La CUP, condenada a repetir sus propios errores
Los alcaldes de Berga y Gerona formulan una propuesta y reciben las críticas de sus propios compañeros
La CUP es de largo la formación política que se ha llevado la peor parte del hundimiento de la izquierda y el procesismo en Cataluña. Con el fin de reponerse a un ciclo electoral nefasto, la organización abrió un proceso de refundación llamado Proceso de Garbí. En vísperas de conocer las conclusiones, los alcaldes de la CUP en Berga y en Gerona, Iván Sánchez y Lluc Salellas, han lanzado su propia propuesta.
Lo han hecho a través de un extenso artículo en NacióDigital, titulado “La izquierda y el país, una encrucijada decisiva”.
Analizan la situación actual como “un cambio de paradigma”, con una “ola reaccionaria” que “refuerza las opciones de la derecha y la extrema derecha” y que “dificulta las opciones de una ruptura con el Estado”. También critican que la única alternativa sea “un PSC más a la derecha y menos catalanista”. Y cargan contra la dirección de ERC por investir a Salvador Illa.
Des de ese escenario, los dos únicos alcaldes que le quedan a la CUP lanzan una reflexión.
Los ejes de su propuesta
Iván Sánchez y Lluc Salellas proponen, en primer lugar, la vuelta al municipalismo. Con el PSC en las instituciones, abogan por “la izquierda independentista empiece a definir propuestas municipalistas que permitan en 2027 cambiar la correlación de fuerzas”. Entre otras cosas, creen que hay que “trabajar por la soberanía nacional e impulsar una hoja de ruta compartida en centenares de municipios”.
Llaman a recuperar una estrategia independentista desacomplejada a medio plazo. Una independencia que tiene que pasar por “la redistribución del poder, la riqueza y el trabajo”.
Proponen la “construcción de un frente amplio en clave nacional y de izquierdas” para ensamblar un “nuevo proyecto político”. En este apartado ponen el acento en un mejor aprovechamiento de las nuevas herramientas, como las redes sociales.
El cuarto eje tiene que ver con “pasar de las premisas ideológicas a las prioridades concretas del día a día”, y “explicarlas de forma sencilla”. Su programa se basa en “garantizar vivienda y trabajo digno, derechos y libertades (hablando de seguridad), y defensa del territorio”. Todo, con la intención de ofrecer esperanza a las nuevas generaciones.
En último lugar, señalan los liderazgos efímeros como una de las causas del fracaso de la CUP estos últimos años. Por eso proponen una renovación de liderazgos y figuras fuertes con las que se puedan establecer vínculos estables.
Ni los suyos se creen el proyecto
Desde dentro de la propia CUP han aparecido las primeras críticas a las medidas que proponen los alcaldes para renovar el proyecto. “Por mucho que pongan palabras grandilocuentes”, dice una de las críticas, “este artículo muestra una estrategia defensiva, de lanzar el balón hacia adelante”.
Advierten de que “con la correlación de fuerzas actual y la dinámica de retroceso de la izquierda y el independentismo”, la estrategia de frente amplio “permiten sostener una marca pero no aplicar un programa”.
En lugar de “candidaturas amplias, cargos institucionales, táctica comunicativa y electores para una apuesta exclusivamente electoral”, los críticos proponen “liderazgos en todo el territorio, electores y militantes, candidaturas que potencien una fuerza real y una batalla ideológica sin complejos”. En definitiva, “la articulación de un contrapoder popular que tenga presencia también en las instituciones”.
Otra crítica apunta que “la sensación después de leer el artículo es que no se ha asumido el nuevo ciclo político” y que lo que intentan es “repetir la misma receta del ciclo anterior en un terreno totalmente inverso”.
Critican la falta de autocrítica de los líderes de la CUP, obviando que “el giro conservador es resultado de la impotencia de las fuerzas de izquierdas que han gobernado”. Sobre el frente amplio, “son palabras que suenan bien pero no dicen cómo se avanza para ser la fuerza concreta que ahora nos falta”. En definitiva, parece que la CUP está condenada a repetir los mismos errores mientras la organización siga controlada por los mismos.
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