Hombre con gafas y traje hablando frente a dos micrófonos.
POLÍTICA

Carles Puigdemont, un problema para Junts

Su figura ha perdido el halo mesiánico y genera cada vez más división interna

El voto afirmativo del comisionado de Junts a la opa del BBVA al Banco Sabadell ha abierto una nueva crisis interna en la formación. El partido mostró su posicionamiento en contra de la opa. Pero Pere Soler, consejero nombrado por Junts en la CNMC (Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia) avaló la operación con su voto afirmativo. 

Esto ha dejado en evidencia a Junts y ha dado munición a sus rivales, especialmente ERC, para atacar a un partido desnortado. Esta vez, todas las miradas se giran hacia Carles Puigdemont. El nombramiento de Pere Soler fue una apuesta personal suya.

Primer plano de Carles Puigdemont

Carles Puigdemont estaba convencido de que había que ganar presencia en lugares estratégicos y centros de poder. Especialmente en el ámbito empresarial, donde Junts mantiene un pulso abierto con los socialistas. Fue el propio Puigdemont quien se empeñó en la colocación de Pere Soler en el comisionado de la CNMC.

La discordancia entre la posición del partido y el voto de su consejera ha dejado la imagen de Junts por los suelos. Puigdemont intentó zanjar la crisis con un tuit que añadió aún más confusión. En las últimas horas se han elevado las críticas internas hacia un figura, la de Puigdemont, que ha perdido carisma y autoridad.

Piden un relevo urgente

El sector convergente de Junts lleva tiempo con la mosca detrás de la oreja. Consideran que Puigdemont es un personaje agotado, cuyos vaivenes impiden la recentralización que ahora necesita su espacio.  

Para ellos, el fiasco de la opa al Banco Sabadell es la demostración definitiva de que el expresident vive completamente desconectado de la realidad. Ven como una debilidad tener un presidente que lidera a golpe de tuit. Mientras, el PSC sigue creciendo sin saberse muy bien quien está haciendo de oposición en Cataluña.

Esto tendría alguna justificación si el liderazgo de Junts en las redes sociales diera algún tipo de rédito, pero es justo lo contrario. Con cada nueva tuit Puigdemont demuestra que ha perdido su halo mesiánico, y atrae más haters que followers. Una animadversión que empezó con el pacto con el PSOE, y que lejos de atenuarse va a más.

Ante esto, cada vez son más los convergentes que apuestan por un relevo para volver a las esencias de la vieja convergencia. Creen que el momento actual reclama la presencia de un partido nacionalita conservador que recupere el espacio cedido a Aliança Catalana. Frente al desgaste de la vieja guardia procesista, consideran que hay que apostar por figuras de prestigio como Jaume Giró.

Junts está perdiendo tiempo

Las dudas sobre Puigdemont, que vienen de largo, toman más fuerza ante la incógnita de la amnistía. Un partido sin un líder presente en el día a día de Cataluña supone un hándicap y una ventaja para sus adversarios. Si la amnistía se sigue alargando, corren el riesgo de que se les echen encima las municipales de 2027 y las catalanas de 2028.

Junts no solo está perdiendo un tiempo de oro para consolidar una alternativa de país, sino que además hasta mostrando debilidad y desorientación. Justo lo último que necesita en plena crisis de confianza. Sus últimos fracasos preocupan a dos niveles.

Un hombre de cabello canoso y barba está hablando en un parlamento, gesticulando con una mano mientras sostiene un papel en la otra, rodeado de otras personas sentadas en bancas rojas.

Por un lado, perder credibilidad aleja a Junts del sector empresarial, clave para disputar la batalla con el PSC. Los empresarios catalanes apostaron por Illa para recuperar la estabilidad, pero últimamente se habían distanciado. Si Junts muestra debilidad y pierde este tren, su carrera hacia la Generalitat quedará definitivamente cortada.

Por otro lado están las bases, cada vez más necesitadas de un nuevo líder que recupere la ilusión. El éxito de Junts descansaba sobre todo en el carisma de Puigdemont, cuyo declive arrastra también al partido. Las bases necesitan un nuevo liderazgo para contrarrestar el efecto Orriols, y Puigdemont cada vez tiene menos adeptos.

Lo peor es la sensación de que Junts está dando muestras de debilidad justo cuando el PSC y ERC son más vulnerables. Los convergentes se preguntan qué pasaría si el partido tuviera un liderazgo carismático, firme y pragmático. La realidad es que mientras Puigdemont pierde el tiempo tuiteando sobre Trump, Junts está perdiendo una oportunidad de oro para volver a liderar Cataluña.

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