Plano medio de Carles Puigdemont sonriendo y levantando el puño en señal de victoria
POLÍTICA

Las desesperadas maniobras de Carles Puigdemont para no acabar como ERC

Lejos de la unidad que quiere aparentar el expresidente está llevando el partido a una crisis de resultado incierto

Carles Puigdemont no atraviesa su mejor momento. Pese a dar el sorpasso a ERC en las últimas elecciones y posicionarse como claro candidato a liderar el independentismo en esta nueva etapa, el expresident perdió las elecciones. Y la sola idea de que Salvador Illa pueda formar gobierno con ERC y los Comunes ha desatado los nervios en la cúpula de Junts, que teme una crisis de partido similar a la que está viviendo Esquerra.

Según ha destapado Crónica Global, Jordi Turull orquestó una encerrona a los expresidentes Jordi Pujol y Artur Mas para que accedieran a afiliarse al partido. La intención no era otra que filtrar la información a los medios para trasladar una falsa idea de unidad.

Y es que, pese a presentarse como el aspirante a reunificar el independentismo, Puigdemont no solo no está logrando absorber los distintos sectores sino que está al borde de causar un cisma en su propia formación.

Montaje con fotos de personajes

El expresidente se apoyó en la vieja guardia convergente (Jordi Turull y Josep Rull) para acabar con la división dentro de Junts en un momento crucial como las negociaciones por la investidura de Pedro Sánchez. Desplazado el sector de Laura Borràs, Puigdemont ha creado la falsa ilusión de un doble proceso de reunificación y recuperación del centro ideológico. Pero mientras ofrecía un retorno al seny y el orden, por ejemplo con la inmigración y la seguridad, ha seguido con movimiento erráticos que ponen nervioso al sector más conservador.

Dos decisiones cruciales

El futuro inmediato del expresidente y del partido depende de dos decisiones cruciales. 

Por un lado está la investidura. No solo porque Puigdemont prometió dejar la política si no era investido, y cada vez parece más real la posibilidad de una investidura de Salvador Illa que obligaría al expresidente a aclarar futuro. También porque en las altas esferas del partido creen que si no hay repetición electoral y Junts queda en la oposición se abriría un período de crisis con Puigdemont como el principal señalado.

La apertura de una crisis interna reavivaría la lucha entre sectores que Puigdemont había conseguido amortiguar con el desplazamiento de Laura Borràs. Hay que recordar que hay al menos tres corrientes dentro de Junts (la de izquierdas, la socialdemócrata y la convergente) y que las luchas dentro del partido se han desarrollado hasta ahora con una gran virulencia. Por eso el gran temor de Puigdemont es acabar como ERC, consumido en las luchas intestinas, pero además, en este caso, sin tocar poder institucional.

Primer plano de Jordi Turull con cara de circunstancias

La segunda decisión y de la que dependerá casi todo tiene que ver con su posible regreso a Cataluña. Con la amnistía cada vez más comprometida, al expresidente solo parecen quedarle dos opciones: o vuelve arriesgándose a ser detenido, o vuelve a traicionar su promesa de volver jugándose el poco crédito que le queda.

La opción de volver y ser detenido tiene algo a favor, y es que pondría el contador a cero y permitiría a Puigdemont recuperar su capital político como líder mesiánico del independentismo. Pero también tiene algo negativo, y es que podría leerse como la triste consumación de un fracaso: siete años mareando la perdiz para acabar como Junqueras entre rejas a la espera del indulto. En todo caso, el expresidente valora el regreso y la detención como una salida desesperada al callejón sin salida en el que se encuentra.

Puigdemont ante la encrucijada

Pero, ¿y si no vuelve? Puigdemont ha demostrado que tiene pánico a ser detenido y podría decidir no jugársela hasta tener garantizada cien por cien su inmunidad. El problema es que entonces se evidenciaría que ha mentido una vez más al prometer que volvería para la investidura y que dejaría la política si no era investido.

Si Junts no consigue la repetición electoral y Puigdemont no vuelve a Cataluña, el horizonte se le complica y mucho al expresidente. Este escenario haría estallar la crisis definitiva dentro de Junts, sobre todo por el hartazgo del sector convergente del partido que empieza a ver a Puigdemont más como el problema que como la solución. 

Por eso la cúpula puigdemontista con Turull al frente orquestó la encerron a Pujol y Mas. Querían aparentar unidad para evitar que les acabe pasando como ERC.

La paradoja es que la incorporación de Pujol y Mas al proyecto de Junts, más que un símbolo de unidad, puede ser el principio de lo que muchos convergentes llevan tiempo esperando: volver a antes de enero de 2016, cuando Artur Mas tuvo que dar un paso al lado y entronizar a un desconocido Carles Puigdemont.

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