Imagen corporativa de Dolça Catalunya en la que se ven, en formato dibujo, varios hombres con barretina en el mar y uno de ellos lleva una bandera de España con un crespón negro
POLÍTICA

Dolça Catalunya celebra su 10º aniversario

Una década mostrando la cara más fea del 'procesismo'

Si no los conoces todavía, y además eres fiel seguidor de E-Notícies, haces mal y tienes que corregir esa situación cuanto antes. Ahora, además, tienes una excusa perfecta: el pasado 11 de octubre, el portal Dolça Catalunya cumplió diez años. Su visión, su compromiso y su valentía coinciden, a menudo, con los de este medio en el que te informas. Por eso, hoy celebramos su década de lucha en una trinchera incómoda que no se puede dejar desguarnecida.

¿Qué son exactamente?

Ante todo, y según explica el periodista y cofundador de Concordia Cívica Sergio Fidalgo en ElCatalán, el medio que dirige, una punta de lanza de la Resistencia. Aquí llegados, te preguntarás frente a quiénes o ante qué resisten. 

Básicamente, frente al procesisme, el pensamiento único y todos quienes, desde hace más de una década, venden churras por merinas. También, y como se dice por aquí, podríamos explica que luchan contra quienes tratan de hacer pasar bou per bèstia grossa.

No se consideran un medio de comunicación

No son un medio de comunicación y, explican ellos mismos, tampoco quieren serlo. Sin redacción, sin subvenciones, sin periodistas en nómina y, además, siendo un simple blog orgulloso de ser sólo eso, han logrado mucho. Fidalgo lo explica: son y serán “un elemento clave de la reacción de la Cataluña de verdad libre frente a la ofensiva mediática constante del procesismo y sus terminales.

Conceptos propios que hicieron fortuna y, hoy, son casi marcas

Desde hace diez años, colocan a quienes han convertido los anhelos de independencia que en Cataluña tiene parte de la población en negocio. Con vídeos virales y conceptos como Catadisney –el país on sempre menjarem gelat per postres ("el país donde siempre comeremos helado de postre")- denuncian lo que convierte al procesismo en perversión.

Una perversión, en concreto, de un deseo legítimo que puede compartirse o no. Por supuesto, pagan gustosos el precio que supone hacer tal cosa en Cataluña. Si no existieran, habría que inventarlos.

➡️ Política

Más noticias: