La CUP y Podemos, dos caras dels hundimiento de la nueva izquierda
Los anticapitalistas afrontan un proceso de declive y refundación
Hubo un momento en el que la CUP y Podemos representaron, en Cataluña y en España, los grandes anhelos de transformación social. En 2012 la CUP entró por primera vez en el Parlament con tres diputados, y en 2014 Podemos obtuvo sus primeros representantes en las elecciones europeas. Una década después, cupaires y morados afrontan un proceso de renovación para sobrevivir a sus respectivos hundimientos.
El caso de la CUP es paradigmático del hundimiento de la nueva izquierda. La pérdida de representación en el Congreso de los Diputados el pasado 23-J señaló trágicamente la culminación de un lento proceso de declive. La izquierda independentista, que durante años logró convertirse en un proyecto transversal, se ha visto arrastrada por la falta de estrategia y liderazgos en un proceso de crisis general del procesismo.
En Podemos, la salida de Pablo Iglesias en 2021 y su designación de Yolanda Díaz como sucesora abrió una guerra que ha acabado fagocitando al partido. Igual que la CUP, en los últimos años los morados han pasado de ser un partido de masas a un proyecto cada vez con menos apoyo. La ruptura entre Sumar y Podemos, consumada hace pocos días, es la culminación de esta crisis general de la izquierda.
Proceso de regeneración
La CUP ha iniciado ahora un proceso de regeneración que han bautizado como Proceso Garbí. Los anticapitalistas se conjuran para “desbordar los propios límites, ser muchos más, y no interpelar solo a una minoría sino al conjunto de la clase trabajadora”. Además, la organización quiere aprovechar este proceso de refundación para encontrar nuevos liderazgos.
Podemos se encuentra en un proceso similar, aunque a diferencia de la CUP renuncia a hacer autocrítica y pone el foco en las críticas a Sumar. También a diferencia de los cupaires, Podemos ya tiene los cuadros, y lo que falta es músculo para relanzar el proyecto. El otro gran problema de la formación son los problemas económicos.
La CUP se ha fijado como objetivo la regeneración de su espacio para llegar con garantías a las elecciones catalanas de febrero de 2025. Podemos quiere convertir las elecciones europeas de 2024 en un primer plebiscito entre ellos y Sumar. Tanto para unos como para otros, las encuestas no son de momento muy prometedoras.
Suertes parlalelas
La suerte de cupaires y morados contrasta con sus espacios homólogos, que de momento han conseguido sobrevivir incrustados en el sistema. Por ejemplo, el declive de la CUP contrasta con el auge de EH Bildu, que está en posición de disputarle al PNV la presidencia del País Vasco este 2024. Bildu ha conseguido crecer haciendo de muleta del Gobierno de Pedro Sánchez.
Algo parecido ha ocurrido con Podemos y Sumar. Los de Yolanda Díaz han consolidado su posición mimetizándose con el PSOE en el Gobierno de coalición, mientras que Podemos podría acabar incluso fuera del Congreso en las próximas elecciones. La suerte de EH Bildu y Sumar, en contraste con CUP y Podemos, muestra la deriva de la nueva izquierda.
Por un lado está la estrategia, y está claro que la apuesta por una estrategia de máximos se ha llevado por delante a cupaires y podemitas. Por otro lado está la pérdida de conexión con las masas populares. En un contexto difícil como el actual, muchos votantes han entendido que CUP y Podemos han dejado de ser útiles en su función.
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