave de la gobernabilidad en España. En el horizonte estaban además las elecciones catalanas que, ante la crisis del gobierno en minoría, abrían una pugna entre Oriol Junqueras y Pere Aragonès por el control del partido. Mientras, las bases seguían pidiendo una renovación de los liderazgos del partido y una rectificación de la estrategia para enderezar el rumbo de una crisis ya muy evidente.

Negociaciones a remolque de Junts y crisis de gobierno

Las negociaciones por la investidura de Pedro Sánchez no hicieron sino empeorar la crisis del partido. Los líderes del partido se negaron a dimitir tras los malos resultados de las municipales y las generales, y persistieron además en la estrategia de la negociación con el PSOE. Mientras Junts hablaba de amnistía y referéndum, los republicanos ponían encima de la mesa el pacto fiscal y el traspaso de Rodalies.

Plano corto de Pere Aragonès y Oriol Junqueras con rostro serio

ERC vendió la investidura de Pedro Sánchez como un nuevo éxito en el avance del Procés en Cataluña. Pero aquello fue percibido como la confirmación del agotamiento de un partido y un proyecto que además hacía aguas en Cataluña. Mientras se decidía el gobierno en Madrid, en Cataluña una sucesión de crisis asediaban al Govern Aragonès y dejaban la legislatura al borde de la disolución.

Si el gobierno no cayó entonces fue solo por el tacticismo del PSC, que recibía órdenes de Moncloa de sostener a Aragonès como fuera, y de Junts, que esperaba la aprobación de la amnistía para el regreso de Puigdemont. Pero las crisis se iban acumulando una detrás de otra (sanitarios, educación, agricultores, sequía) desgastando aún más la imagen de ERC. El final llegó de la forma más inesperada, por el bloqueo a los presupuestos por el Hard Rock, y aunque Pere Aragonès trató de hacer un Pedro Sánchez adelantando las elecciones, la cosa acabó de la peor forma.

Agonía, colapso y crisis

Pere Aragonès intentó utilizar el cargo institucional para hacer campaña, pero ni eso acabó funcionando. ERC perdió 180.000 votos y 13 escaños, y la gravedad de la situación se visualizó en un llamativo dato: los republicanos perdieron la primera plaza en el 85% de los municipios donde se habían impuesto tres años atrás. Parece difícil que el partido pueda remontar la situación con Junqueras al frente, aunque este quiere ser reelegido por las bases en el próximo congreso nacional.

Lejos de ser un revulsivo, las elecciones europeas parece que van camino de ahondar aún más en el declive de la formación republicana. La crisis de ERC se nutre de la frustración de las bases independentistas, pero también del desgaste del partido en el gobierno de la Generalitat. Los catalanes identifican a Esquerra con el proceso de decadencia que sufre la región en cuestiones como la inmigración y la seguridad.

Junqueras, Rufián y Aragonès son los rostros visibles del hundimiento del partido, pero hay otros señalados como los consejeros del Govern Tània Verge y Joan Ignasi Elena. La pérdida de votos se debe a la abstención, pero también al trasvase de votos a partidos como el PSC y Junts que proponen un modelo de orden opuesto al buenismo y las políticas woke fomentadas por el Govern Aragonès. La única salida para revertir la situación es una renovación de los liderazgos que no obstante, por ahora, se hace difícil de imaginar.

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