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POLÍTICA

Las 4 claves del exitoso modelo que podría reducir la delincuencia en Cataluña

Nueva York pasó de ser el paraíso de la criminalidad a ejemplo de seguridad

La última oleada de apuñalamientos ha encendido todas las alarmas en Cataluña, que se acerca peligrosamente a cifras delincuenciales de países tercermundistas. La seguridad en Cataluña ha estado durante años en manos de la izquierda, que ha aplicado medidas de distensión y antipunitvas cuyos resultados saltan a la vista: el modelo no ha hecho más que desproteger a los ciudadanos y amparar un clima favorable a la delincuencia y la multirreincidencia.

El debate de la seguridad ha sido secuestrado por el sectarismo de la izquierda, que tilda de racista, xenófobo y extrema derecha a todo aquel que se atreve a señalar el problema.

El nuevo gobierno de Salvador Illa tiene por delante el reto de revertir la degradación de la seguridad en Cataluña. Para abordarlo tendrá que decidir si quiere perpetuar el buenismo del anterior gobierno, o aplicar la mano dura. Algunos modelos de éxito aplicados en otros países pueden ofrecer una guía de cómo cambiar el paradigma para reducir la delincuencia en el territorio catalán.

Salvador Illa y Núria Parlón rodeados de agentes de Mossos d'Esquadra con uniformes y gorras.

Es el caso de Nueva York, castigado durante décadas por una criminalidad desatada y hoy en día ejemplo de seguridad en todo el mundo. ¿Cómo consiguió esta ciudad de 8,5 millones de habitantes acabar con los tiroteos, los robos, asaltos y los homicidios?

1. Más policía

El actual modelo de seguridad en Nueva York nace con el plan de mano dura contra la delincuencia promovido por el alcalde Rudy Giuliani en los años noventa. Antiguo fiscal empleado en la lucha contra la mafia, Giuliani aplicó la lógica: si quería barrer la delincuencia en Nueva York, tenía que empezar por redoblar la presencia policial.

En una década se aumentó un 35% el número de agentes y el cuerpo de policía superó los 35.000 funcionarios. El mayor aumento de agentes de la historia en cualquier ciudad de Estados Unidos se orientó en departamentos específicos, como el de narcóticos. Tras los atentados del 11-S se redujo la cantidad de agentes dedicados a prevenir los delitos callejeros y se reforzó la alerta antiterrorista.

Un hombre mayor con gafas y traje azul habla frente a varios micrófonos.

El aumento de la presencia policial bajó considerablemente durante la década de los noventa, y siguió así durante los años siguientes.

2. Más tecnología

Consciente de que el incremento de agentes no resolvería por sí solo la cuestión, Giuliani tomó una segunda decisión: introducir las nuevas tecnologías en la labor policial.

Se aplicaron complejos programas informáticos que permitían mejorar la eficiencia en el trabajo y competir con las nuevas formas de delincuencia. 

Los operativos podían conocer la distribución de los agentes, las zonas donde se cometían los crímenes y el impacto del despliegue policial en las tasas de criminalidad. El control en tiempo real de la localización de los agentes permitió mejorar las labores de vigilancia y prevención de los delitos. Luego llegaron los teléfonos celulares y los modernos aparatos inteligentes, que la ciudad de Nueva York ha ido incorporando para mantener el modelo.

Se están elaborando complejos sistemas informáticos que, apoyados en la Inteligencia Artifical, podrán en un futuro no muy lejano predecir un delito mediante algoritmos. Actualmente, la policía neoyorkina cuenta ya con un sistema para detectar disparos con sensores especiales.

3. Una nueva estrategia

Nueva York consiguió acabar con la delincuencia gracias a una nueva estrategia consistente en algo tan sencillo como ir donde se producían los delitos. Esto permitió reducir la dispersión policial y concentrar los agentes allí donde era necesario. Pero además se aplicó una mayor contundencia policial que en cuestión de años redujo considerablemente los delitos, especialmente los más graves.

Una de las cosas que contribuyó a mejorar la seguridad fue el desmantelamiento de los puntos de compraventa de drogas. Estos eran los principales focos de violencia entre bandas que luchaban por controlar el territorio. Así que una vez muerto el perro se acabó la rabia, y aunque los pequeños camellos siguieron traficando, los homicidios se redujeron de manera fulminante.

Muchos se opusieron a esa medida por considerarla inconstitucional y discriminatoria contra los latinos y los negros. Donald Trump defendió su eficacia, pero los demócratas apelaron a orientar la lucha contra el crimen a los peces gordos y no a los pequeños traficantes. El debate sigue abierto.

4. Cambios socioeconómicos

Todos estos cambios han sido acompañados por una transformación socioeconómica de la ciudad. La reducción del paro y el aumento de los estándares de vida actúan como antídoto contra la delincuencia. En cuestión de años Nueva York pasó de ser una zona marginal a una de las áreas más pudientes de los Estados Unidos.

Cuando nos preguntamos si este modelo se podría exportar en Cataluña, hay que tener en cuenta ante todo el factor socioeconómico. Porque la degradación de la seguridad ha ido acompañada de un declive social y económico muy pronunciado en Cataluña. Así es como la región catalana ha pasado de ser un polo de riqueza y modernidad a ser un país más atrasado y poco atractivo para las inversiones.

Más policía, más tecnología, más mano dura y más bienestar socioeconómico. Estas son las claves del modelo de éxito que ha funcionado en otros países y que podría funcionar también en Cataluña si la clase política se atreve a aplicarlo.

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