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POLÍTICA

Clara Ponsatí, la política que nadie echará de menos: 3 frases que la retratan

Se burló de los muertos del coronavirus en Madrid y pidió que los jóvenes murieran por la independencia

Clara Ponsatí, la exconsejera de Ensenyament del gobierno de Puigdemont que perpetró el referéndum ilegal de 2017, ha anunciado que deja la política. Nadie la echará de menos. Su aventura política ha durado siete años durante los cuales no ha conseguido nada de lo que se propuso: primero fracasó en su intento de alcanzar la independencia, y luego ha fracasado al intentar hundir el puigdemontismo. 

Ponsatí es una representación trágicamente fidedigna de lo que ha sido el Procés. 

En su carta de despedida evita hacer autocrítica y solo lamenta haberse dejado llevar por los acontecimientos a sabiendas de que la habían engañado. Una mezcla de endiosamiento y cobardía que parece imbuir a todos los procesistas y que en su caso alcanza dimensiones casi mesiánicas.

Montaje con un primer plano de Clara Ponsatí y Carles Puigdemont

Porque durante años se ha visto a sí misma como portadora de las esencias del pedigrí independentista más puro. Reveló que habían ido de farol como si eso le eximiera de haber formado parte del engaño, y desenmascaró a Puigdemont durante una comparecencia en directo en Bruselas como si ella no fuera parte del procesismo. 

Pero además, Clara Ponsatí ha mostrado estos años el rostro más oscuro del nacionalismo radical. Tres frases revelan la catadura del personaje, y el peligro intrínseco que encerraba el Procés.

'De madrid al cielo'

En 2020, cuando Madrid se convirtió en epicentro de la tragedia del coronavirus con miles de contagiados y fallecidos, Ponsatí mostró la cara más abyecta del nacionalismo. Hizo un tuit con el mensaje “De Madrid al cielo”, burlándose de los muertos. Un mensaje que, para más polémica, fue retuiteado por Carles Puigdemont.

La exdirigente catalana borró después el tuit y se excusó diciendo que quiso ser sarcástica criticando la gestión sanitaria del gobierno español. Sin embargo, es evidente que se olvidó de los muertos. Y esto refleja uno de los peores rasgos del procesismo, consistente en someter cualquier principio moral a los objetivos políticos.

Cabe decir en este apartado que miles de catalanes alineados con el Procés se rieron y aplaudieron el tuit. Eran años en los que el odio a España campaba a sus anchas y justificaba cualquier bajeza moral. Incluso esta.

'Morir por la causa'

Durante mucho tiempo circuló en el procesismo la convicción de que el conflicto catalán necesitaba un muerto para recibir un empujón. Clara Ponsatí lo formuló explícitamente con una frase demoledora: “Morir por una causa no es una situación extraña, la independencia de Cataluña es tan importante como para valer una vida y cada uno debe saber qué coste está dispuesto a pagar”.

Es decir, mientras Clara Ponsatí vivía un retiro dorado fugada en el extranjero, llamaba a los jóvenes catalanas a morir en el frente. Más tarde apeló a la vía eslovena para alcanzar la independencia, insistiendo en la necesidad de que hubiera muertos: "Los eslovenos decidieron seguir adelante con todas las consecuencias, hagamos como ellos y estemos dispuestos a todo para vivir libres".

Todo fue un 'farol'

Millones de personas en la calle, conflicto político, las calles ardiendo, sufrimiento, pérdidas millonarias y atraso… y todo para nada. El Procés siempre fue un engaño, y Clara Ponsatí tuvo al menos el detalle de confesarlo: “Jugábamos al póker e íbamos de farol”, dijo.

Pero Ponsatí lo dijo para autoexculparse, como diciendo que la cosa no iba con ella y que ella también fue engañada por una especie de ente superior. A lo largo de estos años ha demostrado que estaba imbuida del nacionalismo más radical y dañino, y formó parte conscientemente del engaño procesista. Ahora se va, y efectivamente, nadie la echará de menos porque no ha dejado a su paso más que tierra quemada.

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