
El empobrecimiento de los trabajadores retrata el fracaso de Sumar y Yolanda Díaz
Juventud abandonada, trabajadores precarios y tensiones multiculturales: Sumar recoge el fracaso de la izquierda alternativa
Sumar siempre tuvo fecha de caducidad. Esta plataforma de partidos no era otra cosa que un artefacto amparado por el PSOE para desembarazarse de Podemos. Es decir, que la artificialidad y funciones de Sumar dentro de ‘Frankenstein’ estaban medidas y tasadas desde un inicio.
Como los activos especulativos, la prueba de esta artificialidad está en los movimientos electorales extremos. Y, si atendemos a las últimas encuestas, observamos que Sumar se mueve en pérdidas de 26 diputados, pasando de 31 a 5. Estos desplomes tan drásticos solo ocurren en partidos que desempeñan funciones internas en la partitocracia (C's, por ejemplo).
Los datos, pues, están claros, incluso la predicción: que Sumar hace imposible que Sánchez adelante elecciones. Ahora bien, lo que ya es más difícil es entender cuál ha sido el recorrido de Sumar hasta llegar al cementerio político. En gran parte, la respuesta la encontramos en el colapso generalizado de la izquierda alternativa.

Clase obrera, ¿qué es eso?
Una de las cosas que más llaman la atención a los que se asoman a la sociología electoral es que partidos como Podemos y Sumar (o la CUP, o los Comuns) no tienen vínculos con las clases populares. El análisis electoral muestra que son partidos de élites o semi-élites urbanas, muy formadas (el indispensable papel de las facultades de ciencias sociales) y con preocupaciones “post-materiales”. Esto último se refiere a la pintoresca colección de excentricidades ‘woke’, casi siempre vinculadas a formas consumistas de la identidad.
Esto provoca un divorcio inmediato entre las clases obreras y estos partidos. Además, no hay que olvidar que la degradación social afecta primero y más intensamente a los pobres. Son las clases populares las que padecen las tensiones étnicas, el fracaso educativo, la inseguridad ligada a la inmigración y, sobre todo, la pérdida de poder adquisitivo. Y es en esto último donde encontramos el fracaso más objetivo de Sumar.
De entre los muy numerosos indicadores que reflejan la degradación social de los pobres, podemos tomar el último de ellos, que además surge del propio Ministerio de Yolanda Díaz. Y es que, según la comisión de expertos de Díaz en el Ministerio, el 42,1% de los asalariados son precarios. Ahora bien, hay que dejar muy claro que esto solo le puede sorprender al que no entienda la realidad del modelo económico que promocionan partidos como Sumar.

Se trata de un modelo de muy baja productividad, con enormes saldos migratorios positivos y precio de la vivienda disparado. Esto lleva al fenómeno económico más importante de nuestra época: que los datos macro son estupendos y los datos micro pésimos. Y, para acabar de rematar la situación, todo esto queda envuelto en un marcaje ideológico muy fuerte y moralista a la gente (coches ecológicos, disputas de género, polémicas mediáticas internas, etc.).
De hecho, se puede decir que Sumar y todas sus variaciones son la última manera en la que las clases populares tienen que soportar el peso del establishment. En este caso, del establishment del PSOE, que para garantizar su continuidad aritmética da cancha a estos partidos de élites. Esto se consigue a través de la exposición mediática y de la adopción de su lenguaje ideológico (“casta”, “fascismo”, “ultraderecha”, etc.).
El fin de una (minúscula) era
Podemos surgió del 15-M y de las maniobras de la vicepresidenta Sáenz de Santamaría para dividir el voto del PSOE. Después, con el clásico turnismo de la política española, el PSOE de Sánchez usó un tiempo a Podemos hasta que amparó la traición de Yolanda Díaz a Pablo Iglesias. A partir de aquí, Sánchez consiguió lo único que busca: ir ganando tiempo a corto plazo pero de manera constante.
Lo que queda evidenciado de esta situación es que los partidos que viven de las rentas del 15-M en ningún caso podían protagonizar un cambio en favor de las clases trabajadoras. De hecho, no es necesario ni relacionarlo con el 15-M español: en toda Europa, la izquierda alternativa se hunde sin remedio. Mientras tanto, la derecha capitaliza los problemas reales de los ciudadanos trabajadores bajo el paraguas identitario.

Y es que, ni en términos absolutos ni en términos relativos (desigualdad), la izquierda alternativa ha logrado nada. Contrariamente, la izquierda alternativa ha cebado el auge de la derecha identitaria a través del abandono de un sector social: los jóvenes. Esto es otra manera de referirse a los trabajadores, pues los jóvenes son los trabajadores más precarios del sistema.
Cabe esperar entonces una depuración inevitable dentro de este espectro político. Empezará por una caída muy fuerte, una estabilización en la irrelevancia (Podemos y Sumar suman 7 diputados en las encuestas) y la posterior desaparición. Y, para acabar de sellar su fracaso, Sumar será la causa indirecta de que Sánchez no pueda rearmar ‘Frankenstein’ y que PP y Vox sumen una holgada mayoría absoluta.
Más noticias: