Qué está pasando en Dinamarca, país líder de las políticas antiinmigración en Europa
Con medidas restrictivas ha conseguido reducir al mínimo los solicitantes de asilo
Hubo un tiempo en el que los países ricos del norte de Europa miraban por encima a estados miembro que desde la periferia, como Polonia o Hungría, planteaban medidas restrictivas con la inmigración. La sucesiva instalación en estos países de gobiernos antiinmigración ha roto el tabú sobre esta cuestión en Europa. Así es como la excepción se ha convertido en norma, mientras que cada vez son menos los países que se mantienen la posición.
El ejemplo paradigmático es Dinamarca, y esto por varias razones. Una de ellas es que fue durante mucho tiempo vanguardia del buenismo y del sueño de la multiculturalidad. Pero también porque el país con las medidas más restrictivas con la inmigración está gobernado por una coalición de socialdemócratas y liberales. Y esto impide estigmatizar sus políticas como extrema derecha, como se hace por ejemplo con Finlandia o Italia, o con los países del llamado Grupo de Visegrado.
El plan de Dinamarca para frenar la inmigración consiste en el endurecimiento de las condiciones de asilo, por un lado, y la agilización de las deportaciones de los irregulares, por otro. Ahora los solicitantes de asilo pueden quedarse menos tiempo en el país. Y los que se quedan son sometidos a un programa de integración y de distribución para evitar la masificación de los barrios más castigados por la presión migratoria.
Los daneses se han convertido así en el ejemplo a seguir para otros países como Suecia o Finlandia, que llevan tiempo intentando endurecer las políticas migratorias. También para Austria, que como Reino Unido y Dinamarca, exploran el traslado de los solicitantes de asilo a terceros países como Ruanda, a cambio de dinero. O incluso Alemania, donde el gobierno socialdemócrata de Olaf Scholz plantea la deportación masiva de inmigrantes ilegales.
Una fórmula exitosa
Para entender el impacto de las políticas migratorias danesas basta con echar un vistazo a las cifras. Dinamarca tiene la misma población que Irlanda, unos 6 millones de habitantes, pero los daneses recibieron 2.255 solicitantes de asilo por 13.000 en Irlanda. Comparado con España, la diferencia es aún más sangrante, con 165.420 solicitantes de asilo en nuestro país. Unas cifras que el gobierno danés exhibe como un éxito de sus políticas, orientadas a “un mejor control de las personas que llegan a Europa”.
Aunque aún existe una cierta estigmatización de estas políticas como extrema derecha, el gobierno danés afirma que solo están aplicando la ley. Su idea parte de la concepción cada vez más extendida de que Europa no debe cargar con la responsabilidad de los solicitantes de asilo, sino que esta debe trasladarse a sus países de origen. Por eso Dinamarca lidera también el grupo de países que presiona para un nuevo pacto de la UE con países como Túnez o Mauritania para contener la inmigración dentro de sus fronteras.
Normalización del control migratorio
En países como en España la crisis migratoria ha llevado a un intenso debate donde muy a menudo se imponen los discursos de brocha gorda y las etiquetas fáciles. Por eso hablar de control migratorio en España es sinónimo muchas veces de racismo o ultraderecha. No sucede así en Dinamarca, donde la asunción de las políticas migratoria restrictivas por parte del gobierno socialdemócrata ha contribuido a normalizar la necesidad del control migratorio y la inmigración ha dejado de ser un debate.
Algo similar está pasando en la UE, donde salvo algunas excepciones la mayoría de los países asumen ya como una necesidad el control y la seguridad de las fronteras. El pacto migratorio aprobado recientemente en Bruselas ha sido celebrado por esos países como un paso importante en la seguridad fronteriza, pero también ha sido tildado por la izquierda globalista como un triunfo de la ultraderecha. Francia, sin ir más lejos, aprobó también una reforma restrictiva de la ley de inmigración con gran influencia del partido Marine Le Pen.
España es ahora mismo una rara avis en esta nueva Europa que se pone seria con el problema de la inmigración. Mientras el resto de países aplican la mano dura para reducir la inmigración ilegal y los problemas que esta conlleva, el Gobierno español anunció una regularización de medio millón de inmigrantes ilegales que ha sido criticada por incentivar el efecto llamada. Las cifras demuestran sin embargo que la presión migratoria ha descendido en Dinamarca mientras que España ha batido récords de entrada de inmigrantes ilegales el último año.
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