Cataluña, una década dependiendo de la CUP y los Comuns para todo
La Generalitat lleva casi diez cursos necesitando a la izquierda minoritaria para poder aprobar los presupuestos, con todo lo que conlleva
Ya es 6 de marzo y la Generalitat de Cataluña sigue sin presupuestos aprobados para este 2024. Desde el Govern y ERC -aquí podrían poner ese GIF de Spiderman contra Spiderman- se acusa a la oposición de no querer aprobar ya "los presupuestos más expansivos", aunque la realidad es que el ejecutivo catalán ha hecho una vez más los deberes tarde. Pere Aragonès cuenta con los votos del PSC y espera que los Comuns bajen del monte, como ya sucedió en los últimos años.
Nos tendríamos que remontar hasta el 18 de diciembre de 2014 para encontrar unos presupuestos aprobados sin la necesidad de la izquierda minoritaria. En ese momento, CiU aprobó las cuentas de su Govern con el voto favorable de ERC, que estaba en la oposición. A partir de entonces, el Procés entró en su máxima expresión, llegaron los bloques, los vetos y una dependencia primero hacia la CUP y, después, hacia los Comuns.
Y, así nos ha ido. Hemos conocido cuatro presidentes de la Generalitat, hemos aprobado inversiones que no se han llegado a ejecutar y Cataluña ha virado hacia una izquierda de manual que ahora hace añicos.
Diez años después, las cuentas siguen dependiendo de la CUP o els Comuns
En 2016, la CUP de Anna Gabriel no quiso negociar los presupuestos con Carles Puigdemont. No se aprobaron en 2015 y se llegó a mediados del 16 sin acuerdo. No se acordarán -qué suerte la suya-, pero Puigdemont se sometió a una moción de confianza a finales de aquel año tras no haber podido pactar con la CUP los números. Un año después, los anticapitalistas sí que dieron su ok a las cuentas de 2017, que se aprobaron en el Parlament. Después llegó el uno de octubre, el 155 y las elecciones de en diciembre de 2017.
Los presupuestos de la Generalitat se prorrogaron en 2018, 2019 y parte de 2020. Fue entonces cuando los Comuns recogieron el testigo de la CUP y pasaron a condicionar las cuentas. Lo hicieron con Pere Aragonès primero, con Jaume Giró en 2021 y con ERC ya en solitario el curso siguiente. Este es, pues, el balance: una década donde o bien la CUP o bien lo Comuns han marcado partidas y han vetado inversiones. Sin su vistobueno, la alternativa ha sido la prórroga, de modo que su legado seguía vigente.
Este dato, que apuntaba ayer Marc Arza en Twitter y que ha servido para este artículo, es sin lugar a duda un claro ejemplo de la deriva política de Cataluña. Se ha perdido la centralidad, se ha estado a merced de partidos minoritarios y se ha sido incapaz de tejer mayorías que representen la centralidad. El resultado es claro: somos la comunidad con la carga impositiva más alta y sus políticas de "izquierda" no han mejorado la sanidad, han colapsado el sistema educativo y no han hecho nada contra la sequía. Cataluña es ahora una sociedad más insegura y se ve superada por la llegada diaria de menores inmigrantes que no puede ni sabe integrar.
Un año más, el Govern de la Generalitat está pendiente de un partido minoritario de izquierdas para aprobar sus cuentas. Y, lamentablemente, esto no es una buena noticia.
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