Montaje con foto de personaje
POLÍTICA

Carles Puigdemont se sube ahora al carro del antifascismo

El expresident fugado flirteó con la derecha identitaria cuando servía a sus intereses políticos


Las declaraciones de Marine Le Pen sobre Carles Puigdemont le han venido como anillo al dedo al expresident para reforzar su imagen de líder demócrata europeo. En una entrevista en El Periódico, la presidenta de Agrupación Nacional consideró una humillación para Francia la presencia del prófugo de la justicia española en el sur de Francia.

Puigdemont y sus terminales mediáticas, como Pilar Rahola, salieron inmediatamente a decir la suya.

El expresident subió una foto en el metro de París, acusando a Marine Le Pen de actuar como títere de Vox: “No solo pienso volveré sino que plantaré cara a todos aquellos intentos de aplicar leyes franquistas que impidan la libertad de movimientos a los ciudadanos europeos”. Pilar Rahola ha dicho que “la líder de la extrema derecha quiera perseguir a Puigdemont honora la lucha democrática catalana”.

La intención es muy clara, y consiste en presentar a Carles Puigdemont como el defensor de los derechos humanos en Europa. Así, su lucha contra la llamada extrema derecha no es tanto ideológica, sino una herramienta para marcar dos campos entre Cataluña/España y democracia/dictadura.

Solo así se explica que después de fugarse a Alemania y a Bélgica, el líder independentista se codeara con reconocidos líderes de la derecha identitaria europea. Entonces el apoyo del ultranacionalismo servía a sus intereses y por eso no les hacía ascos. Ahora que Europa se ha polarizado más, Puigdemont aprovecha para subirse al carro del antifascismo y así de paso también jugar en el terreno que hasta hace poco era exclusiva de ERC (con permiso de la CUP).

Puigdemont el antifascista

Porque las soflamas de Puigdemont no se han quedado aquí. 

En un tuit publicado ayer, Puigdemont hacía referencia a un reportaje sobre la afinidad al fascismo de las juventudes de Fratelli d’Italia, el partido de Giorgia Meloni. “El facismo y el nazismo, así como el falangismo español, son ideologías totalitarias que amenazan la paz y la democracia”, ha tuiteado Puigdemont. “Sus herederos van perdiendo el miedo y la vergüenza, alentados por una ingeniería de la intolerancia diseñada para buscar el apoyo de los jóvenes”, añade.

Considera “especialmente preocupante” que la primera ministra italiana “alimente el monstruo en las entrañas de uno de los estados fundadores de Europa”. Por eso pide a los primeros ministros europeos “que le pidan explicaciones cada vez que se la encuentren”.

Esta segunda referencia de Puigdemont al fascismo en menos de 24 horas parece forzada y responde a una clara voluntad de marcar perfil antifascista. Cabe recordar que las elecciones catalanas no fueron como él esperaba, y que en las europeos Junts perdió dos eurodiputados y se quedó solo con uno. Además ve con estupor como el PSC cada vez se acerca más al gobierno de Cataluña, y empieza a asumir que le tocará hacer oposición.

Al árbol que da más sombra

Cuando Puigdemont iniciaba su periplo por el "exilio" y estaba aislado políticamente, se arrimó al árbol que más sombra daba. Primero fue Bernd Lucke, cofundador del Alternative für Deutschland, que visitó a Puigdemont en la cárcel ofreciéndole una vía para salir rápidamente de la cárcel. Su partido, acaba de ser excomunicado por radical del grupo europeo en el que estaba junto a Le Pen y Matteo Salvini.

Pero el líder catalán también se codeó en su momento con Roberto Ciambetti, de la Lega Norte, el partido de derecha radical separatista de Matteo Salvini. También contó con el apoyo del Vlaams Belang, partido belga identitario y secesionista que apoyaba la causa catalana.

No le sale bien la jugada

Pero además, los comentarios a sus tuits evidencian que yo no tiene el aura de antes y que muchas de sus triquiñuelas ya no cuelan. "Si no nos ofrecéis una solución al problema de la inmigración y la delincuencia, votaremos a quien nos la dé", le dicen. También acusan a ERC y Junts de haber provocado el caldo de cultivo para el ascenso de estos partidos.

"¿Y los CDR no son fascistas?", le preguntan también, además que recordarle que su familia también era franquista como muchas de las familias de la burguesía catalana. Aunque todo puede resumirse en el comentario "todo el mundo es fascista si no os baila el agua".

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