La Cataluña antimonárquica, de capa caída
Las concentraciones contra el rey han perdido fuelle hasta quedar reducidas a algo folklórico
El X aniversario de la proclamación del rey Felipe VI ha pasado inadvertido en Cataluña. Las encuestas dicen que los catalanes, junto a los vascos, siguen siendo los únicos en todo el Estado que rechazan la monarquía. Pero hay otro dato curioso: Cataluña es la comunidad por donde más se ha paseado el monarca este último año, y sin apenas altercados.
Esto indica que algo está cambiando en Cataluña, donde el odio a la monarquía ya no levanta las pasiones de antaño. Forma parte del agotamiento y la desmovilización de la sociedad catalana tras diez largos años de Procés. Esto explica también el pinchazo de las últimas convocatorias antimonárquicas en Cataluña, reservadas ya solo a un puñado de militantes radicales sin influencia en las masas.
Por qué odian a la monarquía
El sentimiento antimonárquico ha sido desde siempre uno de los principales motores del nacionalismo catalán. El catalanismo político identifica a España con la forma tiránica de la monarquía, de donde emanan las instituciones heredadas del franquismo cuya misión es salvaguardar la unidad del Estado y mantener subyugadas a las naciones históricas. Su opuesto sería Cataluña, asimilada a una república como fuente de la democracia.
Este ideario sedimentó durante años el odio a la monarquía, hasta encontrar su cima en el famoso discurso de Felipe VI el 3 de octubre de 2017.
Aquello marcó un antes y un después, y desató una ola de indignación con violentas protestas callejeras y la quema de fotos del rey. El descarrilamiento del procés y la desmovilización social favorecieron una rebaja de la tensión que ha convergido con el proceso de renovación de la monarquía (Leonor) y de su acercamiento a Cataluña para cicatrizar heridas.
Hacia la normalización
El descenso de la hostilidad en las calles ha ido en paralelo a una rebaja de la tensión institucional. Políticos como Quim Torra, Ada Colau y Pere Aragonès contribuyeron al boicot antimonárquico en los años duros del procés. La sustitución de estos líderes por otros como Jaume Collboni en el ayuntamiento y (quizás) Salvador Illa en la Generalitat permite esa transición dulce hacia el respeto institucional.
El restablecimiento de las relaciones con la monarquía viene respaldado también por entidades de la sociedad civil. Como Empresaris de Catalunya, una organización de empresarios catalanes que aboga por la estabilidad institucional y el respeto a la legalidad. La entidad hizo público ayer un comunicado de apoyo a la Corona con motivo del aniversario de la proclamación de Felipe VI.
Futuro esperanzador
En el proceso de acercamiento tiene que ver también la renovación que está llevando a cabo la Casa Real con la figura de Leonor. Su dominio del catalán le ha hecho ganar más simpatías entre los catalanes, y lo más importante, la ‘leonormanía’ ha conseguido atraer a los jóvenes a la institución garantizando así una mayor afección en los años venideros. Esto alimenta la esperanza de que en un futuro el sentimiento antimonárquico en Cataluña irá desapareciendo.
En Zarzuela creen que el papel de Felipe VI está amortizado, pues no solo contribuyó a cerrar la crisis democrática de 2017, sino que lo ha hecho superando la crisis de credibilidad de la institución en la Cataluña rebelde.
Las expresiones antimonárquicas en Cataluña se reducen a algunas modestas concentraciones en Gerona de tintes más istriónicos que otra cosa. Además, los antimonárquicos no solo han perdido la capacidad de movilización sino también cierta autoridad moral en sus argumentos. La Generalitat destinó 98,6 millones de euros para gasto exterior en los últimos presupuestos, 11 veces más que los 8,4 millones destinados a la Casa Real en España.
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