El cuatripartito se hace fuerte en una Cataluña enquistada en el bloqueo

El Govern de Salvador Illa ha cumplido esta semana 300 días, coincidiendo también con el aniversario del inicio de la XV legislatura en el Parlament de Cataluña. La aspiración a crear un gran espacio de centro y a gobernar con amplios consensos se ha visto frustrada por la realidad de un parlamento polarizado. El PSC no solo se ha atado a ERC y los Comuns, sino que también ha ido cediendo terreno ante la CUP.

Esta misma semana se ha vuelto a evidenciar en el Parlament la buena sintonía de los cuatro partidos de la izquierda. Juntos han votado a favor de crear una comisión de estudio propuesta por Comuns y CUP sobre la garantía del derecho a la vivienda. Y juntos han votado en contra de una comisión de estudio propuesta por Junts sobre la economía de Cataluña.

Además, ERC y los Comuns han avalado el tercer suplemento de crédito que da estabilidad al Govern de Salvador Illa. Muchos han dejado ya de hablar del tripartito para hablar del cuatripartito que gobierna en Cataluña.

Bloqueo político en Cataluña

Mientras la izquierda estrecha sus lazos para mantenerse en el poder como sea, Cataluña sigue instalada en el bloqueo político.Esta semana hemos conocido otra encuesta que confirma el estancamiento de los bloques. 

El PSC sigue creciendo pero a un ritmo más lento del hundimiento de sus socios, ERC y Comuns. Esto amenaza seriamente la reedición del actual gobierno, ya que ni los votos de la CUP servirían para alcanzar la mayoría absoluta. El procesismo, por un lado, y la derecha constitucionalista, por otro, también siguen lejos de los 68 diputados.

Los únicos bloques que suman son el constitucionalismo (PSC, PP y Vox) y la sociovergencia (PSC y Junts). La primera opción es inviable por razones obvias. La segunda prácticamente también, porque obligaría a Carles Puigdemont a ser segundón en el gobierno de Illa.

Aunque nunca se puede descartar nada cuando se trata de Waterloo, como demostró la investidura de Pedro Sánchez. Y además es la fórmula favorita de los empresarios catalanes. Además, Puigdemont está loco por sacar a ERC de las instituciones catalanas.

En cualquier caso, eso obligaría a dar un giro de ciento ochenta grados en la estrategia del PSC, que se ha enrocado en el bloque progresista. Pactar con Junts implicaría dar un vuelco a la orientación de las políticas del gobierno en materia fiscal y de vivienda. Parece que al PSC le convendría más una repetición electoral para atraer voto de ERC y Comuns en una segunda vuelta.

Gobierno débil, oposición dividido

El bloqueo político no solo amenaza con la repetición electoral y la falta de consensos, sino también con la parálisis institucional. La alianza de gobierno es tan frágil que cualquier choque entre ERC y Comuns aboca al Govern a una crisis como ocurrió con la tasa turística. Además, el gobierno en minoría del PSC sigue gobernando a golpe de derecto de espaldas al Parlament.

Illa, que heredó ese vicio de Pere Aragonès, ya ha sido advertido por el Consell de Garanties sobre el abuso de ese mecanismo excepcional. Esto, gobernar sin presupuestos e insistir en el cordón sanitario a Vox y Aliança Catalana ponen en duda el funcionamiento democrático de las instituciones catalanas. Y retratan también la debilidad de un gobierno en manos de minorías.

Pese a esta realidad, la oposición es demasiado débil y está demasiado dividida para enfrentarse al Govern. Junts hace lo que puede mientras pelea para evitar hundirse del todo como reflejan las encuestas. PP y Vox siguen enfrascados en su guerra particular, y Aliança Catalana es un proyecto aún demasiado tierno para erigirse en alternativa.

Aunque no todo es negativo. Los partidos de la oposición han conseguido marcar agenda y discurso en temas como seguridad e inmigración, y evidenciar la debilidad de Illa en manos de la izquierda radical. En este sentido, no hay que subestimar la labor que están haciendo estos partidos para denunciar escándalos como el de la DGAIA.