Cómo se hace un hombre
Arcadi Espada relata su vida los 21 años
La vida del joven Arcadi Espada
El primer libro que escribió Arcadi Espada (Barcelona, 1957) fue una biografía de Samaranch (“El deporte del poder”, Madrid: Espasa, 1999) junto al también periodista Jaume Boix Angelats. En esa época ambos estaban en El País y Barcelona había celebrado “los mejores juegos de la historia” en frase del entonces presidente del COI.
Más de veinte libros después, Espada se ha atrevido consigo mismo: “Vida de Arcadio” (Península, 328 páginas, 21,90 euros). Este miércoles fue presentado en la Casa del Libro de Barcelona (Rambla Catalunya) con Xavier Pericay de maestro de ceremonias.
Entre el público -además del citado Boix Angelats-, había hasta un exconsejero de la Generalitat, Antoni Fernández Teixidó. También la diputada de Ciudadanos Anna Grau; la dirigente de Valents Paula Añó; o el compositor Alfonso de Vilallonga, entre otros.
La obra tenía que llamarse, según confesó su editor, “Cómo se hace un nombre” pero al final se optó por “Vida de Arcadio”. El autor, que se mostró partidario del periodismo de hechos más que de la literatura, en cierta manera de biografía a sí mismo.
Y lo hace en un período importante de su vida: su juventud. Exactamente entre la muerte de Franco (1975) y el intento de golpe de estado del 23-F.
El volumen empieza con su salida en tren desde la estación de Francia. El objetivo era asistir a un campo de trabajo organizado por el PCI en Italia. Era el año 1978. Tenía 21 años.
El presentador, Xavier Pericay, definió precisamente el libro como “un diálogo de Arcadi Espada consigo mismo”. También explicó que “lo que me ha fascinado del libro es que este hombre lo guarda todo”. Incluso, por cierto, las cartas de juventud de una novia cuando tenía quince años. “Solo le faltaba guardar el chupete”, añadió,
Arcadi Espada, que no ahorra ni su despertar sexual, explicó que intentó localizar a una treintena personas de esa época, pero que no fue fácil. Alguna hasta la bloqueó en facebook. Todavía no sabe por qué.
En cambio sí que pudo contactar con un físico nuclear polaco que ahora estaba dando clases en una universidad australiana. “Me ha alegrado usted el día”, le confesó el profesor.
En su opinión, “hay dos tipos de escritores: los de hechos y los que imaginan”. Él se confiesa fervientemente partidario de los primeros.
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