La Diada con el independentismo más dividido que nunca
El 11-S de este año, marcado por las peleas internas y el previsible fracaso de las convocatorias de la ANC
El independentismo se prepara para una nueva Diada con una enorme división y con unas previsiones desastrosas en cuanto a asistencia se refiere. También será la primera en la que, después de muchos años, ya no hay mayoría procesista en el Parlament.
La ANC, que durante años ha liderado multitudinarias manifestaciones, es la primera en asumir que su tirón ya no es el que era. Ante la previsible bajada drástica de asistencia a sus convocatorias, la entidad presidida por Lluís Llach se ha inventado una fórmula para así maquillar su fracaso. No habrá una única manifestación en Barcelona. Se celebrarán simultáneamente marchas en la capital catalana, Tarragona, Gerona, Lérida y Tortosa.
Qué mejor manera de no poder comparar datos de asistencia con años anteriores que organizando actos diferentes a los que has organizado en los últimos años, ¿verdad? Aún así, se espera que ni sumando todas las marchas se lleguen a los números de asistentes que hubo en los años álgidos del ‘procés’. Básicamente porque el ‘procés’ está más muerto que vivo (que no el procesismo). O, en cualquier caso, está más dividido que nunca.
Una Diada marcada por la división del independentismo
Desde hace ya bastante tiempo, el movimiento indepe está dividido en dos grandes bloques. Por un lado, el procesismo oficialista que encarnan Junts, ERC, la CUP y sus entidades afines (ANC, Òmnium Cultural, Consell de la República y otros chiringuitos). Por el otro, el independentismo de base cada vez más alejado de los que en su día fueron sus líderes. Esos que, en las últimas citas electorales, han optado por la abstención o por votar a la Aliança Catalana de Sílvia Orriols.
El procesismo parece dar por perdida a la bolsa de abstencionistas, a los que ya difícilmente podrán convencer nunca más. Diferente es su posición respecto a Aliança Catalana. Claro, porque el abstencionismo no les afecta directamente en el espacio político institucional, pero el partido de Sílvia Orriols, sí. Por lo tanto, con la formación de la alcaldesa de Ripoll han optado por la guerra abierta. Des de la ANC tachándolos de “fascistas” hasta la CUP promoviendo una “Diada antifascista” y llamando a la exclusión de AC de los actos unitarios. Así se las gasta un procesismo que, poco a poco, va perdiendo sus privilegios y su capacidad movilizadora.
Eso sí, en las últimas horas, Lluís Llach -en un intento de recoger cable- dijo que, aunque no le guste Aliança Catalana, serán “bienvenidos” a los actos de la ANC. Unas palabras que generaron una oleada de críticas por parte de la CUP y sus afines y también de ERC. Finalmente, propia Assemblea tuvo que matizar, dando de nuevo marcha atrás y volver al planteamiento inicial: que Aliança no será bienvenida. Ni juntando a los Hermanos Marx, Monty Python y Berlanga llegaríamos a este nivel de delirio surrealista.
Más allá de esto, el procesismo también anda dividido en su propio sector. El resumen vendría a ser este. La ANC, más allá de estar peleada con Aliança Catalana, también lo está con ERC (por permitir la investidura de Salvador Illa). Junts lo está con ERC por lo mismo. De hecho, incluso Òmnium salió a criticar a los republicanos. La CUP, peleada con la ANC por el amago de dar la "bienvenida" a Aliança Catalana a los actos de la Diada (y con AC, claro). Y finalmente está ERC, que no solamente está enfrentada a la ANC (por los ataques constantes de Lluís Llach a la formación) y a Junts (por las críticas a la investidura de Illa). También lo está internamente, con los sectores de Oriol Junqueras y Marta Rovira en plena guerra interna por apoderarse del control de la formación. Lo que vendría a ser el meme de Spiderman, pero señalando quién es el culpable del declive procesista.
Más noticias: