En Cataluña ya hay más presos extranjeros que españoles

Imaginemos, por un momento, que lo de Daniel Sancho y Artur Segarra en Tailandia no se queda en casos aislados. Supongamos, por ejemplo, que el paraíso asiático con capital en Bangkok entera de llena de españoles poco amigos de respetar al prójimo  y acaban siendo mayoría en sus cárceles. ¿Lo consentirían los tailandeses? Seguramente, no. Aquí, sin embargo, sí lo hacemos y nadie, excepto Vox, se pregunta nada.

Desde este 30 de agosto, las cárceles catalanas tienen más presos extranjeros que españoles. Los primeros, en concreto, son un total de 4.004 (50,11%) y los segundos, 3.987 (49,89%). La diferencia es escasa, cierto, pero todo acontece, además, después de que el propio Ministerio de Igualdad haya confirmado que un 45,2% de los feminicidios de 2023 los hayan cometido extranjeros. En España, el porcentaje de extranjeros ronda el 16% y en Cataluña, también.

¿Y en otras comunidades?

El mayor porcentaje de reclusos extranjeros se cuantifica en las cárceles de Cataluña, pero Madrid no le va muy a la zaga en población reclusa extranjera: registra un 41%. Aragón se queda en un 37%, igual que Castilla y León. En Melilla y Baleares, lo porcentajes de reclusos extranjeros alcanzan respectivamente el 35% y el 34%. ¿Dónde hay menos extranjeros en la cárcel en términos porcentuales? En Asturias (11%), Extremadura (12%) y Cantabria (16%).

¿Qué dice Vox?

Joan Garriga, el portavoz de Vox en el Parlament, ha solicitado un pleno monográfico sobre seguridad. Quería debatir sobre perfiles delincuenciales, pero se le ha hecho caso omiso aunque el 64% de los presos por hurto y el 68% de los condenados por drogas sean extranjeros. Además, el 52% de los asesinos de mujeres convictos también llegó de fuera.

Expulsión

En Vox, como es habitual en ellos cuando se trata de estos temas, no se muerden la lengua. Han hecho, además, un cálculo que deja las cosas claras: si se expulsa de Cataluña a todos los extranjeros que delinquen, nos sobrarían siete cárceles. Da qué pensar. ¿Merece la pena mantener a pan y cuchillo a quien no respeta las normas elementales de convivencia? En el partido de Santiago Abascal tienen claro que hace falta una reflexión seria.