Montaje con un plano medio corto de Santiago Abascal con cara seria y otro de Alberto Nuñez Feijóo sonriendo
POLÍTICA

Crece la tensión entre el PP y Vox a las puertas de las elecciones europeas

Se pierde el 'fair play' de las catalanas: las derechas ya entran en la lucha cuerpo a cuerpo

José María Aznar es una de las voces más determinantes de la derecha española en general y del PP en particular. A través de la fundación FAES, el expresidente hace de guardián de las esencias y desde la cúpula del partido lo escuchan con prudencia. Saben que sus bendiciones y excomuniones tienen mucha incidencia dentro del electorado popular.

En los últimos años, Aznar ha sido una de las voces que ha pedido con más insistencia al PP firmeza y discurso propio frente a Vox. Recordemos, por ejemplo, aquella época en la que Vox puso de moda lo de la “derechita cobarde”. De los primeros en salir a marcar el territorio fue Aznar, que respondió aquello tan viral de “a mí nadie me dice a la cara derechita cobarde”.

En última instancia, lo que Aznar hace desde FAES es intentar dotar de cuerpo ideológico al PP. Más en particular, dotar de cuerpo al discurso liberal-atlantista, que se opone a la deriva identitaria y esencialista que ahora crece en el seno de la derecha europea. Pero, tratándose de partidos, este debate no es simplemente ideológico: también hay lucha electoral. Las europeas ya están aquí y el contexto no es el mismo que el de las catalanas.

Aznar dispara desde FAES

El tablero de juego está claro. En un lado, el PP acusa a Vox de ser la condición de posibilidad de Sánchez por dividir al electorado conservador. En el otro lado, Vox acusa al PP de ser ‘de facto’ lo mismo que el PSOE y no atacar directamente a los problemas. Desde fuera, la postura de la izquierda también está clara: tocar el silbato cada vez que alguien se acerca a la extrema derecha.

El expresidente del Gobierno José María Aznar durante un coloquio en la inauguración del Máster de Acción Política del Instituto de Estudios Atlánticos y la Universidad Francisco de Vitoria

Ayer, el expresidente Aznar sacó toda la artillería contra Vox en un artículo publicado en la web de FAES y que lleva el revelador título de “Vox y la corrupción del conservadurismo”. En esencia, el think-tank del PP acusa a Vox de compartir el proyecto populista de Trump y de hacer “amagos de armar algo tan paradójico como una Internacional Nacionalista”. La derecha liberal contra la derecha identitaria. Aunque, claro, lo relevante es la traducción práctica de esta crítica.

Sin demasiados rodeos, FAES acusa a Vox de dispersar el voto de derechas y de servir involuntariamente a Sánchez y su lógica de bloques. “El PSOE necesita que Vox siga ahí para dislocar la articulación de una alternativa que sus pobres resultados y su total falta de escrúpulos a la hora de rentabilizarlos hacen más urgente cada día que pasa”. En suma, una reivindicación sofisticada de la idea del voto útil.

La respuesta de Vox

Como decimos, el mensaje de Aznar está totalmente condicionado a la inminencia de las elecciones europeas. Esto explica que ya haya una respuesta desde Vox, así como declaraciones cruzadas como las de Santiago Abascal sobre la manifestación del pasado domingo del PP contra la amnistía: 

Era de esperar también que Vox respondiera a FAES en particular desde algunos de sus altavoces - la Fundación Disenso, La Gaceta, el ISSEP, entre otros - para reafirmar la que a todas luces es su estrategia reciente. Es decir, la vinculación con la ‘alt-right’, que puede involucrar desde el identitarismo europeo más nacionalista hasta el trumpismo o el libertarismo de Milei. Y así ha sido. Con este mensaje en redes sociales, la Fundación Disenso ha devuelto el golpe al expresidente Aznar:

En cualquier caso, Vox ya había lanzado un primer dardo a Isabel Díaz Ayuso. No es, pues, un destinatario cualquiera: Díaz Ayuso es el activo ideológico más valioso del PP y está en la órbita liberal-atlantista de Aznar y FAES.

Fotografía de Isabel Díaz Ayuso de perfil, en un acto con las banderas de Madrid y España de fondo

Con motivo también de la manifestación del pasado domingo del PP en contra de la amnistía, el portavoz nacional de Vox, José Antonio Fúster, criticó que Díaz Ayuso dijera que “Madrid es la casa de todos: de palestinos, judíos y de israelíes”. Y también que hiciera una doble referencia velada al trumpismo y a Sánchez: “no hay derecho a levantar muros contra nadie”.

Desde Vox entienden que estas palabras muestran que la Presidenta de la Comunidad de Madrid “está muy desnortada”. Según dijo Fúster, los muros son “necesarios para proteger la identidad, las libertades, la igualdad y a las mujeres”. Es decir, una clara referencia a la cuestión de la inmigración irregular.

Cataluña era un caso particular

 Las autonómicas en Cataluña fueron una excepción dada la particularidad política del caso catalán. Desde el principio de la campaña se percibió con claridad que ni el PPC ni Vox querían entrar al juego corto entre sí.

Los de Garriga sabían que tenían difícil competir con el pedrigree constitucionalista de Alejandro Fernández. Al mismo tiempo, los de Alejandro Fernández sabían que la particularidad catalana en lo relativo a inmigración, islam e inseguridad le daba a Vox una enorme fidelidad de voto. Todo ello al margen de que el ‘sanchismo’ quedaba un poco lejos y de que la oposición directa al procesismo les hacía tener una alianza de conveniencia.

El resultado estuvo a la vista: el PPC quintuplicó sus resultados y Vox mantuvo sus once diputados y ganó 30.000 votos por el camino. Es decir, que había suficiente espacio electoral como para que ambos crecieran sin molestarse demasiado mutuamente. El botín de Ciudadanos se repartió sin excesivas dentelladas.

Las europeas, en cambio, tienen una mayor escala electoral y la competición está en proporción a esa escala. No fue casualidad que Vox concregara al estado mayor de la nueva derecha mundial pocas semanas antes de las europeas. De la misma manera, no es una casualidad que el PP haya reaccionado vía Aznar y organizando una manifestación contra la amnistía: algunos sondeos apuntan a que la pinza PSOE-Vox le hace daño al PP. Nuevamente, el más beneficiado de la situación tiene nombre propio: Pedro Sánchez.

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