Denuncian una charla que promueve la transexualidad en menores de 3 a 5 años
Feministas de Cataluña lo ha denunciado públicamente
Ha ocurrido este mismo mes y, además, en una escuela de una zona rural como es el Montseny. La Associació de Famílies d’Alumnes de Catalunya (AFFAC) ofreció a los padres de un centro público una charla. En ella, directamente, se les animaba a valorar el inicio de procesos de cambio de sexo en niños de entre tres y cinco años.
¿De qué taller hablamos?
Lo explica una de las madres del centro en el que se desarrolló el taller en cuestión. Se titulaba, en concreto, A mi hijo le gusta vestirse con ropa de niña. Lo impartía, y así lo explica en YouTube la citada madre, un profesional que se identificaba como “tallerista” y que les trasladó, uno por uno, todos los principios de la teoría queer.
La teoría queer no es otra que la que inspira normas con resultados cuestionables como la Ley Trans. De ella, en versiones menos pedestres, existen notables teóricos como el burgalés Paul B. Preciado o la estadounidense Judith Butler.
¿Qué se explicaba? Pues, ya de entrada, que el género de una persona no lo definen sus genitales, pero sí sus sentimientos. Todo, eso sí, se contaba de manera tan naif que ni Preciado ni Butler lo hubiesen aprobado. Y no lo hubiesen hecho porque, entre otras cosas, la teoría queer no es algo sobre lo que aconsejen uno y otra ilustrar a padres de niños de menos de cinco años.
Para explicar todo el asunto -y de ahí lo de naif- se usaba, en concreto, un muñeco en el que se marcaban un cerebro, un corazón y unos genitales. El cerebro ( y el corazón, lo que no es cierto, ya que decirlo es caer en un lugar común literario) eran los que definían el género según el 'tallerista'.
Disidentes
De inicio, participaban en el taller 33 padres. Al final, lo acabó una veintena y la sesión ‘formativa’ finalizó veinte minutos antes. Sucedió porque una madre (la del vídeo) realizó una serie de preguntas.
Lo hizo después de que el ‘tallerista’ aconsejase a los padres (con hijos menores de 5 años) que, si detectaban algún comportamiento, “impropio del sexo asignado” al pequeño al nacer, "actuasen". Ese “actuar” implicaba contactar con entidades LGTBI o grupos transactivistas como Chrysallis para algo muy concreto.
Ese algo no era otra cosa que activar, de la mano del Servei de Trànsit de l’Institut Català de la Salut, un proceso de cambio de sexo. Esos procesos; no a los cinco años, pero sí más tarde; interrumpen con hormonas el desarrollo de los niños y son irreversibles. La madre realizó una serie de preguntas directas sobre la conveniencia de tales procederes y el tallerista decidió dar por finalizado un taller que, hay que decirlo, se impartía online.
La conclusión de todo es tan clara como terrible. Y lo es porque supone aceptar que, según determinadas personas con poder para programar cursos para padres de críos de menos de cinco años, cualquier niño que juegue con muñecas o se disfrace de princesa, debe convertirse en mujer. Ser gay –y es mucho creer que un niño que hace esas cosas con menos de cinco años acabe siempre siéndolo- no es una opción para estas mentes preclaras.
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