Una multitud de personas marchando en una manifestación con una pancarta verde que dice "PER UN HABITATGE DIGNE, INDEPENDÈNCIA" y banderas catalanas ondeando en el fondo.
POLÍTICA

La Diada confirma el declive del procesismo

Pinchazo de las manifestaciones organizadas por la ANC y otras entidades afines a los partidos procesistas

En circunstancias normales, una manifestación con 60.000 asistentes podría ser considerada un éxito. Vamos, mucho menos multitudinarias son marchas contra el turismo, por Palestina o contra la Copa América. 

Sin embargo, el independentismo venía de unos años llenando masivamente las calles. “Las calles serán siempre nuestras”, decían. Y eso de “siempre”, esta Diada ha quedado en entredicho. Esa imagen de los años álgidos del procés ya flaqueó el año pasado. Este 2024, ha quedado confirmado el declive del procesismo.

Una multitud de personas se manifiesta con banderas de Cataluña y un cartel que dice

La ANC ya no tiene el tirón que tenía hace un tiempo. Y eso que las marchas organizadas por la entidad presidida por Lluís Llach contaban con el apoyo de Òmnium, los CDR y otros colectivos afines a los partidos procesistas. Incluso Junts, ERC y la CUP animaron a los suyos a asistir a ellas. No fue el caso, por ejemplo, de Aliança Catalana, que esta Diada ha optado por organizar sus propios actos.

El fracaso de la ANC

Este año, la ANC optaba por organizar varias manifestaciones simultáneas en Barcelona, Tarragona, Gerona, Lérida y Tortosa. Sabiendo que las previsiones eran que eran, decidieron este formato para tener una excusa ante el descenso de asistentes al acto central de la capital catalana. Lo único que han conseguido ha sido dividir el fracaso en varias ciudades distintas.

En Barcelona, 60.000 manifestantes. En Tarragona, 2.800. En Gerona, 6.800. En Lérida, 3.000. Y en Tortosa, 1.200. Se mire cómo se mire -y viniendo de dónde se venía-, se trata de un pinchazo incuestionable. De hecho, la Guàrdia Urbana de Barcelona que este año ha cifrado la asistencia en 60.000 personas, el año pasado dijo que hubo 115.000. El descenso en tan solo 365 días es evidente. Por cierto, la ANC ha preferido no dar ninguna cifra de asistencia, una decisión muy significativa.

Una multitud de personas se reúne en una plaza, ondeando banderas catalanas y esteladas, con edificios históricos y una estatua en el fondo.

En Barcelona, los organizadores han centrado sus actos en el Paseo Lluís Companys. Allí han montado conciertos, paradas, mercadillos… Cualquier intento de aliciente era positivo para animar a unas bases indepes hartas de sus dirigentes políticos y, de paso, para maquillar el fracaso. Y es que ya se sabe: cuantas más carpas, escenarios y demás, menos espacio necesitas para ocupar con personas.

Declive y división procesista

Más allá del descenso de asistencia en las manifestaciones, esta Diada ha estado marcada por la división en el independentismo. Y eso que tanto la ANC como el resto de entidades organizadoras han hecho llamamientos a la “unidad”. Algo que, dicho sea de paso, choca con la campaña de ataques que el presidente de la ANC, Lluís Llach, lleva tiempo impulsado contra ERC por haber investido a Salvador Illa.

En cualquier caso, la división que sufre el independentismo se ha hecho evidente este 11-S. Ya no solo por el intento de la CUP de reventar, sin suerte, los actos de Aliança Catalana. ERC, por ejemplo, ha sido abucheada. También lo ha sido Marina Geli, exconsejera de Salud con el PSC en los tripartitos y ahora en Junts. Ella ha hecho una intervención en el acto de Gerona y ha sido recibida con gritos y silbidos.

Así pues, finaliza una de las peores Diada de los últimos años para el independentismo. Una Diada en la que los políticos, que en los buenos tiempos del procés recibían baños de masas, han ocupado un segundo plano (seguramente para evitar ser abucheados). El declive y división es más que evidente. No han sido pocos los independentistas que han sentido vergüenza ajena y así lo han expresado en redes. Y es que las batucadas, catas de embutidos y ratafía y otras performances vistas este año distan mucho de lo que en su día fueron los actos del 11-S.

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